EL PARNASO ORIENTAL
o
GUIRNALDA POETICA
DE LA
REPUBLICA URUGUAYA
Ministerio de Educación y Cultura
BIBLIOTECA ARTIGAS
Art. 14 de ia Ley de 10 de agosto de 1950
COMISION EDITORA
Dr. Daniel Darracq
Ministro de Educación y Cultura
Juan E. Pivel Devoto
Director del Museo Histórico Nacional
Arturo Sergio Visca
Director de la Biblioteca Nacional
Abelardo García Viera
Director del Archivo General de la Nación
Colección de Clásicos Uruguayos
Vol. 161
LUCIANO LIRA
EL PARNASO ORIENTAL O GUIRNALDA POETICA
DE LA REPUBLICA URUGUAYA
Cuidado de la edición a cargo del Departamento de Investiga-
ciones del Museo Histórico Nacional, Profesora Elisa Silva
Cazet y Sra. María del Rosario Sánchez de Echave.
>
LUCIANO LIRA
EL PARNASO ORIENTAL
H °
^ GUIRNALDA POETICA
x DE LA
£ REPUBLICA URUGUAYA
>
Prólogo de
^ GUSTAVO GALLINAL
\
50 TOMO III
^ REIMPRESION FACSIMILAR
MONTEVIDEO
1981
PROLOGO
ELABORACION Y FUENTES DE
"LA MALAMBRUNADA"
Bajo el nombre de "La Malambrunaida", de cer-
vantina estirpe, publicó Acuña de Figueroa, en el tercer
volumen de "El Parnaso Oriental", los dos primeros
cantos de un poema jocoserio. Su título recuerda al
encantador gigante Malambruno, héroe de la estu-
penda y memorable aventura de la dueña Trifaldi, du-
rante la estada de don Quijote en el palacio de los
duques.
Esta publicación provocó una curiosa reyerta polí-
tico-literaria que hizo mover las plumas y las lenguas
en el Montevideo de 1837. Acuri a de Figueroa desem-
peñaba entonces el cargo de censor ele teatros y oficia-
ba también de poeta áulico del gobierno de Oribe, co-
laborando en el periódico "El Defensor de las Leyes".
Durante la representación de una pieza titulada "El
diablo predicador", se entretuvo uno de los actores sal-
picando los diálogos con chistes y payasadas de su
cosecha. Asistían a la función el vicepresidente de la
República y una granada concurrencia, quienes, al de-
cir de los cronistas de la fiesta, sintieron ofendido su
decoro por las improvisadas gracias del cómico. Las
protestas contra estas licencias subieron a la prensa y
rebotaron contra el censor, responsable de la corree-;
ción y moralidad del espectáculo. Se destacó; entre los
críticos por la virulencia de sus ataques un versificador
de circunstancias, Manuel Carrillo, quien con el seu-
VII
PROLOGO
dónimo "El canario" vomitó una andanada de diatri-
bas contra "el poeta oriental 5 *, título que Figueroa mo-
nopolizaba en su calidad de autor del himno patrio.
Salió a relucir la flamante Malambrunaida. ejemplo
poco edificante de la flojedad del criterio moral del
guardián oficial de la decencia del teatro.
Carrillo ridiculizó a Figueroa trocando en sus ar-
tículos el título solemne del que se jactaba por los
motes enfáticos de Epico del Arroyo Seco y Cisne del
Miguelete; lo llamó gran poeta Ronquillo, aludiendo
a su afonía crónica. Los poetas se han distinguido
siempre, según el testimonio eternamente válido de
Horacio, por el genio irritable y la incurable fatuidad.
No es de extrañar que la rencilla de nuestros versistas,
cuya virulencia delataba una enemistad anterior a la
nimia y ocasional discrepancia que la hizo estallar, de-
generara desde el primer momento, convirtiéndose en
enconado pugilato verbal. Como los maestros clásicos
castellanos, los Lope, Góngora y Quevedo, y los neo-
clásicos más cercanos, los Forner, Iriarte y Samaniego,
sus discípulos montevideanos se vapulearon con saña
en prosa y en verso. Figueroa retrucó con una "breve,
compendiosa y poética contestación a la chocarrera
carta" de Carrillo, al que colgó los apodos de Panun-
ció y Cuervo de Lanzarote, cuyo origen ignoro y no
vale la pena investigar, y se vengó de lo del ronquido
con referencias infamantes a las taras secretas, físicas
y morales, reales o calumniosas, de su contrincante. El
cambio de libelos hizo sudar a las prensas y atizó las
murmuraciones de las gentes desocupadas de los co-
rrillos y los cafés a costa de la fama de ambos conten-
dientes; tanto más cuanto que las pasiones políticas se
complicaban con las rivalidades literarias.
VIII
PROLOGO
La disputa ae extendió pronto con la llegada de re-
fuerzos para el bando de Carrillo, Entre los emigrados
argentinos en Montevideo se contaba Bartolomé Mitre,
que era entonces un adolescente de 16 años. Radicado
en la ciudad en compañía de su padre Ambrosio Mitre,
desde fines del año 1833 o comienzos de 1834, Mitre
había estudiado en la Escuela Normal que dirigió el
educador y calígrafo Besnes e Irigoyeu y más tarde en
la Escuela de Comercio del Consulado. En esos mismos
días, precisamente el 1 de julio de 1837, había ds in-
gresar en la Academia Militar. Como muchos de Jos
hombres superiores de su generación, urgidos a im-
provisarse obreros de todas las obras útiles para las
sociedades nacientes a cuyo servicio estaban, era un
autodidacto y completaba las enseñanzas que bebía en
las aulas, con largas y afanosas veladas de lectura en
las más variadas disciplinas.
En una inolvidable página de los "Recuerdos de Pro-
vincia", en la que vuelve el pensamiento a los días de
su infancia, evoca Sarmiento, con la entrañable ternura
propia de los hombres fuertes en las horas de íntima
confidencia, al pequeño minero de Copiapó "a quien
siempre se encontraba leyendo" en los descansos de
sus rudas faenas: es como el húmedo surco de una
lágrima cruzando por entre las arrugas que el tiempo,
los dolores y las pasiones han cavado en un rostro
varonil. Si menos hermosa, no menos reveladora de la
vocación precoz y la voluntad indomable que se mues-
tran desde los primeros pasos de una vida llamada a
grandes destinos, es la anécdota que presenta a Mitre
niño, devuelto a su padre por el administrador de la
estancia del Rincón de López, donde se ensayaba en
las tareas rurales, con la frase liviana: "es un caballe-
reo que no sirve para nada; en cuanto ve una som-
IX
PROLOGO
brita se baja de] caballo y se pone a leer". En 1837
había formado considerable bagaje de lecturas, y, al
tiempo que balbuceaba en verso las primeras ilusiones
y esperanzas de la vida, ensayaba en artículos de crí-
tica y de polémica su ardor combativo.
Amigo de Carrillo, terció en la polémica llevando
un doble ataque a "La Malambrunaida" y a la persona
del autor, desde las columnas del "Diario de la tarde".
Editaban este periódico montevideano (otro de igual
título veía la luz en Buenos Aires) Bernabé Guerrero
Torres y Andrés Lamas. Jactábase la hoja de no militar
ni con los ministeriales ni con los opositores: "dedi-
cado a los libres", fue el sugestivo lema que lució su
primer número y que fue eliminado de los siguientes.
Desde aquella gaceta se ametrallaba a Figueroa con
críticas y epigramas, rebotes y jaculatorias, por el es-
tilo del siguiente, que no es, por cierto, un prodigio de
ingenio :
En el Parnaso arrojó
De basura un esportillo,
El gran poeta Ronquillo
Que a Malambruna cantó.
Suaves tirones de orejas
Mandó Apolo a discreción
Pero con la condición
Que se los dieran las Viejas.
"El infernal poema" la Malambrunaida (¡no es para
tanto!) escribió el joven Mitre es sólo un compendio
de la causa más indecente de la Inquisición; y citó en
apoyo de su aserto al libro de Llórente, autoridad muy
llevada y traída por aquellos tiempos, en uno de cuyos
capítulos, al relatar los procesos por brujería instau-
rados por los inquisidores de Logroño se describen los
X
P R OLO G O
aquelarres y ritos demoníacos que tuvieron por teatro
cierto prado del Cabrón. Entre los antecedentes de la
obrilla mencionó a la Gatomaquia y al Orlando, que
"por desgracia son buenos' 1 . Reprochó a Figueroa el
que imitara en el siglo XIX a Quevedo. quien no obs-
tante sus méritos es calificado de poeta de bodegón
por Quintana, en cuya autoridad, y en la de Martínez
de la Rosa se escudaba el novel crítico, que arremetió
también de paso contra Góngora y trajo a colación
"La Mosquea" de Villaviciosa para destacar que no
contiene chocarrerías como las que afean a la Malam-
brunaida. Si el célebre V oltaire se infamó con publicar
La Doncella, si la Academia francesa cerró sus puertas
a Pirón por el delito contra el buen gusto de rimar
cierta oda innominable, "un pigmeo, coplista y pla-
giario ¿se engrandece con escribir la Malambrunaida
en el estilo más soez y menos decente?". Después de
soltarle este trabucazo a boca de jarro se encaró con
Figueroa para amonestarlo en tono solemne, "¿quién
ha dicho que el lenguaje de los dioses es para profa-
narlo de este modo? El talento divino de pintar en
verso (dice Quintana), no debió emplearse jamás sino
en dar atractivos a la verdad y exaltar los ánimos al
bien y a la verdad". Figueroa era el turiferario del
gobierno de Oribe y de todos los gobiernos, y Mitre
concluyó su artículo acusándolo de cometer, además de
sus pecados literarios, el pecado de adulación, "el más
vil de todos los abusos que se hacen del talento poé-
tico, . ♦ Es vergonzoso para los poetas haber tenido en
todos los tiempos el privilegio de adular sin advertirlo
ellos y sin que los demás lo extrañen". Puso el dedo
en la llaga con este "envío" final: por supuesto, que,
de esta dedicatoria Figueroa no se tuvo por notifi-
cado.
PROLOGO
Para hacer frente a la pedrea que granizaba de tantas
partes sobre su obra y sobre su persona, replicó Fi-
gueroa tomando a la chacota al "afiligranadísimo, Nar-
cisísimo y Delicadísimo señor don Bartolomé Mitre —
Poético — Trágico — Cómico — Greco latino — An-
glico — Itálico — Gálico — Hispánico — Antiguo
— Moderno". Rimó una danza en la que se exhibían
con burlescos disfraces sus dos principales enemigos:
Panuncio baila el minué
y Bartolomé el ondú,..
contra Carrillo dos epigramas de venenosas
Don Cuervo en aire burlón
Llamó ronquillo a un cliente
Pensando que tiene el diente
Tan débil como el pulmón:
Cuidado con los ronquillos,
Que hay alguno que en dos verhos
Sabe desplumar diez cuervos
y comer a dos carrillos.
Panuncio grazna o relincha,
Diciendo con voz menguada
Que tiene una antigua espada
Que ya ni corta ni pincha.
Así el pobre, en la azotaina
Que le llovió de Helicona,
Largó la inútil tizona
Y se quedó con la vaina.
Los flojos versos de Mitre le ofrecían blanco fácil
y seguro para sus chanzas.
En cuanto a la "Malambrunada", sus licencias (y en
esto tenía razón) son mucho menos graves que las que
pululan en los poemas burlescos más famosos, como el
Orlando. "¿Dónde han visto esos zopencos, retrucó,
que un poema cómico pueda ser escrito en el mismo
Y soltó
colas :
XII
PROLOGO
estilo que una anacreóntica?". Quejóse también de
que las agresiones contra su obra obedecían a una in-
tención política.
El "Diario de la tarde" siguió publicando críticas
contra nuestro poeta. Alguien salió a la defensa de
Mitre; "ese joven ha marchado 17 años por la senda
del honor y Vd., señor don Francisco, ha marchado
50 años por la senda de la degradación". Un oriental
tomó a su cargo puntualizar sus claudicaciones cívi*
cas: "¿a qué clase de individuos pertenecerá el que
fue español durante los dos sitios, portugués bajo el
gobierno de don Juan, imperial cuando subdito de
Pedro I y, después bautizado en la sangre de los pa-
triotas, de todos los que ocuparon la poltrona de go-
bierno?". Otro, al fin, sacó Ja moraleja en un dístico:
"Así se vive en puestos y en honores
Con sólo en la opinión mudar colores".
Se le dio por difunto rezándole jaculatorias satíricas
y se le pusieron epitafios a imitación de aquellos en
los que Quevedo sepultó en vida a Góngora bajo un
montón de chistes pringosos. Vaya uno para muestra:
"El cantor ¿1© Malambruna
Reposa aquí en sueño eterno:
Por atributo hay un cuerno
Y por adorno Ja luna'*...
Al fin, el aporreado vate recurrió a la intervención
de Ambrosio Mitre, con quien mantenía amistad, obte-
niendo que éste tirase paternal y públicamente de las
orejas al novel polemista que se le había subido a las
barbas y abandonó el combate con estas resignadas re-
flexiones: "como por una expiación de algún arrebato
de impaciencia con que babréme expresado respon-
XIII
PROLOGO
diendo a una lluvia de diatribas ijuc debí haber mi-
rado con impasibilidad, me he propuesto en adelante
contestar a cada ofensa con una composición poética
absolutamente extraña a la cuestión, que ya debe haber
fastidiado bastantemente al público. (¿Ño sería Vd.,
don Francisco, el fastidiado?) Quiera Dios que estos
insulsos versos merezcan más indulgencia a mis anta-
gonistas que los de la infeliz Malambruna' 1 .
Así terminó la polémica, que he extractado al de-
talle porque muestra cuáles eran las costumbres lite-
rarias y el estilo de la prensa de la época, abierta a
las puerilidades y personalismos y también a los desa-
hogos y procacidades; ningún recurso estaba vedado:
el mote infamante, la impúdica exhibición de las mise-
rias o fallas más secretas, la calumnia capa/, de tiznar
reputaciones o violar el sagrado de la vida íntima; que
todo llevaba por delante en sus desbordes la pasión
personal o política.
Son de imaginar las escandalosas proporciones que
hubiera alcanzado la discusión si Acuña de Figueroa
hubiera osado publicar las primeras versiones de su
poema, que desde años atrás hacía circular manuscri-
tas, condenándolas, en razón de su contenido, a la di-
fusión clandestina de las obras non sánelas, Porque
"La Malambrunaida" del Parnaso era un texto expur-
gado y corregido. Los manuscritos anteriores que co-
nozco datan de 1829. Reza así la portada de uno de
ello?: "Poema épico intitulado/ la conspiración de las/
Viejas contra las Jóvenes:/ compuesto por el Ame/
ricano D u Francisco Figueroa. Autor/ del Himno
Oriental de los treinta y/ tres, y de otras produccio-
nes, entre/ellas, la traducción al Castellano, y/ en her-
mosas dézimas del sublime/cántico del Te deum Lau-
damus-/Año de 1829''. Es una composición en un canto
y en 67 octavas reales. Describe la batalla de un es-
XIV
i
PROLOGO
cuadrón de viejas contra un batallón de jóvenes, en el
que figuran , con nombres y apellidos, mujeres de la
sociedad montevideana de la época.
La versión trunca del Parnaso, de 1837, ampliación
corregida de la anterior, tiene por escenario a Monte-
video, señalándose la llamada Peña del Bagre de la
antigua ciudad como sitio de reunión de las viejas. En
ella figura por vez primera Malambruna, que da nom-
bre al poema, subtitulado "la conjuración de las viejas
contra las jóvenes". Se introduce también un elemento
fantástico, los aquelarres de brujas y apunta tan sólo
una alusión política. Ei poema completo se desarro-
llaba o proyectaba a la sazón en cinco cantos: "El
proyecto; — La reunión de las viejas; — - El alista-
miento de las jóvenes; — El Congreso y la discu-
sión — Los himnos de guerra y la batalla''. Sólo sa-
lieron a luz los dos primeros cantos y quedó prometido
el resto para el cuarto tomo de aquella antología, que
no fue publicado.
Paralelamente a este poema montevideano, no sé a
ciencia cierta si antes o después, presumo que antes,
Acuña de Figueroa concibió y escribió una obrita muy
semejante de la que poseo dos versiones. Una de ellas,
incluida entre los manuscritos inéditos que custodia
la Biblioteca Nacional, se titula "La Carlinada o el
triunfo de las doncellas". Es un canto en 79 octavas
reales y una canción guerrera: la escena se supone
en San Carlos y el batallón triunfante está formado
por jóvenes de esa población. En el Instituto Nacional
de Investigaciones y Archivos Literarios existe una va-
riante de este poema carolino, "La conspiración de las
viejas y el triunfo de las jóvenes", poema jocoserio
fechado en enero de 1829, en 75 octavas y dividido en
tres cantos: "El levantamiento de las viejas; — El ar-
XV
PROLOGO
mamento de las jóvenes; — La Batalla y el triunfo de
las jóvenes". También en este texto figuran, con nom-
bre y apellido, jóvenes de la sociedad de San Carlos,
"La Malambrunada", con su título y versión defini-
tivos, en tres cantos, salió a luz íntegramente recién
en el Mosaico poético de 1857. En ella refundió Fi-
gueroa el poema del Parnaso y las composiciones Ca-
rolinas. En nota inédita declara el autoT haber tomado
muy en cuenta los consejos de Juan Cruz Várela a
cuyo juicio sometió sus manuscritos.
Trátase, pues, de un poema cuidadosamente elabo-
rado, corregido y pulido una y otra vez al través de
muchos años, como lo prueba la comparación de los
cinco distintos textos que he enumerado. En este pa-
ciente trabajo demostró Figueroa como en ninguna
otra ocasión su destreza de versificador, logrando la
mayor perfección formal y dando a algunos de sus
cuadros y figuras, intencionadamente deformadas con
sentido caricaturesco, un relieve plástico digno de un
verdadero artista, siquiera manejara la brocha gorda
más que los finos pinceles y prefiriera la ial gruesa
a condimentos más delicados.
El motivo cómico persistente surge desde la primera
estrofa por el contraste entre la solemnidad de la en-
tonación épica y la nimiedad del asunto, según la téc-
nica tradicional de la parodia desde el lejano modelo
de la Batracomiomaquia:
No el sangriento combate de Lepanlo
Ni del Troyano el hórrido destino,
Ni del griego Jasón la empresa canto
Arrebatando el áureo vellocino.
Mas la guerra, los odios y el espanto
Que vio el mundo en el. bando femenino,
Por negra envidia e infundadas quejas
Que alimentaban las tremendas viejas.
XVI
PROLOGO
En sonoras estrofas una doble invocación pone al
poema bajo el patrocinio del dios de la hermosura y
de las divinidades infernales:
En tan duro conflicto, yo os imploro .
Turbio Plutón, y Apolo esclarecido,
Porque ora discordante, ora sonoro,
Imite el varío asunto en el sonido;
Venga una musa con su flauta de oro,
O un vestiglo con cuerno retorcido,
Para hacer resonar en eco alterno
Unas veces la flauta, otras el cuerno. '
Malambruna, vieja sesentona, bizca y hombruna, se
revuelve en su lecho desvelada por la envidia y el de-
seo* Aspira a disputar a las jóvenes los triunfos del
amor y los favores masculinos, revolviendo en su es*
pírttu planes de lucha y de dominación.
Introduce aquí Figueroa el motivo político, ausente
de las primeras versiones del poema. La empresa des-
tinada a entronizar al viejo bando se iden ifica con la
Santa Federación:
Seré la restauradora
Del viejo bando, exclamaba,
Y a mi dominio sin traba
Llamaré. . . Federación.
Federación, Patriotismo,
Constitución... vanos nombres!
He aprendido de los hombres,
Sólo el mando es lo real..»
Pondré en las aras mi imagen
Me ensalzará la Gazeta,
Que a la virtud con careta
Aplaude el vulgo servil.
Se incorpora en el lecho, para poner en acción sus
planes, vistiéndose apresuradamente. La escena en que
XVII
se describe la confusión de Malambruna imita un epi-
sodio de "La secchia rappitta" del Tassoni:
Incorpora su mole, y se oye el lecho
Crujir bajo la masa corpulenta,
Y esperando sacar honra y provecho
De su plan endiablado, se calienta
Y arroja con furente desaliño
Una mano al jubón, otra al corpino.
La ropa en el desorden y presteza
En sus trémulas manos se trabuca,
Ya lleva un escarpín a la cabeza
Ya ensaya en una pierna la peluca;
Vístese finalmente» se espereza
Salta del pabellón la enorme cuca,
El elástico muelle da un gemido,
Y queda un pozo en el colchón mullido.
El motivo recuerda el sobresalto, la confusión de
los modeneses ante la invasión boloñesa en el canto
primero del Tassoni:
II martellar de la maggior campana
Fe piú che in íretta ognun saltar dal letto,
Diedesi a Tarma: e chi balzó le scale,
Qui corsé alia finestra, e chi al pítale;
Chi si mise una scarpa e una pianelk,
E chi una gamba sola avea calzata;
Chi si vestí a rovescio la gonnella,
Chi cambió la camicia con Pamata:
Fu chi prese per targa una padella,
E un secchio in testa in cambio di celata;
E chi con un roncone e la corazza
Corve bravando e minacciando in piazza.
Sale Malambruna al campo empuñando un cuerno,
reliquia de su difunto marido, a cuyo sonido acude vo-
lando un enjambre de brujas, quienes celebran consejo
bajo la presidencia de Satán,
XVIII
PROLOGO
En un cuadrito que recuerda las aguafuertes fantás-
ticas de Goya y en el que figuran los versos de más
color y resalte de la obríta, pinta Figueroa el aque-
larre y los ritos demoníacos. Arenga Malambruna a
sus huestes, cuya unión estará simbolizada en los gra-
nos apretados de la mazorca. Aprueba Satán los planes
de guerra y parte con su legión de brujas a despertar
a las viejas. Vuelta a su mansión, se arma Malambru-
na con grotescos arreos de guerra y sale al campo,
jinete en un asno, que
En proyectos asninos
Tal vez piensa también, y corre y salta,
Sin errar los caminos;
Sólo el habla le falta:
Como a otros viceversa, en sus destinos
Falta el rebuzno, para ser pollinos.
Describe el canto segundo el armamento de las vie-
jas, cuyos escuadrones capitaneados por jefes de so-
noros nombres lucen extravagantes armas y atributos.
Curt amona con cien sayones de grotescas figuras, Fal-
comba mandando un batallón de trescientos marima-
chos, la fornida catalana Arcisona, la beata Piutonina
que encabeza un regimiento de mojigatas. Salomona
con sus mazorqueras. . . Muchas aspiran al mando;
otras se conforman con los empleos y despojos del
reparto pensando que les tocará gobernar el tesoro,
regir la aduana, participar de los contratos y abastos,
o pescar un ministerio o un comisariato».. Encum-
brada Malambruna al mando supremo, pronuncia un
discurso en el que parodia la fraseología vaga y exal-
tada del romanticismo político:
"Capitanes, les dice, estas legiones
Que un talismán satánico convoca,
A una alta empresa a dirigir me obligo,
¡Vuestro es el porvenir!" ¡bastante os digoí
XIX
PROLOGO
Santa es nuestra misión; de ensueños de oro
Surge etérea visión, con blanda brisa;
Maldición y anatema! ya insonoro
Ruge el volcán, y el caos se divisa".
A tales frases, el vetusto coro
Murmura, este demonio en sus relatos
Nos dice mucho, y nada, entre dos platos.
Después de una disputa de Malambruna con Fal-
comba desfila el ejército entonando una canción gue-
rrera cuya letra es un remedo de los himnos patrióti-
cos por el estilo de los que Figueroa componía con
inexausta vena:
Amor con sus goces
Nos llama a la lid;
Juremos, o viejas,
Gozar, o morir I
El tercero y último canto relata el armamento de las
jóvenes y el triunfo de la hermosura. Al abandonar
el tema bufo, decae el valor literario del poema: la
evocación del batallón de jóvenes es enumerativa, la
descripción pálida y sin brío. Venus da la señal de
alarma al bando juvenil. Comparecen Citerea seguida
de las Tres Gracias y conducida en un carro tirado
por dos blancas palomas; no faltan tampoco mil Cupi-
dillos que revolotean como mariposas.». Las jóvenes
tienen nombres convencionales: Cloris brilla como
una azucena; Lesbia luce como una rosa; Violante
recibe de la diosa del amor un jazmín; desde luego,
que la azucena es candida, la rosa, purpúrea y pálido
el jazmín... La capitana maneja el arco de Cupido
y la lanza de Mavorte.
Esta cursi mitología, esta retórica arrugada y seca
como una pasa, aburren pronto al autor, quien pre-
XX
PROLO G O
siente los bostezos de sus lectores y abrevia la descrip-
ción intercalando una canción guerrera de festivas no-
ta». La batalla, salpicada con algunos rasgos picantes,
concluye con la derrota de las viejas que se arrojan
en tropel a una laguna donde Plutón las convierte en
riñas. Y el bando triunfador vuelve a la ciudad entre
músicas y aclamaciones.
En un ensayo sobre Figueroa, publicado hace algu-
nos años, llamé la atención sobre la identidad del tí-
tulo que ostentaban las primeras versiones del p o emita
con el de una obra italiana del siglo XIV, de Franco
S aeche tti: "Quatro cantara de le belle donne di Fi-
renze, e la bataglia fanno con le vecchie". Entre los
supuestos antecedentes de "La Malambrunaida" citados
al publicarse en el Parnaso, nadie recordó el poema
de Sacchetti, del que Figueroa tomó el tema y algunos
de los motivos esenciales de su composición. Tratábase
de una obra rara, aunque corría ya impresa en tres
ediciones recientes: las primeras, incompletas, fueron
publicadas en 1819; en 1825 el poema íntegro fue in-
cluido en una colección de poesías de autores italia-
nos de los siglos XIV al XVIII, editada en Florencia. 1
1 La Bataglia/ delle/vecc,hie con la giovani/ canti due
/di/ Franco Sacchetti / publicati per la prima volta / ed
illustrati / da Basilio Amati / da Savignano / Bologna /
MDCCCXIX / Pe' Fratelli Mari e Compagno / Con aproba-
zione.
La segunda edición, por el mismo Amati, es de Imola, tam-
bién de 1819, Fue publicada completa en Saggio /di rime/
di/ diversi buoni autori/ che fiorirono / dal XIV fino al
XVIII secólo /Firenze/ Nella Stamperia Ronchi e C9 /
MDCCCXXV.
Los datos sobre estas ediciones se encuentran en las Notas
a la edición moderna incluida en la colección Scritori d'Ita-
lia/ Franco Sacchetti /La battaglia delle belle donne /Le
lettereX Le sposteioni de Vangeli A cura di / Alberto Chiari-
Bari/ Gius-Laterza FigU/ Tipografía editori- Librai / 1933.
XXI
PROLOGO
Franco Sacchetti, conocido por el renombre univer-
sal de sus trescientas novelas florentinas, escribió su
poema en cuatro cantos y en octava? reales. Es una
exaltación, una glorificación de las doncellas de las
preclaras estirpes florentinas contemporáneas del au-
tor, las que desfilan por sus versos adornadas con los
atributos retóricos convencionales y luciendo las ense-
ñas de los escudos de las casas nobles y eligen reina
a Constanza, del tronco de los Strozzi. Sacchetti coloca
su poema bajo la doble y divergente protección de la
Virgen María y de la Santa Venus. En sus eruditos y
bellos estudios sobre la poesía de Dante, Carducci ha
rastreado los antecedentes de esta obra. Algo de la
poesía trovadoresca, de las Cortes de Amor y las Ca-
zas de Diana, sobrevive aún en las mortecinas octavas
de Sacchetti, El Dante mismo pagó tributo a esta moda
en los serventesios de su juventud que enumeran las
sesenta jóvenes más bellas de Florencia. Amor es to-
davía en los versos de Sacchetti una fuente de valor y
de virtudes caballerescas. Un eco de los versos del má-
ximo poeta parece sonar en sus estrofas:
"Amore in cuor villan no ha suo loco"...
Pero, en la prosaica concepción del autor burgués
de la Batalla, se diluyen estos dorados recuerdos de
una edad pasada, y aparecen apenas como pálidas ale-
gorías de un mundo ya desvanecido de ilusión y de
magia. Es una obra de transición, degeneración de la
antigua poesía trovadoresca basada en el culto a la
mujer y en el concepto místico del amor. Sacchetti
desarrolla, luego, una idea curiosa y extravagante: las
viejas de Florencia, movidas por la envidia a la belleza
triunfante y glorificada, se reúnen en consejo para
XXII
PROLO GO
tramar la ruina de las doncellas;. La reunión de las vie-
jas tiene lugar en un easerón "cerchiato da ogni bruttu-
ra"; en torno de ellas, se agolpan para secundar sus
propósitos, los representantes de la más envilecida
chusma. Los escuadrones de viejas, como en "La Ma-
lambrunada", montan en asnos y otras exóticas cabal-
gaduras, tremolan grotescos estandartes y se movilizan
con infernal algazara bajo el patrocinio del demonio
y de Proserpina, esgrimiendo como armas instrumen-
tos de toda laya:
"Erario aúnate d'uncínuli raffi.
Di palé, coltellacci e di ?chedoni v , . .
Eligen capitana a una bruja llamada Ghisola, una
"falsa strega invidiosa", que arenga a sus huestes como
Mal amb runa:
"Ghisola si levó con un gran tuono,
E la su a srrostza pai irosa aprine.
Dicendo: En nome del crudel dimono.
Silla, Cariddi, e ttitte alirc ruine
Adempian oggi il nos tro mal volcrc,
Si ch' ogni ben si possa far cadere". . .
Los fieles amantes del amor ideal y platónico,
"Amore é tanto quanto onesía brama.
Non giá carnal disio..."
acuden en socorro de las doncellas.
Se traba una descomunal batalla en la que las viejas
y sus escuadrones son derrotados, quedando los cadá-
veres tendidos sobre el campo para pasto de lobos,
cuervos y aves de rapiña. Así se consuma el triunfo
XXIII
PROLOGO
del amor y de la hermosura y se cierra el poemita de
Sacchetti, escrito
**A onta de le vecchie dolorose
E degli avari tristi smemorati ;
A bene e pace de le valoróse
Leggiadre donne e de gli innamorati"
El tema, la lucha de las viejas contra las jóvenes,
no es enteramente original de Sacchetti. En la litera-
tura clásica griega hay un modelo de superior jerar-
quía. El contraste cómico aparece en "La Asamblea
de las mujeres" de Aristófanes, escrita para clavar en
la picota de la sátira las quimeras comunistas de los
filósofos. Las mujeres de Atenas, disfrazadas con los
mantos de sus maridos y empuñando sus bastones la-
cedemonios, invaden una madrugada al Pnix capita-
neadas por Praxágoras y se adueñan de la asamblea,
decretando la comunidad de bienes, comunidad que
incluye la de mujeres y de hijos, como en la república
platónica. Una de las escenas presenta a una mujer
vieja trenzada en ruidosa gresca con una joven por la
primacía en sus derechos al amor. El tema cómico se
desprende con clara lógica estética de la concepción
de Aristófanes y se desenvuelve con chispeante malicia
y desenfrenada obscenidad. El motivo que había rodado
con soberano impudor y orgiástica libertad sobre la
escena de la antigua farsa, se convierte, en el desma-
yado poema del florentino, en una invención absurda
y sin sentido, rellena de sentimientos convencionales
y de recursos truculentos. Que para algo Aristófanes es
un creador genial y Sacchetti tan sólo un prosaico ver-
sificador burgués.
Las mujeres guerreras, tan numerosas en la leyenda
y la poesía grecolatinas, pulularon en los poemas épi-
XXIV
PROLOGO
eos de la Europa moderna. El tema debía tentar a los
Horneros bufones, valga el epíteto de Hugo en su reso-
nante manifiesto romántico, que surgieron al agotarse
la savia del viejo tronco épico medioeval. Por el mundo
encantado del Ariosto vagan escuadrones de mujeres
que militan en la andante caballería y luchan con tanto
furor en los combates de Marte como en los de Venus,
protagonistas de lances tan peregrinos y lascivos como
las aventuras de Flor de Lis y Ricardetto del canto
XXV del Orlando. Las Clorindas, Doralisas, Marfisas
y Bradamantes emulan las proezas de las Amazonas,
Pentesileas y Camilas. No faltan tampoco las viejas
armadas en guerra» Batallones de doncellas guerrean
en el poema burlesco de Tassoni. Triunfos y vilipen-
dios de las mujeres aparecieron en todas las literatu-
ras europeas, desde el declinar de la Edad Media»
El espíritu travieso de Figueroa tomó directamente
de Sacchetti el tema de su intrascendente juguete có-
mico. Aunque se complació en destacar algunas remi-
niscencias clásicas de su Malambrunada, se guardó
bien de citar al autor y a la obra de quienes tomó la
concepción y los motivos centrales del poema. Segu-
ramente ninguno de sus críticos de 1837 conocía la
obra de Sacchetti, exhumada hacía pocos años de vie-
jos códices y que corría en tres modernas ediciones.
En sus dos primeras formas, la batalla montevideana
y "La Carlinada", el poema de Figueroa era una sátira
local en la que hacía intervenir el autor a personas
reales, como en el triunfo de Sacchetti» Al refundir
estos ensayos en la versión del Parnaso de 1837, Fi-
gueroa eliminó los nombres y apellidos de jóvenes de
XXV
PROLOGO
la sociedad montevideana y de San Carlos cuya publi-
cación hubiera escandalizado al pequeño mundo lite-
rario y social de la época. Su obra, a pesar de esas pru-
dentes podas, fue calificada de cínica y obscena. Los
rasgos groseros y de mal gusto que la afean, saltan a
la vista. Sin embargo, Figueroa tenía razón contra sus
impugnadores cuando protestaba que su obra era más
decente que la mayoría de los poemas fantásticos o
burlescos famosos, donde toda licencia y chocarrería
tienen lugar. "La Malambrunada" es un pasatiempo
inofensivo si se le pone en parangón con las desver-
güenzas blasfemas de la Pucelle, la enorme y lujurian-
te obscenidad de Rabelais, las fantasías libidinosas de
Ariosto, el cinismo del don Juan de Byron o las licen-
cias del poema trunco, de estupenda riqueza verbal,
en el que Quevedo rebajó las fabulosas aventuras de
Orlando al nivel de un cuento apicarado y tabernario.
Pero, "La Malambrunada" es un anacronismo lite-
rario. Dijo Figueroa, y juzgó bien con ello el alcance
de su obra, que ella era no otra cosa que un juguete tri-
vial. ¿Cuál puede ser el simbolismo trascendente, capaz
de dar al poema valor humano y permanente? ¿La vic-
toria de la juventud y la hermosura sobre la ancianidad
y la decrepitud? Pensamiento tantas veces expresado
en los viejos modelos de los Triunfos pertenece a un
fondo de filosofía vulgar, vieja como el mundo, que
es ya de todos y de nadie.
En la última versión dio entrada Figueroa a la sátira
política y literaria. Tardíamente, cuando Rosas y la
Federación no eran más que recuerdos históricos, los
abigarrados batallones de viejas que capitanea Malam-
bruna, aparecieron en las páginas del Mosaico ento-
nando himnos federales jocosos, por el mismo estilo
de los que antes el autor escribiera en serio para las
XXVI
PROLOGO
solemnidades cívicas, y la protagonista parodió las
ambiciones y las simulaciones de los actores del ré-
gimen desaparecido, A decir entera verdad^ los tiros
burlescos de Figueroa no se concentran únicamente
contra la Federación y el sistema rosista. Cuando arre-
mete contra ellos no eran más que desvencijados mo-
linos de viento; su burla alcanza también a las asam-
bleas públicas, a los vanos nombres de ley, unión e
igualdad, al voto popular, formas todas, para el des-
creído poeta, de la mentira política que diera abun-
dante tema para los sarcasmos de sus epigramas y le-
trillas. Sería un contrasentido suponer al antiguo turi-
ferario de Rosas hombre capaz de atacar al sistema
caduco en nombre de un nuevo ideal político.
También hace burla del romanticismo, o mejor de
la exaltación y la vaguedad de alguna fraseología de
los románticos, porque sería falsear los hechos conce-
der a esas alusiones superficiales y ligeras la jerarquía
de una sátira literaria contra el romanticismo. Cita al
azar, sin que se sepa por qué y para qué, a Ducange
y a Víctor Hugo.
El romanticismo era el hecho nuevo y Figueroa el
sobreviviente de un tiempo pasado que, desmintiendo
la inmortal melancolía de la copla de Manrique, no
había sido mejor. En literatura como en política, Fi-
gueroa fue siempre un conservador apegado al statu
quo y hundido hasta las cejas en la prosa cotidiana
de la vida. Es, pues, falso y de mal gusto suponer que
por esos postizos aditamentos su pasatiempo literario
pueda alcanzar el valor de alegoría de la lucha entre
pasado y presente. Mucho más falso todavía presentar
a Figueroa como campeón del espíritu nuevo, siquiera
sólo en sus versos y circunstancialmente.
XXVII
PROLOGO
Considerada como sátira "La Malambrunada 1 ' ca-
rece de interés y de sentido. La burla de la vejez, de
sus aspectos físicos e intelectuales tristes o deformes,
fue uno de los temas que nuestro Quevedo oriental ex-
plotó con más frecuencia. El poema está marcado por
cierto sello de vulgaridad, o, si se prefiere, de insensi-
bilidad humana y moral. Todo satírico de verdad es,
por definición, moralista. La sátira social, política,
literaria, cabe dentro de la mejor tradición de la pa-
rodia burlesca. Los ejemplares más vivos del género
conservan interés actual o humano, o por lo menos
histórico, gracias a la fuerza y empuje demoledores de
su concepción satírica. La reyerta entre los canónicos
de una iglesia de París por un facistol que narra Boi-
leau en "Le lutrin", no es tema capaz de rozar nuestro
espíritu ni nuestra sensibilidad: la obra es, en defini-
tiva, de soporífera lectura, a pesar de su frío y acica-
lado estilo. En cambio, la guerra entre boloñeses y
modeneses por trofeo tan insignificante como un reci-
piente de agua no es más que un pretexto para el des-
borde de una sátira agresiva y multiforme, que se
rompe en espumarajos alrededor de los hombres, las
costumbres, las instituciones de la decaída Italia del
siglo XVII. Juzgó con ligereza Voltaire en su Guerra
de Ginebra al autor de "La secchia rápita" cuando lo
apostrofó:
" j O Tassoni, plus Iong dans tes discours
De vers prodigue et d'esprít fort avare!".
El poema eroisatiricómico al que Tassoni se jactaba
de haber dado ciudadanía en la república de las letras
no es sólo una parodia bufa de las formas de la epo-
peya renacentista ya en plena degeneración. Es una
XXVIII
PROLOGO
caricatura de la sociedad italiana del 700, humillada
bajo la dominación española, de una sociedad que
había perdido su alma y era incapaz de concebir el
mundo heroico del Tasso o de soñar de nuevo las fan-
tasías maravillosas del Ariosto. Al través de sus mas-
caradas, más allá de las feroces venganzas personales
que animaron al autor y crearon al estrafalario conde
de Culagna, su mirada lúcida y burlesca nos muestra,
con variedad de estilos y en abigarrada confusión, el
espectáculo de una nación en decadencia, vacía de
ideales y de aspiraciones superiores. "Si no crea for-
mas nuevas y vitales, escribe Francisco Mannucci, uno
de sus editores y críticos modernos, les deja el campo
libre, triturando las antiguas con el martillo de la co-
micidad".
El poema de Figueroa es un puro anacronismo lite-
rario. Su embotada sátira no hiere a nada y a nadie
que merezca ser herido. Imita y prolonga a un género
ya caduco. Toda la obra de Figueroa es eco de formas
y géneros literarios destinados a desaparecer junto con
el régimen político y social al que pertenecieron. En
sus epigramas y letrillas hay más, mucho más, de imi-
tación de géneros cultivados por los clásicos, que de
sátira nacida de la observación de la realidad y dis-
puesta a enfrentarse a ella para aleccionarla y sacu-
dirla rudamente.
Los poetas españoles del siglo XVIII habían escrito
memoriales como aquellos suyos, no desprovistos de
algunos granos de ingenio, en los que pide auxilio a
los poderosos de la época para remediar crónicas pe-
nurias económicas; ya en el fondo del siglo XV espa-
ñol Menéndez y Pelayo ha iluminado la silueta de
aquel Antón de Montoro que practicaba la mendicidad
XXIX
PROLOGO
poética, extendiendo las manos pedigüeñas con mano-
jos de rimas:
Si vuestro buen remediar
Non viene con manos llenas,
HaLrá de ir a acompañar
A las que Dios faga buenas...
Las profecías del año por entrar que escribió Fi-
gueroa tenían asimismo modelos abundantes en las le-
tras europeas. Ya siglos antes Rabelais había escrito
los pronósticos pantagruelmos ciertos, verdaderos e in-
falibles, cuya paternidad atribuía al Maestro Alcof ri-
fa as. Mientras la sociedad se renovaba en torno suyo,
Figueroa divirtió sus ocios rimando en "La Malam-
brunada" una imitación de un viejo poema italiano.
Fue primero algo así como una crónica local escanda-
losa por la presencia en ella de personas de carne y
hueso, a costa de las cuales obtenía fáciles efectos có-
micos en los corrillos de la ciudad por los que circu-
laba clandestinamente. Luego fue depurando su obra,
larga y premiosamente trabajada. Introdujo en ella el
tema fantástico y de brujería. No era una novedad,
¡desde luego!, en la literatura universal. Ni siquiera
en la escasa literatura platense: Echeverría había es-
bozado en 1832 la descripción de un aquelarre de bru-
jas en su romántico engendro ""Elvira o la novia del
Plata". Pero no podrían compararse los versos ramplo-
nes de Echeverría con las octavas de Figueroa. No vale
la pena discutir si tomó de Llórente o de cualquier otra
parte, incluso los libros que cita, los datos en que se
basó para diseñar la escena.
Esta tiene pintoresco relieve y acertados toques de
plasticidad y de color. Las estrofas bien buriladas
abundan en los dos primeros cantos de "La Malambru-
nada". Supuesta la índole propia del género, los efec-
XXX
PROLOGO
tos de bufonería son por momentos de buena ley y de
la mejor cepa clásica. Las partes mejor trabajadas del
poemita, las más ingeniosas y de más valor artístico,
el aquelarre del canto primero y los estrafalarios es-
cuadrones vejestorios del segundo, son las que presen-
tan más escabrosidades y crudezas; la deformación
caricaturesca era propia del asunto, como lo es tam-
bién de la opereta cómica que tiende a lograr efectos
análogos.
Zum Felde ha señalado acertadamente que el poemita
cuyos dos primeros cantos vieron la luz en el Parnaso
Oriental es en conjunto más armonioso y mejor con-
cluido que la versión posterior; aunque hay algunos
aciertos parciales en las correcciones, por ejemplo, la
sustitución de la peña del bagre por el campo abierto
como escenario de una parte de la acción. Figueroa
varió la versificación en sus versiones últimas obede-
ciendo al influjo romántico; tampoco mejoró con ello
el poema; poeta fácil y excesivamente fluido ganaba
Figueroa sometido a la ceñida disciplina de la octava
clásica. Para vencerla y ayudar a su fantasía, puso a
contribución lo mejor de su cultura clásica y acertó a
dar a sus fantásticos cuadritos y evocaciones una rea-
lidad casi palpable.
Si crítico tan dotado del don de simpatía por los
maestros españoles de la edad de oro como Pfandl
califica de fruslería poética a la Gatomaquia de Lope
de Vega, a pesar de su ingeniosa invención, de la ele-
gancia y graciosa soltura de sus silvas, bien puede
afirmarse que "La Malambrunada" de Figueroa, des-
pojada, como corresponde, de cualquier sentido sim-
bólico y trascendente, es nada más que un juguete li-
terario. Cuando se publicó su primera versión, Acuña
de Figueroa era ya el representante del tiempo pasado,
XXXI
PROLOGO
ajeno a las ideas, a las aspiraciones, a las Inquietudes
políticas, sociales y literarias de las nuevas generacio-
nes. Brisas de renovación comenzaban a orear el am-
biente de la aldea colonial. Tras la primera emigración
unitaria, la tormenta política arrojaba a las playas de
Montevideo los dispersos de una nueva generación, ni
unitaria ni federal, que buscaba elaborar una doctrina
propia para alzarla como lábaro de combate. Se rom-
pían los secos y rígidos moldes del clasicismo de Luca
y de Juan Cruz Várela que diera su acento a los pri-
meros himnos y las primeras odas a la libertad y a la
independencia. Los jóvenes se reunían en salones y so-
ciedades donde se comentaban libros recién llegados
de Europa en cuyas páginas bullían ideas que hacían
vislumbrar horizontes intelectuales desconocidos y bajo
cuyo influjo proclamaban dogmas de contenido revo-
lucionario más profundo que el de una revolución po-
lítica. Al conjuro mágico del romanticismo, la virgen
naturaleza de América se ostentaba revestida de des-
lumbrante belleza. Se exhumaban las reliquias del pa-
sado para intentar por vez primera la reconstrucción
de su historia, Echeverría proclamaba la misión "so-
cialista" del arte. La pluma del escritor era un arma
siempre afilada para el combate.
En este escenario social sacudido hasta los cimien-
tos, entre este trágico y fecundo torbellino, Acuña de
Figueroa, como en los quietos días del antiguo régi-
men, gastó su más reflexivo y prolongado esfuerzo en
un poema burlesco, volcando lo mejor de su ingenio
en las formas caducas de un género muerto, *
GUSTAVO GALLINAL
• Publicado en "Revista Histórica". Tomo XVI, págs. 503-
588» Montevideo. 1948.
XXXII
TOMO TÜROKEO
Se hallará de venta en Montevideo. — Librería del Sr. Don
Jaime Hernández.
En Buenos Aires. — Librería de Jus SS. Mompié a Isac,
calle de la Reconquista 72.
Al presentar al Pueblo Oriental e¡ Tercer volumen del Par-
naso, me es grato tributarle las más expresivas gracias por la
protección que ha dispensado a mi tarea. He Querido hacerme
acreedor a tan distinguida merced* reuniendo lo que me ha pa-
recido más digno: si me he equivocado en la elección, cúlpese
sólo a mi insuficiencia y no a mis deseos, porque éstos han sido
los de agradar, y para ello no he perdonado sacrificio.
Me parece haber cumplido el compromiso que contraje, aún
más allá de mis ofertas, constando este tomo de 334 páginas de
verso, cuando sólo había ofrecido 320 y a pesar de este aumen-
to, debo decir: que quedan en mi poder un gran número de
composiciones métricas que me ha sido imposible registrarlas
en este volumen, la mayor parte de la distinguida poetisa la
Sra. D* Petrona Rosende de la Sierra; si apareciere el 4<>
volumen, en él serán insertadas, como también la conclusión del
Poema joco-serio del Sr. D, Francisco A. de Figueroa, que
cierra éste.
Montevideo, 25 de Mayo de 1837.
EL EDITOR.
EL
PARNASO ORIENTAL,
GUIRNALDA POÉTICA
MONTEVIDEO.
imprenta ORIT5WTAI., — S. Fernanda n» 11*
1837.
BC PARNASO ORIENTAL.
3
EN EL 25 DE MAYO DE 1836.
ODA
Dedicada al Exmú* Sr. Presidente de la República, Brigadier General
Dom U andel Oribe.
(Por D. Francisco Acuña de Figueroa)
Helo al astro bridante !
Con qué esplendor del Orizonte sube,
Y en el docél de rozagante nube
Se ostenta rutilante !
Magestuoso se oncumbfa
Y el almo suelo de la Patria alumbra,
Pareciendo que absorto considera
Su imagen celestial en su bandera.
Tal con pompa brillo nuncio divino,
Cuando con pecho fuerte
Lanzó el bravo Argentino
El éco grande LIBERTAD ó MUERTE !
Que aterrara al León. — A sus campeones
Allí entre fiero espanto y convulsiones
Como heridos del rayo
Los vio qao misino Sol, el Sol de. Mayo.
Tornan eti sí, y retumba
Fiero el rugido del León de España
Del Potosí en la aurífera montaña
Y en los Valles de Otumba : *
* Célebre Valle en Méjico, donde las tropas de Huma* Curié*
lucieron un lio rtible dwtrizo en*l Ejército de lew luiiicir. (¿Vrtft M '
Autor)
£L PARNASO ORIENTAL*
AI horrendo fracaso
Es fama que en el alto Chimboraso
Se vió un fantasma recorrer la sierra
Y con roncos acentos griiar GUERRA! ( !
Crece el furor, y crece el ardimiento,
Y al éco de venganza
De furores sediento
Empuña Marte la ominosa lanza ;
Hace rodar el carro furibundo,
Y a! descender estrepitoso al mundo
Retiembla el alto Cielo
Y se inclina su bóveda hasta el suela
Como eléctrica llama
Cunde en los libres el celeste rayo
En tanto que á los hijos de Pelayo
Igual rencor inflama ;
Así con varia suerte
Vaga la destrucción, vaga la muerte,
Cual si la Patria fuera, en su amargura,
A sumirse en su inmensa sepultura.
Todo es furor y sangre.. J Al fin dichosos
En las playas de Oriento
Los libres victoriosos
Postran la ira del León rugiente,
Que espirante sucumbe á tanto arrojo,
Y dando contra el suelo con enojo
La sangrienta melena,
Clavó las duras garras en la arena^
Trozadas sus prisiones
Se alzó la Patria al disco do la Luna
EL PARNASO ORIENTAL*
5
Con pompa y con honor ; y la fortuna
Ornó con sus bhzoncB
AI que hoy yaoe en olvido
En tierra esclava, y en dolor sumido. *
Así Icaro en las auras se alucina
Y paga su confianza con su ruina.
Mas oh caso cruel ! un pueblo hermano
Con política ingrata
En agresor tirano
Se convierte, y los vínculos desata ! !
En la lid detestable victoriosa
Do quier la Patria fué ; mas ya horrorosa
Fatídica trompeta
Empezaba é anunciar torvo cometa.
En tan mísero estado
Ay t oh Patria, ya suenan tus prisiones ;
Ya el Lusitano apresta sus legiones
A la lid preparado :
Ya cual fiero torrente
Se tanzan en los campos del Oriente,
Y del mar los espacios cristalinos
Cubre una selya de flotantes pinos.
Todo cede y sucumbe. — Semiviva,
Y anegada en su llanto
^ Vi á la Patria cautiva
Trozado el cetro, y desceñido el manto :
Ora abatida en triste desconsuelo
Las manos aherrojadas alza al cielo :
El* ! SeB^r D, Jopé Artiga*, primor Gfln*ral que lavo la Patrio,
primer garojieon de su libertad, (Nota del Autor.)
&
EL MftfTASO ORIENTAL*
Ora con honda ira
Por un heroico vengador suspira.
Nneve veces c» vano
Opaco el Sol do Mayo oyó sus prccef r
Y las tristes Hyadas nueve veces
Inundaron el llano
Con su urna inagotable, *
Hasta que e) héroe invicto é indomable
Que saltó á nuestras playas el primero
Pué ef anuncio de muerte al estrangero.
Lavalleja inmortal ! Tu „ombre y fuma,
Y la de mil valientes
iQue allí tu ardor inflama
Respetarán atónitas las gentes,
Cese ya el ostracismo * ven dichoso
Como nuevo Temístocles virtuoso,
No quiera el hado insano
Hacer de un Escipion un Coriolano. # *
¿ Y quien los altos hechos
De Rivera dirá cuando animoso
Vibro en Haédo el brazo poderoso?
O bien cuando deshechos
Los fieros escuadrones
Del potente opresor, salvó á Misiones ?
¿ Quien al estrecho verso circunscribe
La inmensa gloria del excelso ORIBE ?
* Ln» Ityadap, hJjia de Allaa y de EUieria, lloraran tanto la
muerto de eu hermano Hyap, que loa Dín*e-> íhs Iranífonnamn pn as-
ir^ lluvioso?, y presiden á nierta esiaeton de) ailo. (Nota del Autor.)
Esta Oda fué hecha en Mayo dd 1830, hallándose emigrado en
B jeno* Aires el 8r. General La val I ej^, (Del mismo )
EL PARNASO ORIENTAL. '
No mas tremendo ante Ilion armado
Se vio Aquíles furente
Cuando acia atrás turbado
Volvió el undoso Xanto su corriente,
Que en Sarandí se viera, y en e! Cerro
Aquel héroe blandir el duro hierro :
El hierro que en sus manos
Será siempre el terror de los tiranos.
Oh Sarandí glorioso ! *
La falange Oriental en tu rivera
Destruyó á los valientes : allí fuera
El choque «anguinoso,
Allí el lidiar tt emendo,
Y hubo cabeza que con golpe horrendo
Dividió desús hombros la cuchilla,
Y fué á espirar sobre la opuesta orilla.
Con mas furor en Jtuzáingo á mares
La sangre so derrama,
Allí Branzen, Bezares,
Y otros, logran muriendo eterna fama.
Fatal Mavorte que dó quier invade
Siembra el espanto; y porque no se apiade
En tan tremendo duelo
La muerte con sus alas tolda el cielo.
Al fin cual nueva estrella
Se alza la Patria libre : ya en su solio
De la Ley en el sacro Capitolio
Preside Thémis bella ;
* Acción memorable ganada por ni Sr. G?nernl Lwalltsja; dontln
también ee halló el Sr. G mcral 1>. Manuel Ohibe, (Mi 'a del autor)
8
EL PARNASO ORIENTAL.
Nacer ciudades véo,
Se fomenta el saber, se nlza un Liceo,
Y el alcázar tonante de Belona
Es el vergél de Céres y Pomona. *
Viéronse en él los Lusos ostentando
Sus relucientes mallas,
O el bronce fulminando
O cual sombras vagar en sus murallas;
De cañones, de brutos, y de gente
Gimió oprimido el levadizo puente,
Mas boy ya transformado
Es templo á la Abundancia consagrado.
Ese arco que en la altura
Domina por su forma prominente,
Fué la mansión fatal, do el delincuente
Entre horror y amargura,
O el heroico patricio
Esperaron la hora del suplicio,
Parece aún que vagan en su techo
Tristes gemidos que lanzara el pecho*
De allí salió al cadalso el atrevido
Que en deserción honrosa
Se viera sorprendido
AI ir acia la Patria, acia la esposa ;
Víctima inulta! ! en tan amarga pena
Grabó haciendo cincél de bu cadena
Con pulso mal seguro
El triste adiós /♦♦.. en el espeso muro.
* Alusión ¿ la CiücMela transformada últimamente en un magní-
fico Mercado público, (Nota del Autor.)
EL PARNASO ORIENTA!/.
9
Todo do quier florece ;
El numen que produjo al sacro olivo
Nos cubre con su egida, y el cultivo
A las ciencias ofrece/
Aquí el árbol frondoso
De Libertad se eleva, y delicioso
Fructifica feliz porque recibe
Cuito y respetos del invicto ORIBE.
Con su hálito fatal jamás la envidia
Sus laureles marchite,
Ni con baja perfidia
La adulación acia el error le excite,
Y tú, 6 Sol, que al Oriente patrocinas
Y á su nave entre sirtes iluminas,
Deja que con acierto
Entro Scyla y Caribdis llegue al puerto.
T031 3
EL PARNASO ORIENTAL,
EN EL 25 DE MAYO DE 183t>.
ror 9¡ Dr. D. Carlos G. Villademor*,
CORC
Soldé Mayo, tu luz refulgente
¿I la tumba del héroe airije,
y las letras eternas alumbra.
Que laglona en su lápida escribe.
Haz que el hijo, en los huesos sagrados
De su padre se goce orgulloso,
Que allí estudie del hombre los fueros,
De los cielos el don mas precioso.
Que allí aprenda a* morir ó ser libre
A empuñar el acero ominoso,
Pero grande, de palmas cubierto.
Cuando el pais le donó, en su socorro.
Coro, &c.
Haz que traiga á au mente agitada
El recuerdo de siglos heroicos,
Que compare á los hechos dé Mayo,
Y mas grandes, esclame, vosotros
Descendientes del Inca! mayores
Os mostrasteis, que fueron famosos
EL PARNASO ORIENTAL.
ti
Escipiones, Anníbalee, Bruto?,
Eq los tiempos de Roma gloriosos,
Coro, &c.
A la voz imperiosa que disteis
A ese grito, a] tirano espantoso
La opresora cerviz endereza
Y se observa vencido ya y solo.
El gran dia de América truena,
Parte el rayo é hiriendo al coloso,
En mil partes sus miembros divide
Y ora yacen envueltos en polvo.
Coro, &c*
A esa voz imperiosa, los hijos
De Capac,con la carga agoviados,
Lanzan gritos de rabia, y conmueve
Al Eterno su noble entusiasmo.
EL carcax á sus hombros, la pica
Otra vez del indígena al brazo
Recostada se mira, y espera
Con robusto talante ei estríigo.
Coro, &c.
Otra vez la montana escarpada,
Otra vez las llanuras de Arauco,
Ven la sangre correr á torrente?,
Ven al indio do sangre empapado.
Todavía á la voz del combate
Muestra cí bárbaro indómito alzado
12
EL PARNASO ORIENTAL,
El pujante bastón de la guerra,
Que sintiéran Valdivia y Pizarra
Coro, &c»
Mas ahora el esfuerzo, corona
Del Dios grande la benigna mano,
Y en mil partes un grito se eleva,
En mil partes resuena, triunfamos.
Manes nobles que esconde el sepulcro l
A gozar de las lucos de Mayo
No podéis ya venir, mas los héroes
A otros goces están reservados.
Coro, &c.
Entretanto, si ol canto algún din
De Aqucrón la rivera ha pasado,
De alabanzas y gloria resuenen
Por vosotros los Elíseos campos.
Allí vaya a cubriros la palma,
Caiga allí en las cabezas el lauro,
La corona que tejen ansiosos
Vuestros hijos y riega su llanto.
Coro.
Sol de Mayo,, tu luz refulgente
Ala tumba del héroe dirije,
Y las letras eternas alumbra
Que la gloria en su lápida escribe.
tL PARNASO ORIENTAL»
13
A LAS ORIENTALES
EL DIA 25 Dfí MAYO DE 1606.
Por la Sra. Da. Petrona Rotende de la Sierra»
Jíoy es vuestro dia,
Domas Orientales,
Lucid vuestras gracias
Y elegantes tulles.
Pasead por loa prados.
Hermosead las callea,
En risas y gozo
El canto festivo,
El baile, el teatro,
En el Veinticinco
Ostenten su encanto*
Coro, &c.
Este dia grande
El sécso festeje,
Pues también el séeso
HIMNO.
3&
Coro.
t-ibcitad le debe;
EL FARNAS0 ORIENTAL*
Hoy los vuestros lazos
Estrechad activas,
De amistad constante
Con fraternos vivas.
Coro, &c.
El amante pecho
En patriota llama
Arda el Veinticinco,
Deleitando el alma ;
Pues que el SOL benigno
Os brinda obsequioso
Las luces de Mayo
En paz y reposo.
Coro, frc.
Recordad ufanas
Que respiráis libres
Las suaves esencias
De Mayo en sus timbres
Mirad sus trofeos,
Cantad sus victorias,
Y oid á la Fama
Cantando sus glorias.
Coro, &c.
Mirad á ta Patria
Sus dichas gozando,
Con airosa planta
Coronas hollando :
EL PARNASO ORIENTAL.
Vedla ya en su templo
Elevando altares
A Astréa y Minerva
Diosas tutelares.
Coro, &c.
Ved al Dios guerrero
Del templo arrojado,
Desceñido el "hierro*
Y el broquel trozado ;
Mirad enlutada
Y en lúgubre llanto
A la vil discordia,
Transida de espanto.
Coro, &rc.
Ved á la anarquía
Sagaz ocultando,
Las sierpes que rije
Con nefanda mano :
Hoy, en fin, confusos
Mil séres tiranos
Yacen abatidos
A la luz de Mayo.
Coro, &c,
Ved que vuestros padres
Y esposos amados
Por este gran dia
Libres se miraron :
EL PARNASO ORIENTAL^
Peí férreo yugo
Todos se escaparon,
Y en voz unisona
SER LIBRES JURARON*
CORO^ &C.
Este juramento
Todas repitámos,
El faustoso di a
ue libres loámos :
amas Orientales
Hoy es vuestro di a;
Lucid vuestros talles
Y gracias divinas*
EL PARNASO ORIENTAL.
17
DECIMAS.
(Por D. Francisco A. de Figueroa)
«
Cuando con doble Canción
Canta Safo al Sol de Mayo,
Hiere un eléctrico rayo
Las fibras del corazón,
Tal numen y elevación
Do quier en bus versos brilla.
Que de Aganipe en la orilla
Gritó la turba confusa,
Esta es ¡a décima Musa
O la octava maravilla.
Entre giros y figuras
La veo elevarse al ciclo,
Cual mira absorto el mochuelo
Al águila en las alturas,
Allí las centellas puras
Robó al fuego celestial,
Y esclamó Jovc inmortal
Con voz que las auras htende.
"Esta es PETROJVjÍ ROSENDE.
"Esto es la SJFQ QRfEJVTJL ! ! !
TOM 3
FX PARNASO ORIENTAL,
AL ASOMARSE EL SOL DEL 25 DE MAYO DE
(Por D, L de M.y
Coro.
Hoy al Sol luciente
La América ameno \
Jazmín y azucena
Tribute obsecuente.
Ya asoma el reflejo
Del Astro brillante,
Y el libre, incesante
En jubilo esté :
Su dorado carro
Ya su curso empieza,
Ya naturaleza
Ri sueña se vé.
Coro, &c.
El canon fogoso,
Y Euterpc armoniosa.
Ta salida hermosa
Va anuncian, oh Sol ?
EL PARNASO ORIENTAL»
Y grata fragancia
Los prados de Flora
Rinden á tu aurora
Y hermoso arrebol.
Coro, &c*
Filomena bella
En dulce concento,
Saluda el momento
En que tu luz viéra ;
Y la hija de Féba
Su antorcha apagando,
Solo á tí rayando
Deja en alta esfera.
Coro, &c.
Naces magestuoso
Del Plata en la cumbre,
Desde dó tu lumbre
Llega á electrizar,
Al hijo de Oriente
Hoy de honor enchido ;
Mientras abatido
El déspota está.
Coro, álc*
A este Pueblo hcróico ;
Dó opaco luciste
Un dia, y le viste
En grillos gemir,
EL PARNASO ORIENTAL.
Hoy con faz serena
Ves su frente ornada
De palma alcanzada
En reñida lid.
Coro, &c.
Tus rubios cabellos,
¡Fébo luminoso !
El Orbe espacioso
Doran por igual :
Pero preeminente
En tu luz suntuosa,
La región hermosa
Del Plata Oriental
Coro, 8rc.
De oliva á la sombra,
De Oriente el nativo
Descansa apasivo
En dicha y quietud :
Cada pecho, un muro
Forma impenetrable,
Al férreo excecrable
De la esclavitud.
Coro, &c
De Libertad, el arbo!
Sagrado y frondoso,
Conserva precioso,
Conserva feliz :
EL PARNASO ORIENTAL.
Feliz á sus hijos
Que lauro obtuvieron,
Cuando á sus pies vieron
La indigna cerviz*
Coro, &c.
De Hébea las ninfas,
i Oh astro radiante !
Guirnalda fragante
Te ofrecen, y amor :
Y mil himnos patrios
Por do quier cantando,
Irán celebrando
Este día de honor.
Coro, frc.
Y de ésta mi Patria
El nombre preclaro
Luce en MAYO caro
Con amenidad :
Pues que ya sus hijos,
En su fiel regazo,
Diéronse el abrazo
Do fraternidad.
Coro, &c.
Desde el alto Empíreo
Dó reinas suntuoso
Vela cuidadoso
Por Ja Libertad :
EL PAIWASO ORIENTAL.
Y eii mis compatricios
Haz que torne luego
Aquel sacro fuego
De unión y amistad.
Coro.
Hoy al Sol luciente
La Jlmérica amena,
Jazmín y azucena
Tribute obsecuente.
FX PARNASO ORIENTAL.
23
OCTAVAS.
Por D. Francisco A, de Figueroa.
En la exhibición teatral á beneficio de la Sra. Justina Piaccenlim,
Cantatriz <te nuestro Coliseo»
1*
Pueblo noble del mundo admirado,
Generoso, leal, y valiente,
Que en la esfera con brillo fulgente
Resplandeces estrella Oriental :
Goza, goza deMauro sagrado
Que tus sienes augustas corona,
Y publique Minerva y Belona
Tus virtudes, tu gloria inmortal.
Hoy Justina rendida te ofrece
Esta fiesta que aceptes propicio,
Ella forma su gran Beneficio,
Y es la ofrenda que pone en tu altar :
Beneficio será si merece
El honor de tu noble asistencia,
Beneficio si obtiene indulgencia.
Beneficio si logra agradar.
EL PARNASO ORIENTAL.
3 ?
Si m¡ voz con anhelo pretende
Los encantos de Euterpe y Talía,
Si gozosa á la dulce armonía
Me dedico con ansia y ardor :
Nunca un fuego mas vivo me enciende,
Nunca el pecho tan grato se inflama.
Como cuando con himnos proclama,
Pueblo heroico, tu gloria y honor.
bal ve, oh Pueblo grandioso, dó quiera
Que la euerte arrebate a Justina,
No es posible memoria tan fina
De mi pecho poderla estinguir :
Mas que digo primero quisiera
Que sensible en la tumba me llores,
Quiero siempre cantar tus loores
Y en tu seno gozar y morir.
EL PARNASO ORIENTAL.
AL FAUSTO DIA
DEL
EXMO. Sa. PRESIDENTE DE LA REPUBLICA,
BRIGADIER GENERAL
DON MANUEL ORIBE-
HIMNO.
Por D. Francisco A. Je Figuerca.
El Ciclo
Con bellas
Estrellas,
LUCÍ6 ;
Y el numen
Escribe
Oribe
Nació,
La Patria
Triunfante
Brillante
La sien
E! nombre
Pronuncia
TOK 3
Que anuncia
Su bien.
La noche
No viste
Su triste
Capuz ;
Que alumbran
Zafiros
Con girog
De luz.
Un brillo
Preclaro
De raro
Fulgor,
EL PARNASO ORIENTAL,
Matiza
Con galas
Las alas
De amor.
Ya escucho
Las aves
Suaves
Trinar ;
Y en lira
Sonora
Su aurora
Cantar
Ya miro
Las flores
De amores
Vestir ;
Y al astro
De Oriente
Fulgente
Lucir.
Del aura
Descienda
La ofrenda
De amor ;
El mundo
Le ame
Y aclame
Su honor.
Apolo
Pulsando
El blando
Laúd ;
Al héroe
Y al dia
Envía
Salud.
El Genio
Que ampara
Su clara
Bondad:
Al mando
Le eleva
Cual nueva
Deidad.
Osaron
Mil fieros
Los fueros
Herir,
Y él solo
Nos pudo
De escudo
Servir
Si torna
Nefando
El bando
Cruél ;
ÍX PAllNASO ORIENTAL.
A Oribe
Volemos
Trwnfémos
Con él.
A siervos
Humilla
Mancilla
Futa! ;
A libres
Abona
Corona
Triunfal,
Si es fuerza
Muramos ;
Perdamos
{Que honor!
Cual nuevos
Leónidas,
Las vidas
En flor.
Quien honra.
Prevenga
Quien tenga
Virtud ;
La tumba
Reclame,
No infame
Salud.
Prefiera
Guerrero
Primero
Morir,
Que en torpe
Cadena
Con pona
Gemir,
Vosotros
Valientes
Las frentes
Alzad:
Y el himno
Sonoro,
En coro
Cantad..
Heroico
Recibe
Oribe
Loor ;
Y goces
En calma
La pata a
De honor.
Fortuna
Que amiga
Te siga
J)ó quicr;
EL PARNASO ORIENTAL*
Sus alas
Estienda,
Defienda
Tu ser.
En paces
En guerra,.
Por tierra
Por mar;
Ensalze
La historia
Tu gloría
Sin par.
EL PARNASO ORIENTA!.
29
Por D. Prancitco A. de Figueroa.
Í VIVA £L SBÑOH PRESIDENTE DE IVA REPVBLIOA.
nOJV JUjIJVUEL, ORIBE!
VIVA!! *
Sí ciudadanos j venturoso viva
De nuestra patria el hijo predilecto,
El inmortal ORIBE, en cuyas sienes
Inmarcesibles lauros puso el cielo.
Viva el bravo campeón, que denodado
En Sarandt con gloria, y en el Cerro
Y en cien combates, con heroico brazo
Alcanzó inmenso honor. — Los libres vieron
El Sol que tremolaba en su bandera
A las estrellas eclipsar venciendo,
Y del verde estandarte transformarse
Las esmeraldas en rubí sangriento.
Mas sublime en la paz, y mas grandioso,
Que ciñendo el laurel de Marte fiero,
* Eeta Oda fué recitada en el Teatro en una función de aficiona.
¿os, que celebraban con una exhibición teatral el cumple-años del
&xino. Sr. Presidente do la República. Uno de el loe debia dar la voa
de— Viva el Exrm. Sr. Presidente, <fr,a— y después de cata entra
la.de— Sí, Ciudadanos.
El Editor.
EL PARNASO ORIENTAL.
Hoy la Nación le admira, y fiel le aclama
Su gloria y sus destinos presidiendo,
Para salvar la Patria, revestido
De la gran suma del poder supremo,
Nunca mas inviolables se guardaron
De nuestras Leyes los sagrados fueros.
De sus bellas virtudes el tesoro
Brilla en todo esplendor. „ ♦ . Allí le vernos
Cual Numen Tutelar la bienandanza
En torno difundir ; y siempre excelso
Con sencillez republicana y noble
Ser sin ostentación, grande y modesto :
Alas todo le realza. . . .y si desdeña
La vana pompa del mandón soborvío ;
Si al entusiasmo popular se esquiva,
Es como el Sol que a su Cénit subiendo
Cuanto mas se retira y disminuye,
Tanto mas resplandor tiene, y mas fuego.
¿ Y quien no habrá de amar al héroe digno
Por su excelsa virtud ? Sí, lo amaremos
Hasta exhalar la vida en su defensa...,
Y de esta ofrenda del amor eterno,.
Es ara digna el corazón constante*
Y templo puro el ardoroso pecho !
También esos valientes que animosos,
Corrieron á la lid esos guerreros
Que impulsados de afecto indestructible
La dura muerte y su furor horrendo
Osaron afrontar Todos le amaban,
Y por las Leyes, y por él murieron ! !
Murieron, sí ! i\las cu la tumba fria
'Val fosfórica llamad patrio fuego
EL PARNASO ORIENTAL. oí
Reanima sus manca ; y allí amando
En ]a funérea ofrenda de su afecto,
Es el altar su polvo inanimado,
Y su sepulcro pavoroso, el templo !
Viva pues voces mil, el fausto dia
Que hoy entusiasta solemniza el Pueblo,
El dia que recuerda aquel dichoso
En que los casos del futuro viendo,
Para ser de la Patria firme atlante
Tan soberano don nos mandó el ciclo.
Hiendan Jas miras los alegras himnos
De las ninfas do Oriente; y con estruendo
Cual nuncios de placer, do quicr se escuchen
Alegres vivas repetir los ¿eos.
Y vosotros también, hijos de Marte,
Que en los combates con marcial denuedo
Seguísteis por la senda que glorioso
Os alumbraba su fulgente acero;
Vosotros, ciudadanos, que á sus glorias
Supisteis contribuir, y que á su cgcmplo
Del patriotismo y cívicas virtudes,
Hacéis digno biazon Todos ;í un tiempo
Con la efusión del alma enardecida
Repetid ante el mundo, y ante el ciclo,
Viva la Libertad, vivan las Leyes !
Y viva ORIBE, protector del Pueblo f r
EL PARNASO ORIENTAL*
ODA
Por el Dr. D. Carlos G* Villademoros.
RECITADA EL 17 DE DICIEMBRE EN UNA FUNCION DE AFICIONADOS.
**
Salve Pueblo feliz ! Ennegrecido
Viste un instante el cielo,
Y tu ferace suelo
Un solo instante ha sido
Del uracan violento sacudido.
Violento y proceloso ! el orbe entero
Te observaba rompiendo
Ominosas cadenas, y al estruendo
Del bronce postrimero
Te observaba formando
Sábia Constitución, y ya marchando
Con planta m^gestuosa,
A la cumbre costosa
Donde viejas naciones, colocaron
Con su gloria, mil anos que arrastraron.
No era bastante aqüeso ; era preciso
Respetar lo pactado,
Y una vez pronunciado
El sacro juramento,
Con la sangre sellar su cumplimiento*
EL PARNASO ORIENTA L-
Y sangre se vertió ; mil nobles pechos
En la Carpintería palpitaron
Por la postrera vez ; allí dejaron
Sus miembros corrompidos y deshechos :
Allí la cristalina
Agua del río quo su nombre diera
A Ja fatal batalla, convirtiera
En turbia y purpurina
Su corriente abundosa;
Y un cadáver sobre otro, allí reposa.
Manes de los leales ! : Cuanto ejemplo
De virtud habéis dado !
Ay ! como se han grabado
En nuestros corazones
Tan heroicas lecciones !
Sí; cada pecho un templo
Será á vuestra memoria,
Que volará de allí para ía historia.
Recibid entretanto, aquesta prueba
En mezquino tributo
A mérito tan alto : él es el fruto,
Es hijo del ardor ; entusiasmado
El pecho no iguala,
Poro afanoso exhala
La voz de la alabanza;
Y es cuanto el pecho, en vuestro obsequio al-
canza.
Alí Gobierno ilustre, tan dichoso
En elegir guerreros,
A quienes los aceros
Del mando confiasteis ;
TOM, 3 &
2
EL FAENAS O ORIENTAL»
A tí, que generoso
Al triunfar perdonaste,
Y hallar mas bien quisiste desgraciados
Entro tus enemigos, que malvados ;
A tí, loor y gloria repetida,
Te tributa la Patria agradecida.
Y vosotras, oh bellas del Oriente,
Por quienes ardoroso
El guerrero fogoso,
El pecho latir siente :
Vosotras que al valiente
Ceñís la espada, con que lidia y vence :
Tejed, tejed hermosas,
De laurel y de rosas,
Coronas para aquellos
Que á vuestros ojos bellos
Y á vuestros pies volvieron :
De luctuoso ciprés, á los que fueron.
EL PARNASO ORIENTAL.
35
AL SOL DE JULIO.
ODA
Por D> Manuel Araucho.
iSSz>
[.
Brillante antorcha de la faz viviente !
Tu ser nítida, hermoso
Alumbra con el rayo omnipotente
Al Oriento dichoso.
Dorando el bosque y las amenas vegas
De nuestra Patria amada,
Nos das la luz que niegas
A la mansión obscura y contristada
Del esclavo infeliz des talleciente
Aprisionado en torpe tiranía ;
Y tu calor fecunda eternamente
De la Patria Oriental la< lozanía.
¡ Oh Sol de Julio ! \ Obláropara divina 1
Aparece esplendente
En las grandes regiones que domina
Tu carro refulgente.
El ámbito do todas las Naciones
Lustre tu faz preciosa ;
36
EL PARNASO ORIENTAL,
Las pesadas prisiones
De la Patria de esclavos numerosa,
Que hoy oprimen los déspotas insanos
Trozadas mires arrojar al viento ;
Y el grito : • se acabaron los tíranos "
Llegue desde la tierra al Firmamento.
III.
No de otra suerte en Julio venturoso
Alumbró sol radiante
Al gran Pueblo Argentino valeroso
En Tucuman triunfante ;
Y después de tres siglos de penuria
Alzó el éco sagrado
Contra el solio del Turia
Quo le oprimió orgulloso y despiadado.
Cundió la voz flamígera y augusta
De "Libertad" por el antigno Mundo....
¡ Voz celestial que al mercenario asusta,
Y aJ preso débil torna en iracundo ! !
IV.
El éco truena en los patricios lares
Y en contorno retumba.
Alia en el otro lado de los mares
Un trono se derrumba ;
Y de América pingáe y generosa
La esclavitud funesta
Se ahuyenta pavorosa.
¡ Vedla que enseña de lamcl enhiertra
El* PARNASO ORIENTAL
37
Al proclamarse libro en el instante
De todo el Universo? erguida frente ;
Y jura valerosa y arrogante
O morir, ó vivir Independiente.
V.
La dméríca del Norte soberana
So ostentó en Juko augusto ;
Y Buenos-dires el terror y el susto,
En su aurora lozana?
Esparció entre las huestes del Britano*
Igual en Juko vence
El Liberal Hispano.
Sobre el cristal del Rio Bonaerense
Brown marino de América famoso,
Que al peligro y horrores desestima?
Triunfa del brasilero valeroso
Y en Julio triunfa Sm-Mariin en Lima*
También ¡ oh Sol de Julio ! tu luz pura
En la márgen del Sena
Disipó de la Francia la amargura?
Y rompió la cadena
Que del décimo Cárlos toleraba
En silencio horroroso.
Allí al Francés hablaba
Luis Felipe con éco magestuoso
Incitando á venganza su cor age ;
» Al arma Compatriotas ! (él decía)
38
EL PARNASO ORIENTAL.
» j Habrá quien sufra e! inaudito ultragc,
» Y aun mas respire en servidumbre impía ?
» Romped, hombrea opresor eae yugo
}) De esclavitud amarga,
n Y aniquilad a) mísero verdugo,
w Que en servidumbre Jarga
n Tantos años os tiene sumergidos-
n Partid esa cadena
n Que arrastráis aflijidos ;
n Y alzando el éco que los aires llena
" De Libertad, veréis como fulmina
w Asoladora la terrible Parca
n El rayo de venganza con que arruina,
n Y estalla en el sitial de ese Monarca. n
Y estallo. . . .Ycl destino inescrutable
De Francia antes opresa,
En página dorada e inmutable
Esculpióla grandeza.
Desde entonces, ¡ oh Sol ! al vislumbrarte
El libre de aquel suelo,
Se postra á contemplarte
Cruzando la ancha bóbeda del ciclo;
Y estático' te adora y reverente
De placer inefable poséido,
Hasta que tu áureo globo reluciente
En Insolas del mar se haya escondido.
VIL
VIII.
EL PARNASO ORIENTAL. 3fí
IX,
El Oriental en Julio vé elevarse
También el monumento
A la Constitución sábia ; y prestarse
Este fiel juramento :
* Antes exhale nuestro ser la vida,
» Y hasta el último espire,
}) Que en la Patria querida
H Algún trono despótico se mire ;
} > Y sobre todos Dios omnipotente
* Un rayo destructor primero vibre.
" Que el Oriental no viva independiente,
w Que el Oriental no muera heroico y libre. »
40
EL PARNASO ORIENTAL.
25 DE MAYO.
Por la 8ra. Da. Petrona Rotende de la Sierra.
¡Día de gloría ! que en recuerdo grato
Haces respire el patriota pecho !....
Sigue propicio deleitando el alma
Que te venera.
De las victorias precursor fuiste,
De los tiranos terror y espanto,
Porque su orgullo siempre humillaste
Constante y fuerte.
Al acercarte de horror trancidas,
Sus fieras huestes se desmayaron,
Y Jos alfanges trémulo el brazo
Ya no movían.
Y si arrojados por brío ó saña
En las batallas triunfar quisieron,
Yertas falanges ó dispersiones
Tú presenciaste.
Tú viste ufano trepar los Andes
Al génio osado del héroe invicto,
Que en cien combates venció al Ibero
A tu luz pura.
EL PARNASO OLUEKTAL,
Mi cara Patria libre blazona
Porque a tu egida trozo. sus grillos,
Trozó diademas, tomo laureles*
Que orlan su frente.
Yo te ví activo colmar de lauros
A los campeones que libertaron
A los que esclavos tristes gemían
En duros hierros.
Faustos anuncios, triunfos, victorias,
Canto ia Fama de polo á polo ;
En blanco mármol, en bronce escrito,
Se vé tu nombre.
Absorta Europa miró tus glorias :
Al suelo Indiano absorta dijo :
Gozad por siempre el don precioso
Que habéis ganado.
El trono mismo que fue TIRANO
En solio JUSTO hoy convertido
Tus altos triunfos ya RECONOCE
Con faz risueña.
Mira, en Oriente, cuan son felices
Sus bravos hijos por tu prestigio ;
Pues á tu nombre todos se inflaman
En fuego patrio.
Mira al anciano que ha envejecido
En los combates contra el tirano,
Aunque se mira sin » subsistencia, *
Pobre se goza.
3
42
EL PARNASO ORIENTAL,
Mira los jóvenes, como fogosos
A tus trofeos himnos entonan,
Porque á tu influjo saben que fueron
Libres sus padres.
Oye á los niños, que en el regazo
Son adormidos, en su dialecto
Ya pronunciando al Veinte y cinco
Vivas gracias.
£1 Etiope que esclavo llora
Hoy con los libres su voz levanta,
Víctores dice al dia grande
Con labio alegre.
Los hombrea libres de otras regiones
También te rinden sus homenages ;
Por holocaustos hoy te presentan
Gratos sus pechos,
j Oh si mi lira fuera templada
Por el Dios mismo que el Pindó mora !
¡ Cómo cantara tus faustos timbres
Con voz excelsa ! !...,
Mas ya que k tanto llegar no puedo
Mi débil pecho, recibe ¡ oh dia !
Los sentimientos del amor patrio
Que tú me inspiras.
me
EL PARNASO ORIENTAL.
ODA.
A! ccrrtrso loa trabajos parla rnen la rioa de la 2 X Legislatura
Constitucional.
{Por D. hidoro de María.)
Cumpliéronse tus votos, Patria mia*..!
Férreo y nefando el siglo ya pasára :
Y la prójonio cruel que te oprimía,
¡ Cuan en el día temblara
fin que los hijos tuyos
No ya como los suyos
En grillos existieran ;
Pues la muerte á sus grillos prefirieran.
De Libertad! el grito sacrosanto
Con ardor entusiasta se entonara ;
Y fué tal el terror, tal el espanto
Que al tirano causara,
Que tembló el trono Ibério ;
Y ante el nuevo hemisferio
De la América aména
Bamboleó su cetro y su diadema.
En valdc opuso falanges numerosas
Al furor patrio del hijo del Oriente,
Que supo veces mil alzar gloriosas
Con mano prepotente,
1
EL PARNASO ORIENTA Ih.
Tus banderas doradas ;
Y que viera humilladas
Las protervas legionés
Que remachar quisieran tus prisiones.
Cada Oriental, un nuevo Aquilea fuera
En la sangrienta lid ; á do su espada
Sobre opresores solo la esgrimiera*
Por conquistar la ansiada
Libertad ya perdida,
Por darte ¡ oh Patria ! vida
Y plácida existencia^
Y leyes, paz, unión é independencia.
Empero el dia pasó oto que de Marte
Rodando la carroza, era teñida
En la sangre humanal ; y cuando ol arto
De lidiar en reñida
Pelea, cual soldado
En la guerra versado,
El patriota ejercía;
Por darte lustre, honor y nombradla*
Al Imperial, al Luso, y al Hispano,
Destruyó de tus hijos Ja tizona ;
Y transmitiendo por el largo Occeana
De una Zona á otra Zona*
La Fama vocinglera
Tu gloria duradera
Ornarán los anales
De tu historia, sus proezas inmortales.
Entonces el saber tomó su asiento;
EL PARNASO ORIENTAL.
V auxiliado de Thémis y de Astréa
Leyes sábias dictó; .y un juramento,
(Que violado no séa
De tu prole tan cara)
Tu suerte asegurara
En la ságrada Carta :
Obra digna de Atenas y de Esparta.
Por lustro y medio tú, bajo su egida
Venturosa has vivido y admirada;
Siendo tu ley por siempre sostenida,
Tu fama conservada;
Y ofreciendo á tu suelo
Sus dones con anhelo,
Céres, Pluto y Minerva,
Tu lustre inmarcesible se conserva.
Progresa tu comercio* Y á mil regiones
En brazos de Neptuno, se transportan
Tus mas ricas y bellas producciones ; *
Donde el precio que importan
Nuevo impulso ic diera ;
Y que activado fuera
Cuando vea mejorando
La gran Dársena á tu puerto blando.
Mientras el alma Patria se engrandece
De estos anuncios á la vista grata ;
Génio del canto ! mi musa hoy apetece
Y con ahinco trata*
Do tributar loores
Pensamiento del Sr. A'Ufe. . y^pTN
46
EL PARNASO ORIENTAL.
A ]o9 Legisladores
Que el asiento dejaran,
Donde los Pueblos un dia les colocaran,
A su celo y prudencia,
Y á sus luces debemos altos bienes ;
Debemos leyes, Patria y existencia.
Ciila Jóve a sus sienes
De dorada corona ;
Los hijos de Helicona
En cantos deleitables
Do qaicr entonen sns nombres venerables.
La Nación debe á vuestro digno tino,
Ver de Supremo Gefe del Estado
A un Patriota eminente, y su destino
En sus manos confiado.
Que conservará dichoso,
Si ante la ley celoso
Humilla su cerviz y fuerte pecho,
Cual su ilustre antecesor lo ha hecho.
Desde el recinto de legislar, sagrado*
Al dulce seno de la privada vida
Ya vais a descender ; ya os ha llegado
La clausura debida,
Que la toga dejando
Y al trabajo tornando,
Cual otro Cincinato
Honor de Roma, sed su fiel retrato.
Fin á vuestras tarcas legislativas,
Do Junio en 15 el Código poniendo,
EL PARNASO ORIENTAL»
Gratos los Pueblos en alegres vivas
Os saluden diciendo :
* Pues con nobles afanes
)} Habéis sido guardianes
n de nuestras libertades,
" Vuestra memoria veneren Jas edades
Ex-Tribunos, salud! — Si en este dia
El plectro de marfil pulsar pudiera,
Y dar al canto aquella melodía
Que el Mantuano le diera,
Mas dulce os saludara ;
Mientras eternizara
El buril mas pulido
El renombre de ilustres merecido.
48
EL PARNASO ORIENTAL.
Versos repartidos en una función teatral, exhibida á fines del olio 33
por varios individuo* que en Noviembre del mismo ano vinieron
de Buenos Airee, con el objeto de organizar una Compañía Dra-
mática. Los Líricos poseían el Teatro, y como los Dramáticos
juzgaron por tal rezón no poder trabajar, pensaron irse, y al
efecto circularon oorao para despedrad loa versos que siguen.
Su autor — Hilarión M. Moreno,
HEROICO JPUEBLO ORIENTAL*
LOS ACTORES DRAMATICOS,
¡ Salve, Pueblo de Oriente, denodado !
Paladium de la gloria y del civismo,
Al Pegáso voló tu nombre loado,
Las Naciones admiran tu heroísmo :
Admite el homenage, que acendrado
Os brinda el corazón y el patriotismo,
De los que por Talía hoy inspirados
Sus preces rinden ante vos postrados.
Al cerrar nuestra taréa
Gratas gracias os rendimos,
Y si complacer pudimos,
Nuestro único premio sea
INDULGENCIA : os la pedimos.
EL PARNASO ORIENTAL.
4Í)
EL DIES 1RJE.
TRADUCIDO BS VERSO
Por D. Francisca A. de Figueroa.
Con los textos sagrados en que ha fundado sus ampliaciones el
iraduct©'*
El limo, Sr. Obispo de Buék js Ayres, Dr. Z>. Ma-
riano Medrano y Cabrera, por Rescripto de 2 de Abril de
1835, ha concedido 40 dias de indulgencia por la lectura
de cada una de estas décimas del Dies Ir ce.
Diea ira?, dies illa
Solvet ¿teclum in favilla
En el día del furor,
En aquel día temido ;
Será el orbe convertido
En pavesas, y en horror ;
Chocaránse con pavor
Los astros en fiera lid, *
Clamando el Angel.... >} Salid
Sombras del sepulcro helado ! !
'Asi lo han vaticinado
La Sibila con David.
Teste David enm Syb'Ula.
* laaia?, cap. 13, veré. 13.
tom 3
7
EL PARNASO ORIEKTAL.
Qutntua tremor eet futuros,
Quando Judex eat venturua :
(M, cwan/o será el temblor
Cuando el Juez venga iracundo,
Y sangriento alumbre al mundo
El sol con triste esplendor!... *
Envano allí el pecador
Querrá esconderse en su fosa,
O entre la turba luctuosa
A un Dios tremendo evitar.
Que todo ha de examinar
Coré rectitud rigurosa»
Cuneta Mtricíé discuisurus.
San Matíieo, cap, 24, veré. 29,
Joé), cap. 2, vera. 31
Tuba mirum gpargens eonum
Per sepiliera regionum.
La trompeta sonará
Con tremendo eco en la tierra
Y en los sepulcros que encierra
Espanto difundirá ;
En sus cóncavos se oirá
£1 pavoroso estridor
De despojos que entre horror.
Ruedan, chocan, y animados *
Son por el éco impulsados
Ante el Trono del beñor.
Coget omnes ante Thronum.
S. Pablo 6 loa Corinth, Ep. I», cap. 15, vera. 53.
*L PARNASO ORIENTAL.
Mora etupebit et natura
Cum resurgeL creatura ;
Atónita la natura,
Absorta la misma muerte,
Verán de su polvo inerte
Alzarse la criatura ;
Que al mirarse tan impura
Azorada temblará,
Y aunque a su lengua pondrá
El pavor nudos amargos, *
No hay remedio...! de sus cargos
Allí al Juez responderá ! !
Judicanti responsura.
Sophomas, cap. 1* veré. 14.
Líber scriptus proferehir
In rjuo totutu contiucLur-
El Libro estará patente
Donde todo se halla escrito,
Desde el mas grande delito
Hasta el mas leve incidente ;
Allí verá el delincuente
Su página registrar,
Y ante el mundo publicar
Su infamia, su horror, su exceso,
Porque el libro es el proceso...
Dó al mundo se ka de juzgar.
Unde mitndus judtc€lur>
Apocülíp. cap. 20 vers. H.
52
EL PARNASO ORIENTAL.
Judex ergo cum eedebit
Quidquid latet, aparebit.
Quando el Juez torne su asiento.
Todo cuanto yace oculto
Saldrá á luz... y no habrá indulto
Ni valdrá arrepentimiento ! !
Serán suspiros al viento,
Serán lágrimas al mar í
Presentes allí han de cstár
Crimen, víctima, y testigo,
Y aparejado el castigo... *
Nada impune ha de quedar!!
Nü inullum remanehib.
* S. Math. cap. 25, vera. 44.
Q'jíd sum, mieer ! tune di churas ?
Q,uem piltro num rogaturus ?
Mísero entonces de mí !
¿ Qué podré allí responder ?
¿, A qué protector volver ?
Si no hay protector allí ! !
Al ver del Dios que ofendí
El semblante airado y duro,
Al verme manchado impuro, *
Al resonar las cadenas,
¿Que he de esperar...? cuando apenas
El justo estará seguro ! !
Cum vixjusíus si¿ sccarus*
* Job. cap. 23, vers. 15,
EL PARNASO ORIENTAL,
Rex tremencte mejestatis
Qui ealvandoe, salvas gratis,
Rey de majestad tremenda,
Qfce á aquellos que has elegido
Salvas poT piedad.... yo pido
Que esa gracia á mí se estienda ;
Doite el corazón en prenda,
El esta impuro*..., es verdad,
Mas lávele tu bondad
Hasta no dejar señales...., *
Y sálvame en tus raudales
Fuente de inmensa piedad.
Sálvame, fons pietatk.
Salmo 50 p vers. 18.— Idem idem, vers. 3.
Recordare» Jesu píe.
Q,uod Bum causa tute via).
Recuerda, 6 Jesús piadoso,
Que por mí al mundo has bajado,
Y no destruyas airado
La obra que alzaste amoroso ;
Deja que en llanto copioso
Apague al rayo inmortal,
Vé en tu pecho paternal
Cuantas finezas me acuerdas....,
Vé tu sangre.... y no me pierdas
En aquel dia fatal.
Ne me perdas illa dic.
Pablo á loe Hebr., Epist. 9, ver*, 14.
IX PARNASO ORIENTAL.
Querensme, acdwti Uatus,
Kedemuti crucem passua.
En mi biism fatigado
Te sentaste, u luz de l«z,
Y al fin sufriendo en la cruz
Me redimiste enclavado ;
Y aun no estaré rescatado
Con precio tan superior ? .... *
¿ Gozaráste vengador
Después de ostentarte pío ?
¡ Ah, no ss pierda, Dios mió,
Tanta pena, tanto amor !
Tantus labor non $ü ca$sus>
Apoca!, cap. f>, vera. 9.
ü< Pab. t Epiat. L fl á loa Corinl.h. cap. 6, verg. SO
» Porque comprados fuisteis por grande precio.»
Justo Ju<lex uItion¡9,
Dunum fue reiaisioma.
Justo Juez de las venganzas,
Dame por gracia el perdón,
Y haz que sufra en expiación
Desprecios, odios, mudanzas ;
Circundado de acechanzas
Sienta horror, pena, y dolencia
Depurando en la paciencia *
Mis postrimeros instantes;
Porque así me absuelvas antes
Del dia de la sentencia.
Ante diem r adonis.
láaia?, cap. 30, vers. 1SL
Uclcaiaeticop caí). 2 vers, o,
EL PARNASO ORIENTAL,
Ingemieco tanquaro reua,
Culpa rubet vuUub meuu.
Gimo cual reo, el delito
Cubre mi faz de rubor,
Y caigo cual yerta flor
De su vastago marchito ;
Cantar tus himnos medito
Y endechas el alma llora.
Una sombra aterradora
Se interpone entre los dos ; .... *
Caiga á tua plantas / oh Dios !
Y perdona al que te implora.
Suplicanti parce, Deus*
Gereraiafi, Liment. cap. 3, Samech. veré. 24.— ^Pusiste nube
delante de ti para que no pasase oración"
Preces mpue non *?unt digna*,
Sed tu bonus fac benigné.
Dignas mis preces no son ;
JUas tú, centro de bondad.
Harás con benignidad
Meritoria mi oblación ;
Cual paloma del halcón
Perseguida, á ti me entrego.... *
Triste, herido, ansioso llego,
Tú ahuyenta a Luzbel de mí,
Y pues para él no nací.... **
JVb arda yo en su eterno fuego.
Ne perenni creemer igne.
Salmo 142 vera. &
San Pablo á los Hora, cap* 14 vera. B.
56 BL FARflASO ORIENTAL.
Q'ji Miriam abaolviati
fct Jatrooum exaudisti.
Tú a Magdalena absolviste
Y escuchaste al buen ladrón,
Tú á la fé del Centurión
Con ud prodigio acudiste ; ....
Si Israél lloró, y le oíste
Renovándole tu alianza,.*.. *
Yo espero que tu venganza
Con lágrimas templaré,.... *'
Pues como me diste fe
También me diste esperan**.
* San Math. cap. 8 vera. 13.
** Exodo cap. 2, veré. 24.
*** HecL de los Ap. cap* 3 vers. 10.
Entre tu retiño amado,
Y de los que has reprobado
Apártame por tu amor ;
No en el mar de tu furor
Dejes tu ira satisfecha.... *
Cuando en tempestad deshecha
Mi débil barca se agite,
Y has que mi naufragio evite
Poniéndome á tu demha. ##
* Salm. 6. vera. I. °
*♦ San Matheo cap» 25 veri. 33,
Mihiquoque spem dedistu
Inter oven locara preifta
Et ab httdig me aequeetra,
Statutni in parte dextrá.
%h PARNASO ORIENTAL.
57
Los réprobos que desamas,
Y que á las voraces llamas
Se entreguen dando alaridos,
Ni se oigan roncos gemidos
Del hondo abismo exhalados,
Cuando en los coros sagrados
Resuenen himnos de amor,
Llámame entonces, Señor, ##
Con tus bienaventurados.
* Lib. de la 8abid* cap. 5 vera. 3»
** San Matheo, cap- 25 vera. 34»
Con el corazón contrito
Hasta elpolvo % y mi delito
Aun no me ha desesperado,
Me abres los brazos amante;
Deja, deja que anhelante
Bañe con llanto tus pies,
Y si allí espirar me ves,
Cuida de mi último instante.
Voca me cum benedictis.
Oro aupplex et aceito is
Cor contritum quaei cinis.
Gfere cvram meifínis.
* SaJm. 144 veré. S.
TOH 3
EL rAUNASO ORIENTAL.
J.acrinoofia diee illa
Quá resurget ex;fmlla
Judicandus homo reus !
Dia de llanto angustiado
En que cual reo el mortal
De su polvo sepulcral
Se levante á ser juzgado ;
Relámpago inesperado
Te aparecerás, Señor,.,,. *
Lanzando devorador
Piedra, torbellino y llama.... **
Mus al que rendido te ama
Perdónalo, 6 Dios de amor.
Huic ergo parce Deus,
* San Miitheo, cap. 24 v^re. 27.
** Isaías, cap. 30 vers. 30.
Pie Jesu, Domine,
O Jesús Señor piadoso,
Si ante tu esplendor brillante
Con sus alas el semblante
Cubre el ángel temeroso,
¿ Cómo los hombres glorioso
Aquí te gozan, te vén ? .... *
Será porque tú también
No has sido ángel y fuiste hombre ;
Por amor pues de este nombre
Dales el descamo : Amen.
Dona eis réquiem : Amen.
* Su lm. 143 vers. 3.
EL PARNASO ORIENTAL.
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ELEGIA.
Por D. Francisca A. Figueroa*
¿ Cómo es que solitaria está sentada
La opulenta Ciudad, de pueblo henchida?
Cual viuda abandonada,
Y en dolor sumergida,
De cien provincias la ínclita Señora
Sin regia pompa, y eulutada llora ! ! *
Ya se fue la hermosura
De la excelsa lsraél : sus anchas puertas
Derrumbadas, desiertas
Publican su desastre, y su amargura,
Y en fúnebres querellas
Gimen sus Sacerdotes y Doncellas.
A la hija de Sión, ó Dios tremendo,
Cubrió de obscuridad tu mano airada,
Porque, á tí desoyendo,.
Corrió desenfrenada,
Y al tocar de sus crímenes la cumbre
Probó aflicción, y dura servidumbre*
* El fondo do esta estrofa, y las trea b i guie tuca, ca aaci'Jo de la»
htneotacioaes de Jeremía?.
60
EL PARNASO ORIENTAL*
Sus maros dominantes
La Virgen de Judá mira enlutados,
Ni cánticos sagrados
Resuenan en su Templo.»., Oh caminantes
Decid, yo os desafio,
Si hay un dolor, que iguale al dolor mió !!
Así en Jerugalen desamparada
Sus ruinas el Profeta contemplando
Con voz acongojada
Se lamentaba, cuando
El Dios de las venganzas porcastigo
La abandonó al furor de su enemigo.
Y tú, ó Patria aflijida
Del contagio cruel : ¿ á quien lamentas ?
¿ Cómo librar intentas
Los hijoa de tu amor, cuando estendida
Miran la espada fuerte
Y en la respiración beben la muerte ?
¿ Cómo al Juez vengador en desagravio
No levantas, ó mísera, tús preces ?
Mas ay, sellas el lábio,
Atónita enmudeces ;
Y el remedio á tu inmenso desconsuelo
Lo buscas en la tierra y no en el Cielo ! I
<; No oyes cuan doloroso
Do quier suena el clamor ? ,~. Allí una viuda
En su aflicción aguda
Se abraza del cadáver del esposo
Le estrecha, y aflijida
Quisiera con su aliento darle vida.
EL PARNASO ORIENTA I»
Aquí una madre on bárbara amargura
Exhala bu dolor, y delirante
Con ardor y ternura
Besa al hijo espirante,
Que así transmite á su materno seno
Con el último aliento su veneno.
Allá gime afligido
En torno á un atahúd el triste esposo;
Aquí mas clamoroso
El tierno infante con acento herido
Llora, porqueha quedado
En mísera horfandad desamparado.
Con fatal estridor cruzar se miran
Los carros de la muerte pavorosos,
Que ya cansados tiran
Los brutos vagarosos ;
Anunciando su fúnebre troféo
Los obscuros penachos del arreo.
Nadie en el ansia fiera
Osa espirar el aire inficionado ;
Mas oh inútil cuidado,
Si de improviso asaltan por doquiera
Al débil, como al fuerte
Los feos parasismos de la muerte.
En la desolación, é inmenso duelo,
Ya el triste llanto, y queja lastimosa
Desoye airado el Cielo ;
Y la muerte horrorosa
Para tragar mas víctimas, hambrienta
Su vientre ensancha y su furor aumenta.
62
EL PARNASO ORIENTAL»
Ya en las auras tremendo
Vibra su espada el ángel del espanto ;
El abismo entre tanto
Lanza un clamor de gozo, recibiendo
Las numerosas almas,
Y la profundidad bate sus palmas, *
De una joven en féretro enlutado
Miro el cadáver lívido y adusto ;
Cual la han abandonado ! !
Con horror y con susto
Nadie se acerca en torno de la quedantes
Era tan bella, y tuvo mil amantes ! !
¿ Do está la faz serena
La gracioaa sonrisa, el rojo lábio ?
¿ Quien, con bárbaro agravio,
Mudó en cárdeno lirio la azucena ?
¿ Do está el dorado lecho ?
Los que ayer la servían, ¿ qué se han hecho ?
Así, de mil terrores aflijidos,
Todos en larga noche se estremecen,
Y apenas se adormecen,
Cuando ya en los oídos
Suena, al primer albor déla mañana,
El eco funeral de la campana*
Quien despierta, y su pecho
Viendo de rojas manchas salpicado,
Al punto horrorizado
Escarlatina ! csclania desde el lecho ;
* Imitación del Profeta Hubacuc; oración, verso 10 — El abismo
dio su vos ; ia profundidad alzó aua manos.
EL PARNASO ORIENTAL. 63
Y á su voz repentina
Todos huyen grita d<ío.....escaiilatin t a ! !
La prole de Esculapio disidente
Se vé en contradicción y choque duro,
Y el misero paciente
¿ Cómo estará seguro
Si los hijos del arte en competencia
Divagan en las sombras de su ciencia ?
En tal aflicta suerte
Cercada de la parca y sus despojos.
Vuelve, ó Patria, los ojos
A aquel que es solo sabio, solo fuerte,
Y es acertado medio
Que el que te ha dado el mal, te dé el remedio.
Vuelve ya presurosa ; en su amargura
Vé cual sustenta al triste Israelita
Que humilde le procura,
Pero también medita
Que le dijo con eco tempestuoso :
" Soy el Seriar tu Dios fuerte \y [celoso. >} #
Porque en su fe confia
Vence David al bárbaro Gigante ; ....
El concede triunfante
A Jehú las victorias ; mas la impia
Jezabél obcecada
Fué por hambrientos perros devorada.
Con diez plagas que anuncian sus furores
Intima á Faraón, que endurecido
* Exodo, cap. 20, ver.*, 5.
454
EL PARNASO ORtEtftAt*
Se obstina en sus errores,
Y cuando al escogido
Pueblo va á devorar con torpe enojo
Le sepulta en las olidas del Mar Rojo,
Allí el tirano mismo
Sus carros, sus caballos y guerreros
En remolinos fieros
Bajaron como el plomo al hondo abismo*
Que henchido de repente
Estendió rebramando sü corriente.
Así tú solo, o Dios, grande y piadoso
A mi Patria infeliz salvar pudieras
Porque oyes bondadoso
Las preces lastimeras,
Mas, ay del pueblo ingrato á quien desamas,
Si en el furor tu indignación derramas! !
Oye pues el lamento,
Y el hondo cáliz de tu grande ira
Retira, ó Dios, retira
Purificando el aura con tu aliento,
Porque en tu Templo Santo
Resuene de alegría el dulce canto.
COMEDIA EN UN ACTO
Titulada : —
LA TONTI1&& *
ó
EL ESPIRITU DE CUERPO.
ESCRITA EN FRANCES EN PROSA
POR ALAIN RENE LE-SAGE ;
Y PUESTA LIBREMENTE EN VERSO CASTELLANO
Por D. MANUEL ARAUCHO.
(HIJO DE MONTEVIDEO )
* Fondo vitalicio, en el que (i proporción que mueren los capila*
listas se aumenta el situado de Ivs <pie sobreviven
tom 3 9
3
PERSONAGES.
TRU6GALANT, Doctor Médico. Sr. Fernando Quijano
BOLUS, Boticario Sr* Manuel Martínez
ERASTO, amante de Sr. Máximo Ximenez
MARIANA, hija de TWgulant. . Sra. Matilde Diez
CRISl'IN, criado de Era-to Sf. Juan Villarino
AMBROSIO, pupilo de Trueg Sr. Bernardina Hernández
FllOSÍNA, criada de Mariana, . . Sra. Petronila Serrano.
Soldador —
La Escena te en París *n casa de Trusgalant.
EL PARNASO ORIENTAL
ESCENA PRIMERA.
Trusgalant, Bolús.
Bol. — Vos sois muy hábil sugeto
Mi querido Trusgalant^
Y desde treinta y cinco año*
Que ejersomi facultad*
Juro á fe de Boticario
(Que es juramento formal)
Nunca haber visto Doctor
Que razone tan cabal
En solidéz como vos.
Trusg. — Aunque poseo, en verdad,
Con perfección mis autores;
Aunque el arte de curar
Lo sé á fondo y que ninguao
Me ha superado jamás
En penetrar los arcanos
De la ciencia natural,
Me fastidian los elogios.
Dejadlos. Os quiero hablar
De un negocio de importancia-
Dispense vuestra amistad
El que ante todo me informe
Si me han venido á llamár
Mientras falté de mi casa
Frosina, . . .Frosina * Está
* Lie man do recia
C8
EL PABWASO ORIENTAL,
Sin duda muy descansada,
Frosina !
ESCENA SEGUNDA,
Dichos, Frosxnú.
Fros. — ¡ Como gritáis
Jesús ! ¿Señor que queréis?
Trusg, — Me ha mandado procurar
La Señora Baronesa
Del tronco del Ananás?
Fros> — No Señor.
Trusp. — Mucho me alegro,
Porque es muy cierta señal
De que el ultimo remedio
La habrá mejorado ya.
¿Y el pobre de Bonnegrif
M^mdó?
Fros. — Acaban de estár. . , ,
Trusg. — Para decirme, sin duda,
Quo la tisana especial
Refrigerante que Je hice
Tomar ayer, ya lo habrá
Curado radicalmente
De su tisis pulmonar.
Fros. — Si Señor. . . . Ya está enterrado
El pobre llegó á espirar
Esta noche. Su escribiente
Como una furia infernal
V 7 ino á daros esta nueva
Y á maldecir ademas
EL PARNASO ORIENTAL»
Peí modo mas espantoso
A Bolús y á Trusgalant.
j Qué lengua tan vipérína !
Cuando yó quise tomar
Vuestra defensa, me puso
De oro y azul. Es verdad
Que yó estoy acostumbrada
Y lo escuché con frialdad.
Con que así, . . .
Trusg, — ¿ De qué pretende.
Quejarse ese Don Pascual?
Yó he sangrado á Bonncgrif
Veinte y dos veces 6 mas;
Lo he refrescado. Jo he helado-.
¡Se debía de curar
Según todos los autores
Modernos de nuestra edad»
Fros* — Y morirte según todos
Los antiguos ea matar!
Trusg. — ¡ Vete de aquí impertinente !
¿Habrá lengua mas procaz?
¿Tú te atreves miserable
Fámula á vilipendiar
Los grandes médicos? Deja
Ese cuidado esencial
A todos los cirujanos
Que mejor que tú lo harán.
ESCENA TERCERA.
Trusgalant, BqIús.
Bol — Aquí para entre los dos,
70 EL PARNASO ORIENTAL.
Mi querido Trusgalant,
No formo buena opinión
De esa tisana especial
Que para los pulmonarios
Me mandáis elaborar.
Trusg. — Decís bien. La tal tisana
Me ha muerto ya sin piedad
Una docena de enfermos
De esa clase, sin entrar
El infeliz Bonnegrif
En la cuenta.
Bol — Y ademas
De vuestra difunta esposa
Aquién os la hizo enterrar
el año pasado.
Trusg. — Es cierto.
Bol— Eso nos merece ya
Alguna atención.
Trusg. — ¡ Locura!
Aquí en la gran Capital
Sigue el buen Médico siempre
Su marcha. Se arredrará
Porque la prueba destruya
Un principio medical
Como los que yo profeso
Desde la ilustrada edad
En que empuñé el escarpelo,
Y en que aprendí á recetar?
Bol — Esa es otra cosa.
Trusg, — ¡Bueno !
¿Y qué pensabais ? Jamái
Variaré resolución.
EL PARNASO ORIENTAL»
Bol, —Sabéis sabiamente obrar;
hacéis bien.
Trusg. — Dejemos eso
Vamos al negocio ya
De que pensaba instruiros.
Buen Bolús, vos no ignoráis
De que siempre os he tratado
Con la mayor amistad.
Bol — Me hacéis en eso justicia.
En la cruel enfermedad
De que murió vuestro padre
Le hice el bien de administrar
Todos los medicamentos
Hasta aquel punto fatal
En que su alma venturosa
Descansó en la eternidad.
Tru$g* — Yo os estoy agradecido,
Y jamás perderé la
Ocasión de complaceros.
Receto en gran cantidad
Los remedios.
Bol — Eso sí.
Trusg. — Tengo cuidado en purgar
Vuestra Botica de todo
Lo que es de inutilidad;
Y cuando es indispensable
El tenér que* recetar
Drogas caras ¡oh! entonces
Diez escrúpulos de mas
O doce aumento.
Bol— Y yó bajo
Diez ó doce, o trece o mas;
72
Eh PARNASO OEIBNTAL»
Coa eso salto la vida
Del enfermo al conservar
Vuestra fama al mismo tiempo.
Trusg* — Pero como estamos yá
Convenidos, yo prescribo
Remedios de voluntad
Diciendo que no los hay
Sino en vuestra casa* Amas,
Yo pondero la eficacia
La limpieza, la bondad
De vuestras composiciones
Farmacéuticas.
Bol. — Bien va,
Porque también por mi parte
No desperdicio jamás
La ocasión de acreditaros
Como testigo ocular
Que soy de mil curaciones
Que hacéis en la Capital
En todos, principalmente
Los de tisis pulmonar;
Y también desacredito
Cuanto puedo á Jos demás,
Sin eceptuar á ninguno,
Ni ai mismo Monsieur Le Ruá.
Trusg. — En fin los dos nos rendimos
Con tan mutua afinidad
Todos aquellos servicios
Que un Médico el mas zagáz
Con un Boticario in sólidum
Se acostumbran prodigar;
Que para que no dudéis
EL PARNASO ORIENTAL.
De todo lo que es capáz
Mi afecto de adelantaros,
No podréis adivinar
Lo que yo acabo de hacer,
Hoy coloqué un capital
De diez mil francos....
Bol. — ¿En donde?
¿En la Tontina?
Trusg. — En verdad.
No en mi nombre, por supuesto,
Sino en el de un militar
Retirado, que no pasa
De una regular edad....
Sesenta anos, y parece
Que tiene treinta á lo mas ;
Mi dependiente de campo....;
¡ Qué comptecsion de zagál !
Vigorosa, fuerte, sana,
Fortificada ademas
Por diferentes campañas
Que hizo sirviendo á Murat
En Italia y Alemania.
Bol — Está bien.
Trusg. — ¿Pues no ha de estar?
Ante todo, se ha otorgado
Por el escribano Armand
Escritura do convenio
Entre los dos, por la cual
El cede á mí y á los míos
Cuanto le hado redituar
La Tontina ; y por mi parte
Me obligo á recompensar
T03L a
BX PARNASO ORf&NTAI*.
Esto, con darle mi casa,
Mantenimiento, y demás
Toda su vida, aunque viva
Mas que nuestro padre Adán*
Bol — No está mal pensado eso.
Trusg. — Un mozo do aquella edad
V de su naturaleza,
Conmigo será inmortal*
Bol — ¿Quien lo duda?
Trusg. — Supongamos
Que este hombre no vive mas
Que (pensemos lo mas malo
Siempre) cíen años de edad
Por ejemplo.
Bol.— Sí; (pensemos
Lo mas malo) cien no mas.
Trusg. — ¿No es cierto que en quince ó veinte
Anos, será el principa),
El primero de su clase?
Bol — Lo creo sin vacilar,
Trusg* — Cinco aííos después, no queda
JEu la Tontina otro mas
Que él, y por consecuencia
Entonces entro á gozar
Por veinte años, cuaudo menos,
Todo el rédito. ¿ Que tal ?
Bol — Es brillante pensamiento
De colocar un caudal ;
Ni empleado en hipotecas
De reforma militar
Es mejor.
Trusg. — Mucho me alegro
EL 1>AKNA$0 ORIENTAL.
Ver del modo que aprobáis
Mi proyecto de fortuna,
Porque os ha de interesar.
Tengo resuelto casaros
Con mi hija única.
Bol — ¿ Es verdad ?
¡ Tanto honor ! j tan gran fortuna
Trusgi — Cumplimientos son demás.
Por dote la he destinado
Justamente )a mitad
Del rédito pingue, inmenso
Que no se os podrá escapáis
Voy á mostraros el joven
De que hablo ; á admiraros va ;
Es la masa mas compacta.
ESCENA CUARTA.
Bolús, solo.
!Qué genio tan doctoral l
Hay personas que lo creen
Algo loco, pero van
Con lo que acaba de hacer
A advertir- . . -
ESCENA QUINTA.
Trusgalant, Bolús y Ambrosio.
Trusg.— Considerad
Este mozo : es el que os dije.
70
EL PARNASO ORIENTAL»
¿Vos habéis visto jamhs
Un cuerpo mas bien formado?
Bol— Nada es mas proporciona!.
Trusg, — ¿Qué me decía de sus ojos?
Bol — Ni en vívoras de coral
Los he visto mas brillantes.
Trvsg. — ¡Sus carnes! Tocad tocad
Bol— Admirablemente bellas.
Trusg. — * Abre la boca . — algo mas*
¡ ** Mirad que dientes tan sanos!
tan limpios!
Bol — Y tan cabal
La dentadura.
Trusg. — Tu voz
Haznos oir.
Jmb. — Bran! bran! bran:!!
Bol — ¡Es un trueno! Santa Bárbara
qué fuerza!
Trug*— Ahora tomad
El pulso siempre lo tiene
Tan firme, y aun tan igual.
Bol — Según todas las señales
Vivirá una eternidad.
Trusg. — Mirad que pecho!
fíoi — ¡Qué anchura!
Doctor, ya no hay que dudar,
Habéis hecho un buen negocio.
Tmsg. — Nos vamos á macerar
Entre el dinero, Bolús.
hol — Es un Banco nacional
Lo que nosotros tenemos.
A ilmbroeío.
EL PARNASO ORIENTAL
Truag, — * Dime, anoche al descansar
Tardaste mucho en dormirte?
Amb* — En cuanto me acosté, zás,
Ya me dormí.
Trusg. — Tiene un sueño
Con tanta facilidad
Jlmb. — Y hasta las once del dia
No me pude despertar,
Trug. — Muy profundo. El apetito
Siempre lo conserva igual,
Aunque tengo gran cuidada
De sometérselo á las
Reglas mas sobrias. Por eso. . . .
Amb. — Por eso no ha de faltar,
Porque usted me hace vivir
Escasamente. . . . ah.... ah.... ah....
Trusg. — ¡ Cómo ! ¿ bostezas ? Amigo
Ese es un signo fatal :
Denota la plenitud
De nervios, al estirar
Los músculos, estensíon
Del diafragma, y contumaz
Impedimento de todo
El espíritu animal
Es preciso corregir
Los síntomas, con la mas
Copiosísima sangría.
Amb. — # * ¿Aun me va usted á sangrar?
¡Misericordia! Por Dios
Doctor, tenga usted piedad.
Trusg. — Antes una lavatiba
* A Ambrosio . ** Llorando.
78 El* PARNASO ORIENTAD
Compuesta recibirás
De lacsantes y emolientes,
Que sin duda impedirá
E! que los sucos groseros
Comienzen a circular
En vez de la sangre. Usted
Bolas, con celeridad
Tráigase el clister.
Bol — Al punto,
Estoy de vuelta.
Trust?. — Lo mas
Pronto vuelva usted ; lo espero,
Que esta grave enfermedad
Es muy serosa, y requiere
Diligente actividad.
ESCENA SEXTA.
Trusgalant) ¿Imbrosio.
.2mb. — ¿No os cansáis de atormentarme
Señor Doctor? No hace mas
Que tres dias naturales
Que con vos estoy, y ya
Me habéis sangrado tres veces*
7'rusg. — La sangre está muy demás
Para conservar la vida.
Yo se lo que hago. ¡Pensar
Que tomo poco interés
En que vivas! ¡Garrafal
Desatino! Me interesa
Mas que á tí mismo. Aun no habrán
El, PARNASO ORIENTAL*
Acabado la sangría,
Y ya mi cariño hará
Te desayunes muy bien.
J¡mb. — Por fin algo es algo mas»
Trusg. — Yo quiero darte una vianda
Apetitosa, especial.
Al caso. ¿Qué comerías
Tú con gusto? La verdad,
Jlmb. — Un guiso de las patitas
De cordero.
Trusg. — ¡Voto á tal !
¡Hombre, estás endemoniado !
c r Qüe genio de Satanás
Te arrastra á que incauto pidas
Tan detestable manjar?
¡Una carne tan viscosa,
Tan indigesta además
Para el estomago !
Jlmh. — Entonces
¿Como la convertirán
ün pastas los Boticarios?
Trusg. — Aunque ellos la hacen pasar
(Aquí para entre los dos)
Por vianda medicinal,
No nutre, y es indigesta.
¿Imb. — Pues entonces, ordenad
Que pongan al horno un pavo.
Trus». — Jlbsü ! Eso es mucho mas
Difícil de digerir.
Jlmb* — Tal vez me aprovecharán
Unas salchichas, un poco
De jamón.
80 EL PARNASO ORIENTAL.
7Wg. — ¡Qué necedad!
Alimentos tan salados
Jlmb. — Salados, dulces, sin sal,
Indigestos, digestivos. . . .
¿Por vida de San Froilan!
¿Qué diablos me manda usted
Para que pueda almorzar?
7Vuá#.--Una onza de queso fresco,
Sólita, sin pan*
— Amb. ¿Sin pan?
¡Qué nutritivo alimento!
Trusg. — Acompañada de mas
De dos vasos de tisana
Hepática*
Amb. — Inmortal
Dios de Israel! En tus manos
Mi espíritu queda ya,
RequiescarU inpace, amen.
ESCENA SEPTIMA.
Los místaos, Frosina.
Fros. — Señor : os viene á buscar
Un hombre.
Trusg. — Hiremos á ver
Lo que me quiere.
ESCENA OCTAVA.
Ambrosio^ Frosina.
Amb.— Ah! ah! ah!
Fros.— ¿Tú suspiras? ¡Pobre Ambrosio!
FX PARNASO ORIENTAL
81
¿La causa no me dirás
De tu aflicción?
Jlmb. — Todavía
El Doctor me va a sangrar
Y echarme una lavativa.
Fros. — ¿Y cual es tu enfermedad?
j m f Jm — Es t;! ostensión del diafragma,
Los músculos, y otras mas
Dolencias que me atribuye
El Doctor, aunque cu verdad
No siento nada,
ir oí .—Peor es
Cuando no se siente el mal .
Amb. — Desde que estoy por desgracia
En esta casa de Anas,
He derramado mas sangre
Sin haber necesidad,
Que no en todas las batallas
De mi vida militar.
Fros. — Ya lo creo, ¡Pob recito!
Amb. — El tal doctor Trusgatant
Pretende que sobreviva
En mi clase á los demás';
Pero se dá tanta prisa
En lacsarme y en sangrar,
Mis venas, que temo mucho
iSo llegar ni á la mitad.
Fros i — Eso es cosa muy posible.
Jimhi — Mas bien segura dirás;
¿Si escapo de las sangría?,
Del clister cómo escapar?
Fros. — De cierto reina en tu mesa
ron ü
U
82
EL PARNASO ORIENTAL.
La mayor frugalidad.
Jlmb. — ¿Y cómo diablos poder
Resistir? Me tiene ya
Encerrado, y me calcula
Enfermo de gravedad ;
Cuenta y <corta mi alimento ;
Me priva el estomacal
Vino añejo, cual si fuera
Mi enemigo ¡Barrabás
Cargue con toda su ciencia!
En lugar de ese infernal
Método, mejor aería
Que en mise dejase obrar
La naturaleza»
Fros. — Cierto.
Es la misma absurdidad
Quitar el vino á un rentero
Que como tuya es de la
Tercera clase, que lo és
Impertinente privar
A un hor^bre de la segunda
De mi genero.
Amb. — Es verdad*
Frosina, cara Frosina,
¿De lástima eres capaz?
Fros,— Sin eluda. ¿Qué puedo yo
Hacer por tí?
Amb. — Tu bondad,
(Ya que dispones de todo)
De auxilio no me dará
Una botella do vino
Antes de verme espirar?
ÉL PARNASO ORIENTAL.
83
Fros>^- A y Jesús ! Dios me preservo !
Cuando te privan de tal
Liquido, os cosa sabida
Que te hará daño.
Amb. — A besar *
Me arrodillo humildemente
Tus plantas.
Fros. — ¡Qué necedad!
dmL — Dame siquiera una cuarta. . . .
Fros. — Ni una gota.
Jlmb.-rQué crueldad !
Si yo de veinte y cinco afioa
Fuera, y no tuviese nías,
La bodega . . ♦ .
Fros. — No me atrevo
Lo contrario á asegurar ;
Levanta ; no hay compasión.
ESCENA 9, *
Los mismos, Trusgalant. **
Trwg. — Ola, Ambrosio, con que estás
En amores? Me parece
Que no debes preparar
Tu cuerpo de esa manera
Para seguir el compás
Después con la lavativa.
Retírate á descansar
De esa grave agitación ;
Boíús ira por allá,
* So arrodilla.
Sorprendiendo á Ambrosio a loa pica íJc l'Yoaiiia,
84 EL PARNASO ORIENTAL,
ESCENA 10.*
Tntsgalanty Frosina.
Trusg. — ¡Qué tal el militarcíto
Para el amor!
Fros, — Ignoráis
Sin duda lo que pedia
De rodillas,
Tnisg.— Acertar
No es difícil conociendo
Al tunante militar.
Fros. — Por supuesto. El me quería,
Con su lenguagc falaz
Seducir, pero no es fácil
Que me pudiera engañar.
Trusg- — Haces bien en resistir
La humana fragilidad*
Fros, — Antes primero lo hubiera
Observado agonizar,
Que darle lo que pedia.
Trusg.—Sí. Te debes de guardar
Mucho, porque yo pretendo
Viva con una moral
Fros. — Ya lo entiendo.
Trusg. — Y bien, Frosina ;
¿No me han venido á buscar
Para ver aquel Sochantre
De la fiebre catarral,
Que la preciosa tisana
No ha querido? - . . .Pero hablar
EL PARNASO ORIENTAL.
Antes de salir deseo
Con mi hija.
ESCENA II.
Trusgalant.
Trusg. — Mucho mas
Adelantado partido
Qui-iera proporcionar
A Mariana, que Bolús.
Por ejemplo : un Senescal
Arruinado ; un Consejero ;
Mas tendría que pagar
Las deudas de uno, ó las cargas
Del otro ; con que así mas
Barato es el colocarla.
ESCENA 12.
Trusgalant, Mariana, Froszna.
Mar. — ¿Qué me manda usted, Papá?
Trusg. — Voy á darte una noticia
Muy agradable en verdad.
He resuelto que te cases
Con un novio de mi edad
Que te he elegido. Es un hombre
Que te proporcionará
Cuanto placer imagines. . . .
Hombre de zagacidad,
Y que entiende de su oficio
Como nadie.
86
EL PARNASO ORIENTAL.
Mar. — ¡Oh cielos! 1
Fros.—i A y ! 2
Trusg. — Tiene toda la prudencia-
ba/-. — ¡Habrá suerte mas fatal* ! 3
Trusg. — En el genio es una malva,
Y tal materialidad
Mar. — ¡Infeliz de roí,.... qué anuncio !■ 4
Trusg. — Qué quiere significar,
Hija uña, tu semblante ?
Aun no he dicho la mitad
Del asunto; ni aun el yerno
He nombrado; no he hecho mas
Que hablar de él, y la noticia
Recibes con tal pesar?
Fros. — No es el bien que usted nos dice
Causa de nuestra ansiedad,
Sino solo la desgracia
Insoportable, fatal...
Trusg. — ¿Qué desgracia?
Fros. — Sí Señor,
Porque debemos juzgar
Que es un viejo, en atención
A la buena calidad
])o su genio. Si usted hace
Un bosquejo mas cabal,
El do un mozo, por ejemplo,
Le escucharemos con mas
Gusto.
Trusg. — Pero ¿quien os dice
Que el novio es de mucha edad ?
Sabed, por fin, que es Bolús.
1 Aparto. 2 IJem« 3 Idem. 4 Idem.
EL PARNASO ORIENTAL,
Mar. — ¡Bolús!
Fros. — # Precioso zagal !
Trusg* — Sí Señoras. Es Bolus,
Tendrá cincuenta á lo mas,
Y entonces recien se empieza
A valer.
Fros. — Un hombre tal
No la conviene á la niña,
Y yo lo voy á probar.
Para juzgar del valor
De un esposo tan cabal,
Es preciso que la esposa
Tenga alguna antigüedad
También de fecha; y el genio
Mas maduro, mas formal
Que el de la niña. Si usted
La diese un joven galán,
Dentro de unos veinte años
Ella podrá tolerar
Su razonable marido.
Trusg. — Buena máxima le dás.
Una hija virtuosa
No debe de examinar
El novio que la propone
Su padre. El amor filial
De este modo Be acredita.
Lo has oido ? Al regresar
De vuelta á casa, que encuentre
En Mariana voluntad
De obedecerme. Sobre eso
No volver á replican
* Aporte.
80
EL PARNASO ORIENTAL.
ESCENA 13.
Mariana, Frosimt.
Mar. — ¿Has visto, Frostna, has visto
¡Mayor infelicidad
Que la mia? ¿No me basta
Resignarme ii la fatal
Pérdida de la esperanza
De roí Erasto, sino aun inris,
Que es preciso me resuelva
A ser de Bolús?
Fros.— Y la
Pildora no puede ser
Mas amarga, á la verdad.
Mar. — Erasto, mi caro Erasto,
¡Cual se desesperará
Cuando sepa tal noticia !
Fros. — A y ! ya lo miro llorar
Y aflijirse con usted,
¡Qué vivo dolor habrá
En sus bellísimos ojos!
¡Que lágrimas correrán
De los vuestros! Justo cielo!
Cómo comienzo á temblar
Por el viejo Boticario!
Mar. — Frosina, ¿te burlarás
Tan fuera de tiempo?
Fros.— Yo
No me burlo. Es calcular
(Como usted lo hace también)
KL PARNASO ORIENTAL
En lo futuro, aunque acá
Yo pienso muy diferente.
Usted no vé pino la
Desesperación, el llanto;
Y yo la felicidad
Y en lo posible el consuelo-
He sido mas perspicáz
En leer el porvenir
Que Usted; y me agrada mas . . .
Mar. — Te engañas, amiga mía.
Es tal mi desgracia ya,
Que no dejare de ser
De Bolús. Debo penar
En silencio. Mi deber
Sin duda respetará
A mi padre. La virtud
Solo puede acrisolar
El sacrificio,
Fros. — Lo sé.
Sé que resplandece mas
La virtud en la desgracia ;
Pero llega caso tal
Que se deja sucumbir \
El tiempo nos lo dirá.
Mar. — Silencio, que viene alguno.
ESCENA 14.
Los mismos^ Erasio, Crispin.
Fros. — Señorita, está ya aquí
Vuestro Erasto.
TOM 3
90
EL PARNASO ORIENTAL*
Crisp. — Y tú frosina
Aquí tienes á Crispin,
Frosu — Llegan ustedes a tiempo
Para inventar un ardid
Que nos libre sin tardanza
De un golpe de bisturí
Que nos amenaza* El amo
Acaba de decidir
El dar á bu hija á Boltís.
Crtsp. — ¿A quien? ¿Al viejo cerril?
¿A ese chato,-que se pone
Anteojos en la nariz,
Para hacer los gatuperios
En su Botica?
Fros.~- Es así,
Erast. — ¿Es esto cierto, Mariana?
Fros. — ¿Qué si es cierto la decCs?
El casamiento ha de ser,
Y muy pronto.
Erast. — ¿Permitir
Podéis, querida Mariana,
Que os lleguen á conducir
Al altár, sin haber hecho
Algún esfuerzo por mí ?
Mar. — ¡Qué esfuerzo, querido Erasto,
Lo que habéis de hacer? Oíd.
Seguidnos á nuestra casa;
Hay caballos prontos, y, . . .
Llevaremos é las dos.
Fros. — Muy bien pensado» Eso eí;
Crisp. — Señora : ¿queréis saber
EL PARNASO ORIENTAL*
Nos dejaremos llevar
Señorita. El delinquir
Una vez es perdonable.
Mar. — Es un delirio, Crispin,
De Frosiim.
Fros* — Yo te ruego
inventes para impedir
Esta unión funesta, alguna
Cosa como tuya,
Crisp. — Así....
No vá bien . . • • así . . . • tampoco.
Me canso de discurrir.
Tú, Frosina, por tu parte
Piensa también^ pues á tí
Nunca te faltan recursos
Para embroJIár.
Fns* — Convenir
Debemos en apurar
Nuestro talento sutil.
Cnsp. — Veámos que inventas? A! caso.
¿Qué es lo que imaginas? Di.
Fros. — Ten un poco de paciencia.
Crisp. — Quita alM. No has de decir
Nada de provecho. Vo
El tiempo no lo perdí.
Hallé el mejor espediente...*
Fros. — Veámos, pues.
Crisp. — En mi sentir
Es embrollará Bolús
Con el Doctor. Este ardid
Desbarata el proyectado
Consorcio.
92
EL PARNASO ORIENTAL.
Fros> — ISo hay duda,
Erast—Sí ;
Me parece bien pensado.
Crisp. — ¿Os parece bien? A mí
Las embrollas no me cuestan
Mas que inventarlas,
Fros. — Mas di
De qué manera se hará.
Crisp, — El modo de conseguir • . . .
Esperad, . - «¿No se habrán muerto
A sus manos por aquí
Ha poco algunos enfermos?
Fros. — Diarin mente. D. Luis
Bormegrif, el papelista,
Se lo acaba de morir.
Crhp.— ,Qué suerte tan decidida J
Es necesario decir
Al medico Trusgalant,
Que ha sido muy incivil
Bolús, en andar contando
Que la tisana sutil
Que le dio, ba sido la causa
De privarle de existir;
Y al mismo tiempo es precise*
A Bolús el consentir,
Que el médico !e atribuye
Un peligroso desliz
En la receta, que causa
La muerte de Bonnegríf.
Erast. — Me agrada la idea,
Fros.— Nado.
Vale al menos para mt
EL PAHNASO ORIENTAL.
Jtiat. — ¿Porqué?
Fros. — Porque nada sirve?
Las razones vais á oir.
Son el Doctor y Bolús
Unidos como el marfil;
Y hacen al menos diez años
Que nos matan, sin mentir,
A los muchachos mas bellos
Y galantes de París,
Sin incomodarse el uno
Con el otro, ni reñir.
¿Y queréis que su amistad
Se rompa por 3onnegrif ?
Crisp, — Ah! Ya me ocurre otra idea.
¿No ha puesto el Doctor diez mil
Francos en el nombre de otro
En la Tontina ?
Fros. — Sí.
Crisp. — Sí ?
Pues eso me inspira un medio
Seguro de dirimir
La contienda. Podré hablar
Con ese sujeto?
Fros.— Allí
Es la puerta de su cuarto;
Muy solo está el infeliz.
Crisp, — Dejadme hacer. Eso basta.
ESCENA 15.
EraslOj Mariana, Frosina.
Mar. — Cual estratagema urdid
94
EL PARNASO ORIENTAL.
Habrá podido?
Fros.— No sé,
Es un pillo este Crispin,
Y no dudo que la empresa
Salga de un modo feliz.
Erast. — Y yo espero que Frosina
Nos ayude a conseguir
La industria.
Fros. — Podéis contar,
Que si no es posible en fin
Librarnos del casamiento,
Cuando menos diferir
Para después se podrá.
Mar. — Tú me haces volver en mí. 1
Erast.— ^-Transportado de placer 2
En mi pecho revivir
Siento la esperanza.
Fros. — Bien
Veo que así lo sentís.
Mar. — Oh! cuanto te deberé
Si llegas á arrepentir
A mi padre de casarme
Con Bolús !
Fros. — Pues será así.
Erast. — ¡Qué dulce es la obligación
De agradecerte el unir
A mi ternura la bella
Mariana, y vería feliz!
Fros. — 3 Pobres muchachos ! Los dos
Jamás pudieran sufrir
1 La abraza. 2 Lo mismo. 3 Aparte.
EL parnaso oriental.
Ser separados. No piden
Mas que estar juntos.
Krast. — Aquí
Viene Crispin.
ESCENA 16.
Dichos, Cttspzn. #
Cri$p.— Vos haced
Cuanto acabo de decir,
Y saldréis de entre las manos
Del tirano- Adiós.
Fras. — Crispin
Ya has quedado concertado
Con Ambrosio ?
Crisp. — Le advertí
Lo poco que era preciso;
Su papel ha de salir
Como lo mejor del mundo-
La Señorita puede ir
Ya contándose segura
Y libre de ese mastin
De su novio el Boticario;
Será de mi amo. Y á tí,
Frosina, te doy permiso
Que te eleves hasta mí.
Fros.~ Y ¿cómo picosas hacer
Estos milagros, Crispin ?
Crisp, — Yo imagino disfrazarme
* Alealir.
9G
EL PARNASO ORIENTAL.
Do Coronel vengo aquí
amo será mi mayor.
Vuestro pudre presumir
Nada puede, pues ignora
Quienes somos, porque si
Venimos, es cuando sale
De su casa, y va á asistir
A sus enfermos. Vendremos
A consultar con ardid
Una enfermedad supuesta
De alguno de los dos, y , . . .
Frosina, ¿nada me elogias
Lo que acabo de decir?
Fros, — Yo lo apruebo, y eso basta.
JSrast* — Pero ¿qué vas á hacer? Di.
Crisp. — Ya lo sabréis. Vamonos
El enredo a prevenir;
El tiempo es lo mas precioso
Y no hay que perderlo así.
* Hasta luego, nina hermosa.
## Hasta luego Serafín.
Vamonos, Señor Mayor.
ESCENA 17.
Mariana, Frosina,
Mar. — Di me, podrás responder
Que la industria deCrispin
Tendrá buen efecto?
* A Mariann. ** A Frosina.
EL PARNASO ORIENTAL.
Fros.—Es él
Tan tunante !
Mar. — No me tengas
Mus tiempo en tal padecer;
Dirne. - . .
Fro$. — Callad, que los dos
Han hecho algo mas que bien
En irse, porque ya veo
Venir sin duda á saber
Vuestro gusto el Boticario.
Es preciso que esta vez
Le tí n jais estar dispuesta
A desposaros con él.
Mar. — Qué tormento!
fro5.— No se queje
Usted, Señorita, al ver
Que se libra tan barato
Del fiero Matusalem.
ESCENA 18.
Lasmisma», Bolus,
Pros. — Buen dia, señor Bolús.
Acabamos de saber
Las noticias que se corren.
No dudamos que está usted
En vísperas de casarse
Con mi ama*
Bol — Ya se vé,
Al doctor se le ha infundido
Que por fuerza así ha de ser.
TOM 3
4
EL PARNASO ORíENTAt*
Por mi parte no lo hubiera
Pensado, porque es sandez
Viendo la desproporción
De las edades.
firos.— Usted
Le llama desproporción !
Ya debemos conocer
Que es broma; pues todavía
La frescura de su tez
Es de un joven, y de aquellos
Que desea una muger.
Bol. — En cuanto á eso, me creo
Aun bastante verde.
Fros* — A ver ? *
Me parece muy amable;
Tiene tanta brillantéz
En su rostro . . . . y los colores
Del mas bello rosiclér.
Aire noble. Sus maneras
Tan finas De laaltivéz
Y elegancia do su tallo
Bien puede juzgar usted.
¿Qué me decís, Señorita?
Mar. — Es un cuerpo hecbo á pincél,
Fros. — Oh! esa geringa le sienta
Admirablemente.
Mar.— Y es
Mejor que cualquiera espada.
Fros. — Un manto como el del Rey
Hérodes, no le estaría
* Le quita la copa y queda con un mantel alado en la cintura;
y en él una seringa.
EL PARNASO ORIENTAL»
Mejor queelhJanco mantel
Que le envuelve la cintura.
Jllar. — Le está lindo, tan bien !
BoL — Me es, amable Señorita,
Muy placentero tcnér
Esta ocasión de escuchar
De vuestra boca de miel
Las palabras que despiertan
En mi memoria esta vez
Recuerdos afortunados.
Sí, palomita sin hiél :
Para Usted todo el amor
Ahora siento sin dobléz
Que gozó de mis entrañas
La difunta mi mugér.
¿ No os han dicho de que modo
Los dos vivimos ?
Jijar. — No sé.
BoL — Jamás hubo un matrimonio
Mas perfecto en el querer
Que el nuestro.
Fros. — Contadnos algo
De eso si queréis. A fe,
Tengo tal gusto en oir
Hablar del dulce placer
De los buenos matrimonios!
Son tan raros !
Bot — No penséis
Así. Madama Bolús
Tubo un corazón tan bien
Acostumbrado. . . .tan dulce*!
fros. — Yá lo merecía Usted
100 EL PAItNASO ORIENTAL»
Bol — Por mí parto no dejaba
Nunca de corresponder
A su ternura cuidando
Mucho de su robustez.
Jamás en toda su vida
Fui tan necio que aguardé
A que me cayera enferma
Para sangraría del pié
O darle algo. Y asi todos
Los dias por precaber
Sus males, la hacia tomár
Algún remedio*
Fros. — \ Qué buen
marido !
Bol — Y á la maa leve
Indisposición, beber
La hacía en aquel momento
Algún elicsir. Mas él
Tiempo al cabo la llegó;
Ay ! poco la pude ver
En mis brazos, á pesar
De mi cuidado fiel.
Fros. — Lo creo.
Bol — De complecsion
Fué delicada; de fé
Os protesto, que no ha sido
Por faltarle ni una vez
Los remedios.
Fros. — No; yo creo
Que la abundancia mas bien....
Bol — Mientras que conservó un soplo
De vida, yo creo que
EL PARNASO ORIENTAL.
No le han faltado las drogas
De mi botica*
Fros.— Oye Usted,
Señorita, quemando!
Mar. — Sí; merece poseer
Los ansiosos sentimientos
Que he concevido por él.
Bol — Usted me elogia ángel mió.
Fros. — No Señor, justicia és.
Bol— Para Usted bella Mariana
El mismo esmero tendré,
Y las mismas atenciones
Que tube Con mi mugér.
Mar. — O que agradables promesas!
Bol — Muy luego las cumpliré
Y en las mañanas y noches
Como os presento veréis
Recetas dulees.
Fros. — Tendrá
En eso tanto placer!
Bol — A Dios bello Astro del dia,
Hermosísimo clavel
De á onza. Rosita de bomba.
A Ambrosio me voy á ver.
¡ Cuanta es la impaciencia roía
Por llevaros de una vez
Al altar ! Solo en pensarlo
Me comienzo á enloquecer.
Fros. — Sí. Yo creo que le obrada
Muy principalmente á Usted
E! gusto de la memoria.
fio!, — El tópico es mas placer.
102 El* PARNASO ORIENTA fc-
ESCENA 19.
Maiiana^ Frosina.
Fros. — Picaro viejo insolente!
Mar. — Frosina, mas grande es
El horror que á Bolús tengo,
Qae el cariño que mi fe
Le profesa al bello Erasto.
Fros. — Yo lo creo . . ♦ .ya se vé.
Mar. — Y primero exhalaría
El suspiro postrimer
Que unirme con eso monstruo.
Fros. — Conservad vuestra esquivéz
Que no será en vano. Acaso
La cosa so puede hacer
Mas honestamente?
Mar. — Calla
Loca, porque allí se vé
A mi padre.
Fros. — Continuemos
Haciendo el mismo papel.
ESCENA 20.
Las mismas, Trusgalant.
Trusg. — Frosina, di: Se ha resuelto
Por fin el obedecer?
Fros. — Se ha resuelto, y no podrá
La Señorita esta vez
Desmentir los sentimientos
EL PARNASO ORIENTAL
Que le ha sugerido Usted
Con sus juiciosos discursos.
Querido amo: Ya sabéis
Quo nos ha podido entrar
El gusto á los viejos.
Trusg.—Es
De verás, sin repugnar?
íros. — Preguntárselo podéis
Vos mismo al Señor Bolús;
Ya no queremos ni vér
Otra cosa mas que viejos.
Trusg. — Si tú hablas formal no sé.
Mas sin trepidar te digo,
Que es mas sensible perder
Un esposo adelantado
En anos que un mozo que.*..
Fros. — Mil veces. Si sucediera
Que me diesen á escoger
De un lado un buen viejo, y de otro
Un barbilindo doncél,
No habia de vacilar
En la elección.
Trusg.— Yo lo sé.
Un hombre viejo es capaz
Mejor de condescender
Con su esposa.
Fros. — Y mientras tanto
Los jóvenes, ya sabéis
Nos tienen por sus vecinas.
Un viejo nos deja bien;
Y los otros nos lo comen
Todo, y se mueren después.
104 EL PARNASO ORIENTAL-
Trusg.— Esta muchacha discurre
A veces con solidez.
En fin; hija mia estoy
Muy contento con saber
Que no tienes repugnancia
A Bolús.
Mar. * Antes me dén
Doscientas mil puñaladas.
Trusg. — Que es lo que dices, muger*
Entre dientes. . - «¡puñaladas!
Fros. — Lo que dice es solo que
Se dará de puñaladas
Sino lograse tener
Por novio al Señor Bolúsí
Si ella está loca por él.
Trusg. — Asi la pasión domina
El alma en la doncellez,
Fros. — Es legitima.
Trusg. — Muy fuerte
Frosina, y debo temér. . • ♦
Fros. — Si le hubiera probivido
Vuestra paterna esquivez
El ser del Señor Bolús
Mas lo había de querer.
ESCENA 21.
Los mismos, Eraslo, Crispin.
Trusg. — ¿Qué gente es esta que llega?
* Aparte.
EL PARNASO ORIENTAL.
Frot. — Dos oficiales.
Crisp. — ¿Qüied es
£1 médico Trusgalant?
Me lo han dado á conocer
Por señas. Cara muy grande . . ♦ •
Muy tenebrosa . . . • Es usted *
Sin duda.
Trusg. — Yo soy.
Ct Pues venga
Un cordial abrazo, que
Ya en el mundo no se habla
De otra cosa, Muy bien sé
Que su habilidad es mucha,
Sin dejar de poseer
Muy bien el latín.
YViwg.— Señor. .
Crisp. — Y esta tan preciosa ¿quien
Es? . . . ♦ Y esta otra?
Trusg* — Esta es mi hija.
ISsta otra muchacha es
Su criada y su confidenta.
Crisp.— Quiero abrazarlas también!
Para mostraros que estimo
Todo lo que es vuestro. A ver. * -
Trusg. — Alto, Señor Oficial.
Fros* — Parece somos los tres
Sus huéspedes. **
7Vtwg.~Esta gente
Muy familiar debe ser.
Crísp.— ¿Y no tenéis mas que una hija?
* A Trusgalant. ** Aperte.
tom 3
106 U, PARNASO ORIENTAL.
Trusg. — No tengo mas.
Crisp. — Por mi fé
Que es peor* Siendo tan lindas
Como esta, es fácil vender
El género.
Trusg. — Y con la ayuda
De Dios, pienso en este mes
Unirla con un amigo
Boticario.
Crisjh — Está muy bien*
Así los enfermos pueden
Prepararse á conocer
Los clisteres y purgantes;
Trusg. — Muy bien creo que no les
"Faltarán.
Crisp.— Cuanto mas miro
Vuestra niña, copia fiel
De vuestro rostro la creo,
Trusg. — Usted me hace enrojecer
O se burla.
Crisp. — Por mi espada
Que vuestro retrato es
En miniatura. Los mismos
Ojos; no se hecha de ver
Mas variedad que el color;
Y el color, no es mucho, ¡eh!
Y su pequeña nariz
Con el tiempo ha de tener
Como la vuestra, el tamaño
Enorme, y la robustez. . . .
La cara larga y redonda;
Confesar es menester
EL PARNASO ORIENTAL.
107
Que hay semblantea muy cstraños
En ciertas castas
Trusg. — Podéis
Decir, si gustáis, Señor,
El objeto que traéis
A mi casa? ¿De que modo
Os sirvo?
Crisp. — Oh! tiene usted
Una criada, que me mira
Mucho. Yo sin duda he
Nacido para formar
La fortuna y el placer
De las mugeres, pues todas
Me miran.
Trusg. — No querrá usted
Decirme el nombre de entrambos?
Crisp. — Sí: yo soy el Coronel
Y el Sr. es mi Mayor.
Mar. — Señor, nos dispensareis, . . .
Crisp. — ¿Y porque se van ustedes?
Fros. — No so quiere ella imponer
De vuestra conversación;
Quedad con Dios.
ESCENA 22.
Trusgalanty Erasto, Crispin.
Crisp. — Sepa usted,
Doctor, que sin alabarme
Soy hombre de tal poder
108 EL PARNASO ORIENTAL»
En la tropa, como sobre
Los enemigos,
Trusg. — Hacéis
Muy bien, y yo os felicito,
Crtsp. — El ataque mas eruel
Que mi General dispone
Al contrario, siempre se
Lo confia á mi valor;
Y preguntarlo podéis
Al Mayor.
Erast — Es la verdad.
Trusg. — Y yo lo creo,
Crtsp. — Me veis
Todo cubierto de gloria;'
Pero, amigo, nuestro ser
No es de hierro,
Trusg. — Ciertam ente-
Crtsp. — Aquí donde vos me veis,
Yo traigo desde Alemania
Una asma húmeda, que
Adquirí en persecución
Del enemigo,
Trusg. — Pues es
La causa mas que gloriosa.
Crísp. — El modo de contraer
Este mal, oid : Un dia
Cerca de un bosque encontré
Una gran partida. Ataco
Tan solo con unos diez
Que llevaba. Se resiste;
Redoblo mi intrepidez;
La destruyo. . . ,1a derroto
EL PARNASO ORIENTAL.
Completamente . . ♦ . Aquí fué
Cuando ya me vi obligado
£1 furor á contener
El aliento me faltaba;
Y desde entonces quedé
Asmático.
Trusg* — * Este se viene
A consultarme, por ver
Si se divierte conmigo;
Pero yo lo haré con él.
** Querrá usted algún remedio
¿No es verdad ?
Crisp. — ¿No ho de querer?
Trusg. — Pues yo tengo uno infalible
Mas no se lo doy.
Crispo ¿Porqué?
Trusg. — Vaya le doy el consejo
De que para su asma usted
Solicite una pensión.
Crisp. — Bien está: lo seguiré.
ESCENA 23,
Los mismos^ Ambrosio, Bolas. \
Amb Fuego, agua, socorro, agarren
Al ladrón, á este cruel
Matador : misericordia !
Trasgo— Pero qué gritos ! ¿porqué?
Bol — Aunque grites, no hay remedio
* Aparte. ** A el.
1 Detrae de Ambrosio con in gerirga en la mano.
110
EL PARNASO ORIENTAL*
La has do recibir.
Crisp. — ¿No es él,
Mayor? ¿No es esta la cara
De la Rosa? ¿No le veis?
Erost. — El mismo. Este era soldado
De nuestro cuerpo; este os
Un desertor. Ah bribón!
Amb. — Es verdad. Señor tened
Pieda d de mi. * De rodillas
Crisp. — Quita vil. En esta vez
La pagarás,
Amb. — Mi Mayor
Pedidle á mi Coronel
Por mí.
Crisp. — Di me, bigardón,
Porqué dejaste, porque
El cuerpo sin mi permiso?
Amb. — Señor, tanto que llevé
De mano del Capitán
En estas costillas, fue
La causa.
Crisp. — Cómo, atrevido!
Abandonar á su Rey
En el campo de la gloria,
Tan solo por no poder
Sufrir unos cuantos palos!
¡Y para vengarte de
Tu Capitán, no esperaste
Una batalla! Ola: haced
Se arrodilla. •
EL PARNASO ORIENTAL
Mayor, que entre aquí la tropa
Que está en la puerta.
ESCENA 24.
Los mismos 9 menos Erasto.
Trusg. — Porqué
No me dijiste, demonio,
Que eras desertor francés?
dmb.— Nunca me hubiera atrevido
A decirlo.
Trusg. — Y tú no vés
El compromiso en que estoy,
Maldito?
ESCENA 25.
Los mismos, Erasto y soldados.
Uno. — Mi Coronel ....
Crisp. — Fusilar en el momento
A este hombrees menester.
Trusg. — Señor, por amor de Dios
Os pido lo perdonéis,
Crisp. — Siento en el alma, Doctor,
No poderos conceder
La gracia que me pedis,
Porque tocante á la ley
Soy inecsorablc.
7W— Yo
Prometo restablecer
112 EL PARNASO ORIENTAL,
A V, S. si lo perdona.
Crisp. — No; me he pensado valer
De la asma, por conseguir
Una pensión.
Bol — Yo oa daré
Gratis todos loa remedios
Que gaste vuestro cuartel
De invierno.
Crispo No, no: muchachos #
Cargad las armas, y ved
De despachar lo mas pronto
A cenar con Lucifer
A este infame desertor.
Muy fácilmente veréis
Que en mis manos dura menos
Que en las vuestras. **
ESCENA 26.
Los mismos, JUariana 9 Frosiná*
Fros.—A saber
Venimos lo que sucede.
Afnh. — Frosina, besa los pies
Del Coronel, que me quiere
Fusilar, y pídele
Por su desertor.
Fros. — Señor,
No lo dejéis en poder
* A los Soldados,
** Al Doctor*
fct PARNASO ORÍENTAt.
113
De mi amo por el amor
De Dios.
Mar. — Señor, conceded
Su vida. Yo os lo suplico
Por ser quien sois.
Crisp. — No hay cuartel.
Trusg. — Dejaos ablandar, Señor.
Fros. — Postrados á vuestros pies . * • .
Crisp. — No me rompáis la cabeza*
Guardia : al punto !e prended.
Trusg. — * Haciéndoles una oferta
A todos, puedo tal vez
Salvarlo. Oidrne, Señor :
Os doy al momento cien
Doblones de oro.
Crisp* — Yo soy
Incorruptible.
Fros. — Podéis
Señor, á tan buen regalo
Resistir, y al ver correr
Nuestras lágrimas amargas ?
Crisp. — ¿Y preguntáis si podré?
¿Acaso soy abogado?
Fros. — El señor doctor, ayer
Ha puesto unos 10.000 francos
En la Tontina también
En nombre del desertor.
Trusg. — Y esa es la causa porque
Ts T os interesamos tanto.
Crisp. — No sé qué hiciera por él.
* Aparte.
TOM 3
114 EL FAWUiO OR1RNTAL.
Fro& — Si V, S. le quita la vida
Nos reduce fe perecer
A todos.
Crisp. — Pasaré á todos
Por las armas, si queréis.
Fros. — Gracias os doy por mi parte:
Mirad, Señor Coronel,
Me ha ocurrido buena idea
Para poder componer
Las cosas,
Crisp. — ¿Qué idea es esa?
Fros. — Casaros
Con mi ama.
Crisp. — Quien?
Yo? No quiero, amiga mia;
Si no ha descubierto usted
Otro medio, el tal La-Rosa
Dá el salto mortal y. . . - amen.
Erast — Basta de rigor, señor
Dejaos enternecer.
Crisp. — Es el decirlo muy fácil,
Pero hacerlo, no lo es;
Poneos en mi lugar,
Y por cierto no usareis
De semejante lenguaje.
Erast. — No, á fe de Mayor»
Crisp.— Pues bien,
Casaos vos, que á este precio
Solo puedo conceder
La vida al culpable-
Fros. — Vamos,
Señor Mayor, mire usted
EL PARNASO ORIENTA!»
La hermosura de mi ama»
^mL— Por el Santo Portuguéz,
Por San Antonio, Señor.
Erast. — Yo soy enemigo del
Matrimonio; pero puedo
Tan solo por complacer
Al Doctor tomar estado
Con la niña, siempre que
Con dote considerable
Se la ponga en mi poder,
Pues no esta muy etn razón
Que sin nada me la dé.
Crisp.— Eso es muy justo, Doctor,
Y el hacerlo es menester
Siquiera por gratitud,
Aunque no sea mas que el
Rédito de vuestros bienes.
Tru$g. — Yo soy servidor de usted;
Pero mejor lo será
A Ambrosio el ir & beber
En la Estigia. Mas barato
Me saldrá.
Fros. — Mas vos debéis
Ser, Mayor, mas generoso
Y contentaros también
Con la mitad del producto
O rédito de los diez
Mil francos de la Tontina.
Trusg. — Así me convengo; bien.
Erast. — Y yo roo presto gustoso
Solo por daros placer.
Bol — Y yo, Señor, no me opongo*
Doctor, 1c devuelvo á usted,
] 1 6 JEL FAKKAM OR1Í NT AI*
Para que no ha ja tropiezo
La palabra.
ESCENA 27.
Los mismos, menos Bofas,
AmL — Y á mi quien
Por último me mantiene?
Trusg* — Yo siempre, y te trataré
Como hasta aquí.
Amb. — Pues prefiero
El morirme de una vez.
Que me pasea por las armas
Al momento.
Efast. — No ha de ser,
Que yo me encargo de tí.
Doctor, yo me empleare
En conservar su salud,
Y me atrevo á responder
Que estará mejor cuidada
Que por vos,
Crisp, — En esta vez
Me ha venido un gran deseo
De casarme yo también
Lo mismo que mi Mayor,
Y tú has de ser mi muger, #
Sin remedio, en este instante,
Tt usg.-~ ¡Cómo, Señor Coronel !
Así tan sin mas ni mas
• AFrotint
EL PARNASO ORIENTAL»
117
Con la criada os casareis
Habiendo dejado al ama?
Fros. — ¿Porqué no?
Crisp. — Lo vais á ver.
Vengan los cinco fregones;
Toca, empieza á ennoblecer;
Te hago de triste criada
La esposa de un Coronel
Fros. — Y no es nueva esta mudanza
Pues cada dia se vé
Aquellos que valen menos
A mejor puesto ascendér.
Fia ds i*a. Comedia.
118
[EL PARNASO OR1KNTAL.
ODA
A LA APERTURA DEL MERCADO.
Por el Dr. D. Carlos G. Villademoros.
¡ Salve, muros sagrados !
Silenciosos peñascos ! derruidas
Y en polvo convertidas,
Vuestras inmensas moles, la venganza
Sintieron de los libres, que arrastrados
De en medio á la matanza,
Los rencorosos hados
A esclavitud amarga condenaron,
Y á bárbara cadena sujetaron.
En el recinto lóbrego, espantoso,
De impenetrable muro,
Del déspota cruel y cauteloso
El tratamiento duro,
Tus hijos, cara Patria, soportaban
Y sangre derramaban
Las heridas aún no bien curadas ,
Manchan el pavimento,
Y sus quejas al viento
Lanzados en el suelo,
Fueron á resonar al alto cielo.
EL PARNASO ORIENTAL.
119
Al alto cielo fueron
Las déla desolada triste madre;
Y las del triste padre
También ny ! se sintieron,
Y al cielo conmovieron;
Y justo en sus decretos, el Eterno
El sentimiento tierno
Escuchara, y ordena al tiempo mismo
Que caigáis y que caiga el despotismo.
Ruje el León de España, y su rujido
Mas allá de los mares aun aterra;
Y libre está la tierra
De Colón deseada; y el gemido
Que lanza la opresión desesperada,
Pone fin á la guerra ;
Fin también halla el brasilero impío;
Y en su sepulcro frió
Las artes brotan, y la industria crece,
Y el bastión aterrador perece.
Ya no es el ronco son del bronce horrendo
Quien torrentes de fuego vomitando,
Y la muerto llevando,
El oído lastima ; ni el estruendo
De la falange indómita, movida
A la voz homicida
Del capitán en lides educado :
No ya el feroz soldado
Trillará este recinto,
Ni obscuro, ensangrentado, laberinto
120 EL PARNASO ORIENTAL,
Formarán los escombros, la ceniza
Nielay! se sentirá del que agoniza.
No ya el guerrero con la faz serena.
De cicatrices hondas señalado,
Ocupa las almenas,
Ni el bruto desbocado
Relinchos lanza ni corcobos fieros,
Ni á la puerta el ginete
Valeroso arremete,
Ni el sable vibra ni la dura lanza,
Ni llama á la venganza,
Ni la muerte, impiadoso, se promete.
No saldrá de ta seno
Ya del huérfano mísero el espanto,
De viuda amargo llanto,
No : que el semblante ameno
No manchará el dolor; y el alimento
Que en medio del contento
La madre ofrezca al hijo
Con cuidado prolijo,
Con mano, de alabastro, cariñosa
De hoy mas aquel, entre placeres, goztu
Finalizó el horror, y la pisada
Del tardo y laborioso
Buey, se verá estampada
Solo, y del afanoso
Labrador los productos,
De la tierra los frutos
El suelo ocuparán que antes el carro
EL PARNASO ORIENTAL.
121
De guerra asoladora
Que resonando en torno, aterradora*
De Céres desecaba
De Pomona los doñea destrozaba.
Los cantos de alcgria
Del que se acerca al lecho deseado,
Y del que con la aurora lé ha dejado,
Suplen desde este dia,
¡Oh, feliz Patria mía !
La voz del centinela vigilante,
El mover bullicioso
De la tropa en cuarteles encerrada,
Y la orden respetada
Del Gefe que la ordena presuroso.
Salud, pues, y mil veces*
Lugar de muerte un tiempo» hoy de riqueza.
Salud ! que con largueza
Prémio el Eterno justo, bondadoso
Al Gobierno benigno, cuidadoso,
Por quien ahora ofreces
A todos la abundancia apetecida.
Salud, Géfe Político ! la vida
Os deberán un mil de desgraciados.
Y en bendiciones mil seréis pagados.
122 EL PARNASO ORIENTAL.
LA IXOCENTE,
Por LK Francisco A* de Figueroa*
Pues que sabe tanto,
Diga, mama mia,
¿Qué santo seria
D. Código Santo?
En prosa y en canto,
JSo hay quien no lo alabe;
Todos Jo idolatran;
— Eso Dtos lo sabe!
Será joven bella
La Patria, mamita ?
Pues cada cual grita f
¡La vida por ella!
Dichosa su estrella
Es en cuanto cabo,
Con novios tan finos?
— Eso Dios lo sabe!
Ese despotismo
Será cosa adusta.
Que nadie de é] gusta.
EL PARNASO ORIENTAL
Sino es en sí mismo;
Vaya al hondo abismo,
Dijo un hombre grave,
Porque lo aborrece;
— Eso Dios lo sabe!
De igualdad completa
Nadie hay que no hable*
Los hombres de sable
Y los de chaqueta;
Todo se sugeta
A la ley suave,
Que á todos iguala;
— Eso Dios lo sabe!
La ley y el derecho
Guardemos^ decían;
C -Dó ia guardarían,
Adentro del pecho?
O por mas provecho
Debajo de llave
En algún baulito?
— Eso Dios lo sabe!
¿Serán los jurados
Santos muy seguros,
En jamás perjuros,
Ni ménos malvados?
No habrán paniagudos,
Ni empeño que trabe
Su justa conciencia?
— kso Dios lo sube!
124 EL PARNASO ORIENTAL,
Diz que do se cuantos
Habrá tribunales,
Con mas oficiales
Que en el cielo santos;
Con pilotos tantos
Nuestra hermosa nave
Irá viento en popa?
— Eso Dios lo sabe !
Oh, que monumqnto
De arreglo y firmeza,
Siendo Ja cabeza
Mayor que el asiento,
Con poco cimiento,
Y mucho alquitrave,
Tendrá consistencia?
« — Eso Dios lo sabe !
¿Qué habrá sucedido
A los escritores?
Los nías parladores
Han enmudecido;
Se habrán adormido
Con algún jarave,
O tendrán cuartana?
— Eso Dios lo sabe!
Y hay quién les d¡r$
Con zonga y cariño,
Arrorró mi niño,
Que viene el guá guá ;
Que gusto será
Cuando el sueño acabej
EL PARNASO ORIENTAL,
125
Verlos cuán valientes ;
— Eso Dios lo sabe!
Dirán sentenciosos
Por toda descarga,
La verdad amarga
A los poderosos :
Mama, que famosos
Serán para el clave,
Con tanto tecleo ;
— Eso Dios lo sabe!
Oh, por vida mia,
Hábleme mas claro:
¡Qué animal tan raro
Será la anarquía!
¿O es alguna arpía
Con lanza y trabuca,
O será mandinga?
— Hija^ ese es el Cuco.
Virtud, se me antoja,
Ser cosa muy bella,
Pues diz que sin ella,
Tata Dios se enoja:
¿Es vestido en oja,
Muñeca bonita,
O en fin, es un ángel?
—Esa es lapapita.
¡Ay! mi mema, qué papita.
126 EL PARNASO ORIENTAL»
LA SALIDA DEL SOL.
Por D. Jf. M. Carrillo.
INEDITA.
m
Cuando Apolo, ínclito príncipe
De los planetas Olímpicos;
Cuando trisca con el látigo,
Como cochero solícito,
Azotando los Bucéfalos
Del claustro solar magnífico;
En rauda carrera rápido
Tiende su esplendor vivífico,
Su rayo penetra el ámbito
Por entre celages nítidos,
Y desparece á su tránsito,
Fugaz crepúsculo lívido;
Rásgase de noche lúgubre
£1 negro manto fatídico ;
Esconde su faz el Cárabo,
Y cesa su canto rispido.
Su lozanía en los cármenes
El jazmín ostenta tímido,
Viendo la rosa k su término
Ornar su color bellísimo.
Feliz labrador benéfico
La reja hiende solícito,
Para que la tierra mágica
Brote sus dones prolíficos.
EL PARNASO ORIENTAL.
Salta el corderillo estólido
Alegre el redil encíclico.
Naturaleza de jubilo,
Colma sü fulgor purísimo,
Y el dorado sol flamígero
Con su influjo azás nurífico,
De la omnipotencia armónica
La inmensidad regla místico.
ODA
(Por D. Isidoro de Marta.)
Febo ya había el azulado Oriente
Con su brillo dorado ;
Y en concurso las aves saludado
Su nacer refulgente
Cuando yo contemplando la natura,
Gozaba de un ameno prado la frescura.
Del jilguerillo el canto delicioso
Placentero escuchaba;
Cuando de rama en rama, vi, volaba,
Modulando así airoso
128
EL PARNASO ORIENTAL*
Dulces trinos, que el escuchar placia,
Y llenaba de ¿j-ozo el alma inia.
Mas ay! cuando eaa calma
El corazón gozaba dulcemente,
La campana sonara roncamente;
Y la aflicción al alma
El funeral anuncio le legara,
Pues nuevas luctuosas me anunciara.
Seis infelices de la Prole mia,
Se hallaban atacados
De escarlático mal; y mis cuidados
En ellos los tenia ;
Y herido ya del fúnebre sonido,
Temilo todo, de dolor enchido.
Incierto vuelo á los paternos lares
Certidumbre buscando^
Dó solo ayes y quejidos encontrando
Aumentó niia pesares;
Pero el golpe temido allí no fuera,
Otro infeliz mortal ¡ay! lo sufriera.
¿Quien sabe si de un virtuoso padre
El hilo de su vida
Atropos cruel cortara vengativa?
¿O si de un hijo ó madre
Terminara la carísima existencia,
Horfandad legando, viudez é indigencia?
Aquí se escuchan del pobre los gemidos,
AUí se vé al inocente padeciendo;
RL PARNASO ORIENTAL»
Aquí se mira á un hijo pereciendo,
Y á sus infortunados padres que ailijidos
Recursos buscan; y entre el desconsuelo
Piedad imploran hasta al mismo Cielo.
¡Oh escarlatina cruel! — Cuanto disgusto,
Desgracias y dolores
Causado habéis, en pos de los rigores
De tu ceno adusto*
(Seis lustro* ha que aquí no apareciera,
Pero hoy volvió cual nunca tan severa).
En triste soledad yo tus ardores
Sufriera con paciencia;
Y cual tu víctima rendida á la dolencia,
Pase mis sinsabores;
Pero mis juveniles fuerzas recobrando,
Hoy me veis tus efectos deplorando.
Todos te temen y huyen azorados,
Cual de fiera temible,
Al escuchar ese nombre horrible
Que los trae aterrados:
Tal es de tus hazañas la potencia,
Que los vivientes te rinden reverencia.
De Esculapio en valde los hijos ilustrados
Contener han querido
El contagio fatal; el ha cundido,
Dejando anonadados
Al niño tierno, al cano, á la belleza.
A quienes hiere sus dardos con fierozn.
5
EL PARNASO ORJBUTAU 1 30
¡Oh gran Dios! — Ese azoto inmerecido
Para un pueblo inocente,
Que vuestros decretos siempre reverente
Respetar ha sabido,
Cese ya por piedad; que él os merezca
Ver que ese mal de su seno desparezca.
Sí, Supremo Hacedor; ya veo postrado
AI huérfano inocente,
Que alza sus manos, y hace tiernamente
Súplica igual; y podrá el Hado
Que de la humanidad es padre amable,
A sus ruegos mostrarse inexorable?
No: jamás. — Que el Dios Omnipotente
Al mortal en su choza,
Le estiende siempre su mano cariñosa
Piadosísiraamente;
Y el clamor de la inocencia hoy escuchando
El cscarlático mal irá menguando.
Del contagio fatal las acechanzas
Perderán su potencia ;
Y entonces preces á tu gran clemencia
E himnos de alabanzas,
Te ofreceré cual hoy, oh Ser divino l
Pues mudasW Ja faz de un cruel destino.
131 el parnaso oriental.
A LA MUSICA.
ODA
Por la Sra* Fetroiw Rosendc 4c (a Sierra.
INEDITA.
jOh, consuelo de! hombre que padece!
¡Oh música divina!
Tú emltelezas el alma, y la ennoblece
De tu suave armonía el placer puro,
Elevando la mente
A la región sublime, omnipotente.
Tu mágico poder todo lo abraza;
A todos docilizas;
Te rinde el poderoso su homenage:
El que suda afanoso, su labor suspende
Cuando hieres su oido,
Por gozar tu cadencia embebecido.
En el dorado alcázar, y en el humilde techo.
Influyen tua encantos:
Con igual imperio ejerces Lu dominio
Donde reina el pesar, do la miseria inora,
EL PARNASO OJUENTAL.
132
Desterrado el tormento,
Esparciendo el placer, paz y contento.
AI miserable enfermo que el mal postra
En doliente lecho,
Llega tu voz, y al dolor mitigas,
Cual bálsamo al espíritu postrado
Le confortaá y animas,
Mientras te escucha, su esperanza avivas.
El que encerrado gime de cadenas cargado
Agoviado del crimen,
O sufriendo quizá, venganza ó fuerza,
Oye tu acento, y su estado olvida,
Y la obscura morada
En deleitable asilo es transformada.
Hasta en el infelice que en demencia
La razón volvióse,
Tienes tu influjo, y á la ciencia pasas,
Causando efectos, que ella no ha alcanzado
Tus acordes sonidos,
Volviéndole propicia los sentidos*
Pero ¿cual es el ser que no tributa
A tí su vasallaje?
¿Cua!, que no deja el llanto, el duelo,
Que la cruda Parci al sensible pecho
Imprime impía,
Oyendo tus cadencias y armonía ?, . . .
Tú estrechas de la unión los dulces lazos;
Haciendo a los mortales
133 el Parnaso orícntal.
Suavizen sus costumbres y su trato.
Alternando el descanso, y los afanes
De intrincados negocios,
Gustando nobles y agradables ocios.
A todo et que te estudia y te venera
Sugetas al dominio
De tus gratas cadencias musicales;
El príncipe, el letrado, el filosofo,
Y al valiente guerrero,
Humillas al nivél del ser postrero.
£1 nombre de divina á competencia
Te dió la China,
La Pérsia, Arabia y la Asíria, *
No por capricho, no por ligereza^
¡Divina te llamaron!
Sí, porque por "divina te adoraron ! M
* Las INecionee mencionadas rindieron odoraciones & 1* música
erigiéndole templos y altares. (Nota de la autora. )
m
EL PARNASO ORIENTAL.
134
DISTICO *
De D, Manuel Martínez*
Corto mi numen, mi talento escaso;
Poco valor en la elocuencia mia,
Temo, no sin razón, aqueste dia
Dejenere mi pluma en el Parnaso :
Propenso á complacer en todo caso,
Me privé de placeres y alegría,
Y en el feliz momento que servia
Elogiaba mi error á cada paso;
Si por servir sufría algún fracaso,
A mi juicio al momento yo acudía,
Y este gozoso á mi entender decia,
Haz lo que puedas en favor del hombre;
Nunca vaciles cuando á hacer bien fueres,
Y escudado serás en lo que hicieres
Que sirve de introducción á lo composición siguiente del mismo
135
EL PARNASO ORIENTAL.
y
LAS RESULTAS DE UNA INTRIGA.
Dialogo entre Antonio y Juman.
INEDITO-
(Del mismo.)
•
JÍ.— Qué cosas tienes, Julián!
¿Porqué te apuras así?
J. — Déjame con Barrabás,
Reniego de mí y de tí.
A. — Pero ¿qué adelantarás
Con cabilar y sentir?
/• — Maldecir y blasfemar
El momento que te vi.
Ji. — Pero aclara tu pesar
O el motivo que te di.
J. — Así pudiera fraguar,
Pues que lo quieres oir t
Te viniera mayor mal
Que el que carga sobro mí.
Esa tu intriga infernal
Me ha llegado á destruir;
Desbarataste mi plan,
Y entre tus redes caí;
Perdí la tranquilidad,
Los medios con que vivir;
El aprecio y amistad
De mis amigo* al fin!
Et PARNASO ORIENTAL
136
Me vi espuesto á mendigar
Y sonrojos á sufrir;
Alterné con tu maldad,
Todos mis bienes perdí;
Quien pudiera imaginar
Que ese tu ingenio sutil,
Me hubiera de superar
En astucia y en fingir!
Mis intrigas apesar
Siempre realizadas vi,
Y de ellas pude sacar
Todo cuanto apetecí:
Con ellaa pude lograr
Lo que á mi ver concebí;
Todo plan desbaratar,
Contrario á mi discurrir.
Ahora llego á palpar
Cuando á tu ra¿on cedí,
Desgracias de par en par,
Desaires do mil en rnil.
¿Con qué te hiciera pagar
El mal que me atraes, di?
A. — Bien pudiera contestar
Sin discrepar ni mentir,
A tus quejas infundadas
Y tu molesto exijír;
Pero ya que asilo quieres
Y me insultas sin medir,
Quiero que sin ofuscarte
Reflexiones para tí,
Si alguna vez concebiste
Plan que no fuera ruin,
EL PARNASO ORIENTAL»
137
Intriga baja y soez
O proyecto valadí :
La ambición en tí reinaba
Como residia en mí:
Tu ansioso por hacer mal,
Mi ambición superó á tí:
El triunfo que apetecías
Yo me lo apropiaba á mí;
Ni tú ni yo lo logramos
Pues se vino á descubrir;
Si males te ocasioné,
Males también te debí,
Conformémonos, Julián^
Y no demos que decir;
Todo el que camina mal,
Su mal se atrae por sí;
No hay mas medio que aguantar,
Disimular y sufrir.
J. — j Ah! jque tarde reconozco
Lo que llegas á advertir !
Ojalé que mi ejemplar
De norma pueda servir,
Y antes de dañar á otros.
Se dañen primero á sí.
A.— Si aqueso pudiera ser
El mundo fuera feliz.
18
EL PARNASO ORIENTAL
EL RECIBO DEL CLAVEL DEL AIRE.
Por D. M. M> Carrillo.
I N EDITO.
Celina a Dai^miro.
Me envaneces, Dalmiro,
Con tu graciosa ofrenda.
En un clavel del aire
De condición estrema;
Porque al céfiro blando,
Sin tiesto ni maceta,
O at aquilón soberbio,
Su lozanía ostenta.
Ven al bosque, Dalmiro,
A do ta mano diestra
Grabó en un verde tronco
De tu amistad la prueba ;
Veróisle como asido
En derredor so muestra*
Orgulloso y sensible
A tan grata presea.
Allí de frescas flores
Ornara la maleza,
Cuando de sus primicias
Nos colme Primavera.
Entonces sí, Dalmiro,
Adornaré mis trenzas,
Con sus rojos capullos,
Y con la flor primera,
EL PARNASO ORIENTAL.
1
A MAS 013 LA MEDIA NOClílí,
LA LUZ.
{Del mismo,)
INEDITA.
Kra alta ya la noche, y desvelado
Vi que apenas la luz confusa ardía ;
Y con dudosa lumbre consumía
El fulgido esplendor que había gozado.
La luz en un momento revivía,
La luz en un momento amortiguaba,
Mecida por el airo vacilaba,
Y su agitado esfuerzo interrumpía.
Pálida, débil y el calor perdido,
Que sus sombras opacas circundaba
Ora lucía, ora se apagnbá
Y dio por fia el último estallido.
Las tinieblas mi lecho rodenron,
Y en éxtasis mi espíritu oprimido,
Vagando el pensamiento distraído
Mil imágenes tristes .ino cercaron.
Vierte Morfco su letal beleño ;
' Igual a aquella luz será mi suerte,
Término do los males es la muerte ;
f)ije, y entrego mi penar al sueno.
140 EL PARNASO ORIENTAL.
A LA PAZ DE 27 DE AGOSTO DE 1828.
SONETO-
(Por el mismo.)
INEDITO.
«
Del alma Paz al éco sonoroso
Rompe Marte su carro reclinante;
Fiero el tirano oculta su semblante*
Y sus aguas sosiega el Plata undoso.
De la Paz al influjo poderoso
Muestra la Libertad su faz radiante,
La sien ceñida de laurel triunfante,
Fija á la Patria su existir precioso*
A su sombra de Céres y Amaltéa,
Opimos frutos al Oriente ofrece,
Junto á la esteva el albo vellocino*
Orientales, unión ! y el mundo véa
Como tu gloria inmarcesible acrece,
La Paz ornando tu blazon divino.
EL PARNASO ORIENTA!,.
Por el Dr. &. Carlos O* Villademoros.
m
Allá en tiempos de entonces t
Que ahora no recuerdo,
Ciertos animalitos
Formaron un congreso*
£1 que la voz llevaba
Les dijo, caballeros ;
Tengo acá en mi caletre,
Que podría ser bueno
Formar una República
Y un general Gobierno.
Crearnos Leyes sábias,
Dictadas con acuerdo
Que alejen el abuso
Que por desgracia hacemos
De los bienes, que justo
Nos concediera el cielo*
Leyes que nos mejoren,
Que impidan los escesos,
Y nos hagan felices
De ahora para in internum,
Que prohiban (perdonen)
Al Burro, por ejemplo,
Rompernos la cabeza
Con rebuznos eternos,
742
EL VAUNASO ORIENTAL*.
De la rapace Zorra
Defiendan los polluelos^
Del Tigre la becerra,
Del Lobo los corderos.
Que el que tenga el gañote
Sobre-manera hambriento,
Trabaje y eche el alma
Para lograr sustento. —
Así dijo, que entonces
No paraban en términos,
Ni sabian que fuera
Un producir grosero,
Apellidar ganóte
A lo que en nuestros tiempos
T raqui-arteria se llama
Con atiplado acento*
Abriendo tanta boca
Le escuchaban atentos,
Todos los animales
Que fueron al congreso. —
Y él creyendo aprobado
Su sublime proyecto,
Una señal les hizo
De espedida. En esto,
Un Zorro que escuchaba
Con enfadado gesto,
Alto alia ! elijo, falta
Lo mejor : yo concedo
Perder de las gallinas
Los regalados huevos :
No comeré mas pollos ;
Puro, per vida, quiero
EL PARNASO ORIENTAL.
143
Que no ande tan holgado
Ese fatal Gobierno,
Que turba mis regalos.
Mis inocentes juegos.
Yo quiero que un partida
De entre nosotros, luego
Se forme, que se llame
Opositor. Reniego
Del que camina siempre
Sin encontrar tropiezos.
¡Qué gracia será entonces
£1 practicar lo bueno!
¿Ni qué esperanza queda
A mí de mis polluelos,
De su becerra al Tigre,
Al Lobo de corderos,
Si siempre han de mandarnos
Los que no quieren eso?
No señor, al partido
Opositor roe atengo.
Y eso ¿qué significa?
Le pregunto el mostrenco
Que como Gcfe hablaba
En la reunión. Al menos
Nos diréis ¿á qué cosa
Oposición haremos?
A lo que sea malo?
Muy justo y me convengo.
Pero no hay para que
Según lo que yo creo,
Formar aquí un partido,
Con ese solo objeto.
144
EL PARNASO ORÍENfAL,
Seamos todos hermanos
Y así, cuando olvidemos
Nuestros deberes, todos
Nos lo recordaremos.
Si pues . . . , Eh! . . . , dijo el Zorro,
Tras que ni yo me entiendo
Pues 4 quería decir. ♦ . *
Así .... pues .... por ejemplo
Por ejemplo T la Liebre,
Esclamó, que ni un bledo,
Gustan á maese Zorro,
Las Leyes ni el congreso,
Ni que haya, en esta tierra,
Jamás un buen Gobierno.
Vil IV
De Z>. Aí. Jtf, Carrillo.
INEDITA.
A una Dama en su balcón;
Y mas atrás su marido;
Pasa un quídam que rendido*
La dice con espresion,
"Estoy por Usted perdido."
GraVe al oírlo el Esposo,
Con el otro se encaró:
" ¿Qué decíais?» preguntó;
Y el contestó con reposo
11 Con Usted no hablaba yó. j)
EL PARNASO ORIENTAD.
145
ESPLICACION MITOLOGICA
DE LOS
DOCE SIGNOS DEL ZODIACO*
Por D. Francisco A* de Figueroa.
INEDITA*
MES DE ENERO.
ACUARIO.
Acuario, signo lucido ;
Ganimédes se llamó,
AI que Jove arrebató
En águila convertido ;
Habiendo á Hébc succedido
Sirvió el néctar delectante,
Mas luego estrella brillante
Lució en los cielos serenos,
Pues no podia ser menos
El Copero del Tonantc. #
* Ganimédes fue hijo de Tros, Rey de Troya,
de quien tomó el nombre esta ciudad, que antes se
llamaba Ilion. — Jove, el Tenante, y Júpiter, son
una misma persona, es decir, el Dios Supremo del
Olympo mitológico. — Bebe, diosa de la juventud,
era la que servia á los dioses el néctar, licor maravi-
lloso, hasta que dejó aquel cargo avergonzada por
haberse cuido con las copas delante de las deidades.
TOM a 19
140
EL PARNASO ORIENTAL.
FEBRERO.
PISCIS.
En dos peces protección
Venus y Cupido hallaron,
Y en el Eufrates lograron
Huir del fiero Typhón ;
Con écos de indignación
Atruena aquel la rivera,
Y desde que libre fuera
Cypria del torpe Gigante,
Los Peces signo brillante
Son de la celeste esfera.
* Typhón, uno dolos Titanes que escalaron el
Cielo ; arrebatado de una pasión brutal persiguió á
Venus ; mas esta se salvó atravesando el Eufrates
sobre dos peccs ? llevando consigo á su hijo Cupido. *
* Toja» las nota? que v¿n a) pie de rula una de estas décimas ex-
pücalcua*, ecm del autor. (Nota del Editor.)
£L PARNASO ORIENTAL*
117
MARZO.
AKIES.
El Aries era un carnero
Con toisón de oro por lana,
En que huyó Fryxo y su hermana
Del pueblo de lolcos fiero ;
En Cólchida al Dios guerrero
Dedicó el áureo vellón,
Y del carnero oblación
Presentó á Jove inmortal,
El cual hizo al animal
Celeste constelación. *
* Fryxo, hijo do Athamantc y hermano de Hc!c>
iba á ser injustamente sacrificado con su herma mi
en lolcos, cuando se les presento entre unas nubes
un carnero cuya lana era de oro, y loa recibió fugiti-
vos en su espalda» Al pasar sobre ol mar se asustó
Hele y cayó en las ondas, de donde tomó su nom-
bre el Helesponto. — El vellón de oro que Fryxo de-
dicó á Marte, es el que después conquistó Jasón,
matando al dragón monstruoso que lo guardaba.
143
EL PARNASO ORIENTAL
ABRIL.
TAURO,
Eso Toro iluminado
Que en circo de estrellas topa,
Es el mismo en el que á Euro
Robo Jovo disfrazado;
Lloró Agenor desolado
De su hija e! rapto violento,
Mas Júpiter al momento
Que gozó tanta hermosura,
De aquel Toro la figura
Colocó en e) firmamento. *
* Europa, Princesa de Phenicia y hermina de
Cadmo, dio su nombre á una parte del mundo
donde llegó, habiendo surcado el mar sobre el divi-
no Toro.
EL PARNASO ORIENTAL.
149
MAYO.
GEMIMS.
Los Gemélos, no te asombre,
De Leda y Jove nacieron
DeDtro de un huevo, y tuvieron
Castor y Polux por nombre;
Polux simplemente un hombre
Nació, y Castor inmortal,
Mas este don por igual
Dividieron como hermanos,
Y ni divinos ni humanos,
Son un signo celestial. *
* No pudiendo Júpiter seducir á Leda, muger
de Tyndaro, se transformó en Cisne, y jugando la
engañó á las orillas del Eurotas, donde se estaba
bañando : Léda parió, ó puso dos huevos, del uno
salieron Elena y Clitemnestra, y del otro Castor y
Polux.
130
EL PARNASO ORIENTAL.
JUNIO*
CANCER.
Al Cáncer Juno celosa
Mandó que a Hercúlea mordiese,,
Porque vencer no pudiese
A. la Hidra de Lerna odiosa,
La mordedura enconosa
Causó al héroe ta! dolor
Que entre sus pies con furor
Mató al crustáceo reptil,
Y Juno aunque feo y vil
Le dio de estrella el honor.
* La diosa Juno, esposa de Júpiter, miró mucho
tiempo con rencor y celos á Hércules, por ser este
hijo adulterino de su marido y de Alcmena esposa
de Amphitrion ; y continuamente le presentaba
monstruos y le suscitaba peligros, que todos supo
vencer y superar el indomable semi-dios.
EL PARNASO ORIENTAL.
151
JULIO.
LEO,
Sucumbió el León rapante
De Neméa en lucha horrible,
A manos del invencible
Hijo de Alcmena y Temante;
La pintada piel triunfante
Vistió Alcidcs por blazón,
Mas Juno en su indignación
Tan tenaz como iro poten te.
Pidió a su esposo infidente
La apotheósis del León, *
* Alcides es Hércules, que también tenia aquel
nombre por ser nieto de Alcéo, marido de Hippo-
ménes, que eran los padres de Alcmena.
152
EL PARNASO ORIENTAD
AGOSTO.
Virgo, 6 la Virgen campea
En la estrellada región,
Y como constelación
Es la misma Diosa Astréa;
Bajo cual digna preséa
Para el humano consuelo,
Mas del criminoso suelo
Huyó, dejando gustosa
De ser en el mundo diosa
Por ser estrella del cielo. #
* Astréa, hija de Júpiter y de Thémis, dejo el
cielo por venir a gobernar la tierra durante el siglo
de oro, mas después escandalizada de los vicios se
retiro al cielo, y se coloco de signo en aquella parte
del Zodiaco.
EL PARNASO ORIENTAL* 1S3
SETIEMBRE.
LIBRA.
El signo Libra ó Balanza
De Astréa emblema y decoro,
Recuerda del Siglo de oro
La dichosa bienandanza,
A la inocencia y templanza
Succedió el dolo y sevicia,
Y aquella señal propicia
Que voló á región mas pura.
Solo en el cielo asegura
La equidad y la justicia. *
* Otros mitologistas dicen que aquellas balan-
zas son las de Thémis, diosa de la Justicia y madre
df> Afltréa.
TOJH 3
154
EL PARNASO ORIENTAL*
OCTUBRE.
ESCORPION. (1)
Vengó el pérfido Escorpión
A Diana soberbia y bella,
Porque á competir con ella
Se atrevió el incauto Orion,
Su insensata presunción
Costó al cazador la vida
Y la deidad ofendida,
Cuando al rival destruyó,
En loa astros colocó
A aquel icptíl homicida. #
* Orion fué hijo de Júpiter, Neptuno y Mercurio,
quienes sin concurso de muger lo hicieron nacer de
un cuero de buey empapado en agua; para conten-
tar los anhelos de Hyeréo que deseaba tener un hijo
sin faltar á la fidelidad jurada á su difunta esposa. —
Se dedicó a la caza, y por haber desafiado á Diana
en su mismo ejercicio, tuvo tan desastroso fin*
(1) Por una equivocación se ha puesto aquí la viñeta del Cáncer
en lugar de la del Escorpión ; y en el mea de Junio en lugar del
Cáncer se colocó la que representa el Ebcohpion. (Nota del Edit.)
EL PARNASO ORIENTAL.
NOVIEMBRE.
SAGITARIO.
El Sagitario espantoso
Biformc constelación,
Era el Centauro Chirón
De Aquíles ayo famoso;
Por descuido un venenoso
Dardo de Hércules le hirió,
Y tanto á Jove pidió
Morir, aunque era inmortal.
Que por termino á su mal
En astro lo transformó. *
* Ciaron, á quien Ovidio llama Biformis y Scmrfcr.
nació medio hombre y medio caballo, fué hijo do Sa-
turno, que tomó la figura de caballo para ver á la
ninfa Phílyra. Fué Chirón maestro de Aquilea, en-
señó a Esculapio la Medicina, y á Hércules la as-
tronomía. — Un dardo de este tenido en la sangro de
la Hidra le cayó p*or acaso en un pié, y le causo in-
decibles tormentos, hasta que logró su metamorfosi»
cu constelación.
136
EL PARNASO ORIENTAL.
DICIEMBRE.
CAPRICORNIO.
El Capricornio brillante
La cabra Amalthéa ha sido,
Que con su leche ha nutrido
A Júpiter tierno infante;
El de Saturno triunfante
La alzó á la estrellada estancia t
Y dando mas importancia
Al acto que solemniza,
De una asta de su nodriza
Formó el Cuerno de Abundancia. #
* Júpiter fué hijo de Saturno y de Rhéa, la cual
lo ocultó al nacer para que Saturno no lo devorase,
como acostumbraba hacer con todos sus hijos va-
rones. Rhéa entregó el niño á los Corybantes ó
Dáctilos, Sacerdotes de Cibéles, los que bailando al
son de ruidosas sonajas de bronce, iropedian que los
lloros del niño llegasen á los oidos de Saturna : lo
dieron á criar en Creta á la Cabra Amalthéa, y
cuando Júpiter tomó posesión del reino del cielo*
premió el beneficio que había recibido de aquella
Cabra, colocándola en el Zodiaco ; y de uno de sus
cuernos formó el de la Abundancia.
Et PARNASO ORIENTAL.
157
DECIMAS.
{De incierto aulor,)
INEDITAS.
«
Cuarteta que envió el autor 9 una Senoriln paro que la potara.
^í«<¿i cuarteta dichosa
A presentarte humillada,
A que le glose una J?iosa
Y una Poetiza extremada*
Gloga. dgi* Actor.
Traviesa producción mía
Que de la noche de errores
Quieres ver los resplandores
Que solo refleja el dia,
¡ Qué copiosa fantasía
En tus renglones reboso >
Cuando apeteces ser glosa
De un numen particular !
Mas pues te quieres honrar.
Anda, twrtela dichosa.
EL PARNASO ORIENTAL.
Lo grosero de tu ser,
Tu mal formada cadenciíi
Resaltarán a presencia
De la rima de muger,
Mas yo debo conocer
Que la pintura realzada
Hace á la sombra agraciada
Cuando ésta en sí solo asombra.
Así poesía anda por sombra
A presentarle humillada.
Adquirirás tal valor,
O cuarteta destituida,
Por ir en el verso unida
De un numen de tal primor,
Que serás como una llor
Que en bello jardin repoda,
A quien marchita, liacc hermosa
La vega tan seductora,
Así trovo mustio, ve ahora
(¡lie le glose una Diosa.
Tu en mi poder estás triste,
O cuarteta verdadera,
Pues la gracia lisongera
Te falta que cu otras visto,
Til otro numen descubriste
De ciencia privilegiada,
Mas dentro, versos, de nada
Seréis lindos, sin reserva,
Glosándoos una Minerva,
Y una Poetiza extremada.
KL PARNASO ORIENTAL.
OTRA GLOSA
De la Señorita a quien fue dirijida la anterior.
Errante pluma detente,
Suspende pl curso a que anhela
Tu rapidez, porque vuela
A altura muy eminente,
Cuando un talento excelente
La dirije y saca airosa :
Pero si no, compendiosa
J)í solo, a la que ayer vino,
Por ese mismo camino
Jinda cuarida dichosa.
Dile á tu autor elegante
Te reciba por piedad,
Que ¿i efecto de su bondad
Te devuelve una ignorante,
Que no se estima bastante
A hacerla glosa encumbrada.
Que merece tu ilustrada
Energía diré en suma,
Anda tú, infelice pluma,
A presentarte humillada*
160
EL PARNASO ORIENTAD
Te di el verdadero nombro,
Pues tus toscos caracteres
No podrán, aunque quisiéres,
Complacer sin que te asombre
Ver, que hablas con un hombre
De una ciencia prodigiosa,
Y así recurre ingeniosa
A alguna Musa discreta,
Díle que ahí vá esa cuarteta
A que ¡a gfost ima Diosa,
Concluye, que ya es cansar
La atención de tu lector,
Mira que es todo un doctor
Que no quiere confesar,
Que solo él podrá glosar
Lo que á tu muy limitada
Pericia, tiene angustiada,
Mas, cuando esperas dudosa
Te socorra alguna Diosa
Y una Poéiiza tttremada.
EL PARNASO ORIENTAL*
161
RESPUESTA DEL AUTOR
Gloaando la cuarteta en loa mismoa cooionantes»
¡ Talento pobre detente !
¿ A qué ta locura anhela ?
j Acaso lo humilde vuela
Quiere extender su bondad
Elogiando á un ignorante.
Sabia Safo, ¿no ee bastante
Que vencieras de encumbrada ?
Esa alabanza ilustrada
Me la dejarás en suma¡
Así irías contenta pluma
A presentarte humillada.
TOM 3 21
Cuando una poesía, excelente
Te saca» cuarteta, airosa,
Yo volveré compendiosa
A lo que tan fértil vino f
Mas pues no hallo otro camino,
Anda cuarteta dichosa.
6
EL PARNASO ORIENTAL-
No es infelice tu nombie^
Pluma, y con tua caractéres
Aunque humilde no guistéres
Justo es que el mortal se asombre.
Habrá en el mundo, acaso, hombre
Que en obra tan prodigiosa
Pueda alabar la ingeniosa
Décima Musa discreta,
Que dice ándate cuarteta
JÍ que te glose una Diosa ?
OVni
¿Y yo me había de cansar,
Pobre ignorante lector.
Sin ser, ó sábia, el doctor
(que aun no debo confesar)
Viendo á una Diosa glosar
M\ cuarteta limitada ?
Mas vuelve rima angustiada
A esa Musa no dudosa,
Dile que es discreta Diosa
Y una Poetiza extremada.
EL PARNASO ORIENTAL.
163
OTRA GI.OSA
De la misma cuarteta por el mismo autor,
■ 0
En mil cuidados metido
Que acompañan nuestra vida,
Mi mente queda abatida,
Mi cuerpo queda dormido,
Cuando, ved, soy conducido
A una mansión deliciosa.
De entre nueve una preciosa
Presenta á un hombre un papel,
Lo toma y principia él,
Anda cuarteta dichosa.
0
Al trovo muy brevemente
Puso fin, y se calló;
La glosa luego empezó
Y vuelve á leer nuevamente,
" Errante pluma detente, »
Aquí forma su parada,
Repitiendo en voz alzada,
Tú, del papel conductora,
Al que este verso hizo, vé ahora
A presentarte humillada.
O
164
EL PARNASO ORIENTAL,
Agachada la cabeza
Salió la pobre muger,
Porque ya no podia oir leer
Versos de tanta belleza;
Vuelve el hombre con presteza
A aquella poesía armiosa,
Vé que en primores rebosa,
Y esclama ¿quien formó esto?
Mas repitió, ¿no está puesto
A que te glose ma Diosa?
Luego esta es Diosa, ha esclamado,
Y así os mando como Apolo
Que del uno al otró polo
Elogiéis su honor realzado*
Andad, Musas, con agrado
Y traedme acá coronada
A esa sabia celebrada
Le daré el primer asiento,
Por ser mas que Clío en talento,
Y una Poetiza extremada*
EL PARNASO ORIENTAL.
165
Por la Sra. Da. Petrona Rosende de la Sierra.
INEDITA.
¡Los diaahan corrido, y en mi Tríente
La imagen adorable siempre fija,
Del objeto que Atropos despiadada
De mi vista robo con mano activa,
Consume y acibara mi existeucia
Y cual llama voraz que el viento agita
En cenizas convierte mis anhelos
Y mis aspiraciones debilita !
Las delicias, los gustos, los placeres,
Con que halaga al mortal la triste vida,
Son todos despreciables á mis ojos,
Son flores sin olor que el sol marchita:
Sola con mi dolor, y el triste lloro
Que me arranca la pena que domina
Todas las afecciones de mi alma,
Paso la3 noches y angustiosos dias:
¡Oh si el dolor matase, cuantas veces
El oficio de muerte ejercería
El que mi pecho encierra delirante
Y el recuerdo alimenta con porfía!
¡Ay! ... .¿y podre nombrarte, cara prenda?
¡Podrán mis labios pronunciar un, .hija!!
Sí : : : ¡yá lo han hecho! y un licor amargo
Por el alma circula y se desliza,
166
EL PARNASO ORIENTAL.
Que ennegrese mi sangre, emponzoñando
Todos los sentimientos que me animan.
¡Hoy se cumplen tres años que la Parca *
Corto el arbusto tierno de tu vida
En el tálamo triste que Himeneo
Alumbró con su antorcha pocos dias!
¡Ohí y cuan breves momentos te vi ufana
Ostentar tu gallarda lozanía,
Sin que tu corazón me revelase
En tétrico mirar cuanto sentia;
Bajo el prudente velo que á tu engaño
Pusiste, el horrible pesar se traslucía,
Poniendo al transparente cuanto el alma
Eu tiempos anteriores predecía;
¡Oh incauta y desgraciada prenda cara!
Tú fuistes el consuelo do mi vida,
Todo mi amor, mi bien, y mi ternura
En tí sola cifrado se veía,
Mientras á mi regazo aproximada
Gozabas mis halagos y caricias,
Penetrando mi voz hasta tu pecho
Que libre de pasiones se nutria
En doctrinas morales que grabadas
En tu preciosa alma se leían;
Obediencia y respeto fue tu lema;
El candor y modestia tu divisa;
El estudio, tu gusto dominante;
El saber, tu deseo y tu codicia:
¡Cuanta fue tu virtud, tanta es la pena
Que me atrajo tu muerte intempestiva,
Tanto el amargo llanto y la congoja
* Doco de Febrero de 1837.
EL PARNASO ORIENTAL
167
Que mi pecho traspasa noche y dia!
Tu imagen esculpida en mi memoria
Es agudo puñal que el tiempo afila.
Hiriendo y destrozando mis entrañas
Por minutos, por horas, y por dias,
Pues lejos do embotarse mas se aguza
Para ahondar activo mis heridas!
¿Quien será la persona que te nombre
Sin que mi triste aspecto no Je diga,
De que clase es la angustia y el tormento
Que mi existencia abruma y aniquila?, . , .
¿Cual, la que al ver mis ojos anegados
En lágrimas ardientes, mis mejillas
Convertirse en torrentes continuados,
No conoce el dolor que el alma agita?
¿Quien no siente en su pecho que soy madre,
Y que lloro la muerte de una hija
Adornada de dones y virtudes
Que formaban ini bien, placer y dicha ?
El mal que infausto lecho te condujo,
No fué solo la causa primitiva
Del catástrofe horrible que lamento
Estando tú en cenizas convertida.
En la mansión celeste donde moras
Orlada de la palma y de la oliva
Ante el excelso trono del Eterno
Se aclararán sin duda los enigmas,
En el dia terrible en que los muertos
Tornarán á gozar de nueva vida;
Allí cito y emplazo á los fautores
Del trágico ejemplar para otras hijas,
Que al crédulo candor de su inocencia,
168 EL PARNASO ORIENTAL.
Sin oir la razón, se precipiten
Eligiendo á su antojo un Himonéo,
Que, aunque casto ios forme eterna ruina.
Jí UJV FjIJVFARRQJV .
De D. M. M. Carrillo.
INEDITA.
De un Endriago á la túrgida gravura,
Aflijida la tierra se espantiza, *
Y á todo vicho le entra tal pabura
Que en lo mas intrincado se escondiza.
Cabe á la su persona hay gente fura
Que anonada, y aterra y confundizo,
¿Quien resistir podrá tanta pujanza?
¡Ay me! ¡Qué desventura! ¡Que estrujanza!!!
* Nota á los poetas adustos y escrupulosos. — No pertenecen á la
Neologítt las voces que se le parezcan á esta sino al capricho, al ridí-
calo, sin salir de la índole de la lengua castellana. (Nota del autor.)
EL PARNASO ORIENTA!,.
(Por D. Francisco A, de Fiifueroa)
as
P
SUPLEMENTO A LA TORAIDA,
Publicada en el segundo tomo del Parnaso Oriental.
Cante el divino Homero en plectro de oro
AI furibundo Aquíles; y el Mantuano *
Inmortalice con clarín sonoro
La catástrofe horrenda, del Troya no;
O el Argentino Cisne envuelta en lloro
Nos pinte á Dido y su dolor insano; ♦ ♦ . . **
Mientras yo al son de gaitas y panderos
Solo canto Toratdas y Toreros.
Si atiendes al clamor de un mal poeta,
O tú del Helicón numen eterno,
Si tanta empresa quieres que acometa
Dame del Aries ó del Tauro un cuerno ;
* Virgilio natural de Mantua, y oulor del inmortal poema de !a
Eneida, donde se refiero In destrucción do Troya.
** El Sr: I). Juan Cruz Vnrela autor de Ja» hermosas trogedins la
Dido y la Algia, y do otrna obras clásicas.
22
170
EL PARNASO O MENTAL.
Al son tic la estrambótica trompeta
Resonarán los huecos del averno,
Y Juanchos y Romeros en cuadrilla
Prepararan la espada y banderilla.
En plena posesión corao unos reyes
Estábamos del circo, en paz profunda,
Cuando violando las taurinas leyes
Se amotinó una plebe furibunda,
Y sobre si eran toros ó eran bueyes
Hubo escándalo, asafto y barabúnda,
Hasta que al fin volar vieron mis ojos
Tablas, sillas, y bancos por despojos.
Yo vi ultrajada en el saqueo ¡ufando
La pica de Palanca, ¡ó caso fiero!
Pica que honrára al mismo Villandrando,
Y en que manos — . ¡en manos de un lechero ! !
Vía una ninfa en gran riesgo reclamando
Contra el vulgo fonético y grosero,
Víla sobre un tablón que se derrumba
Como al ángel de luz sobre una tumba.
A Repollo y Vtolin llamaba airado
El vulgo en el furor que le enagena,
Mas el violin estaba destemplado,
Y el repollo cual blanda berengenn;
Asustados los dos bajo el tablado
Quien sabe Jo que hacían en tal pena;
Ay, no salgas! escóndete Repollo,
Que eso sería echarle trigo al polla
EL PARNASO OMKNTAT*
171
Allí vendióse en bárbara subasta,
Y á precio vil, la espada de Garcia;
Dulces vi por el suelo en caldo y pasta,
Y una lluvia de almendras y arropía;
Un confuso tropel de varia casta,
A la mosca ! y al mono ! repetía,
Y al boletero asaltan con encono,
Mas ya estaban en salvo mosca y mono 1 !
Por esto fuminóse providente,
De »JVb mas Toros» el fatal decreto,
Decreto que Horaron tristemente
El rico, el pobre, el necio y el discreto;
Y basta los mismos del rnotin furente
Llenos ya de pesar y de respeto,
Decian clamoreando como gansos,
Vuelvan los toros aunque sean mansos!!
Pues bien, ya los tenéis. . . .cesen los lloros;
Ya cuatro circos instalarse veo,
Cubaltitos, pelota, gallos, toros,
Todo es zambra feliz! todo es buréo!
Do quiera imitan infantiles coros
El mugido, el relincho, e! cacareo,
Mas el profundo observador bien nota
Que prefieren el toro y la pelota.
¿No los veis con manoplas ó paletas
Echando bu arrayúa á lo estrangeros,
* Xa voz boletera qon no trae el diccionario caRtelinnn, y las tío
snoeca y ¡mono significando dinero, son locuciones de Iup qu«¿ r,o es
reeponü&ble el auior Bino c! vulgo que las proferí*.
172
EL PARNASO ORIENTAL.
Con riesgo de narices y peinetas
A la pelota retozar ligeros?
¿No veis otros con giros y gambetas,
Cabalgando en escobas, ó carneros,
Jugar al toro, y con horrenda grita
Imitar á Palanca y Coronita?
O espectáculo bello y democrático
Que amalgama á las clases diferentes!
Donde al entrar depone el mas cismático
Necio orgullo, y pasiones insolentes;
Un talismán divino, un goce estático
Une en fraterno lazo á los valientes
Que acompañaron á los tres Campeones
De Sarandí, del Cerro, y de Misiones.
Mientras llega la hora y sale el toro
Una música dulce el tiempo engaña,
Que en grato alegro y á compaz sonoro
Preludia la festiva media-caña;
La comparsa del bronce haciendo coro
Allí do alumbra Febo la acompaña
Y batiendo las palmas plácentela
Entona media caña, caña entera.
Allí las bellas ninfas con finura
Conquistan con mirar a mil amantes,
Realzando del cuadro la hermosura
Los sombrerillos, plumas y turbantes;
Allí la vista absorta se figura
Con colores mas vivos y elegantes,
EX PARNASO ORIENTAL.
173
Un aéreo jardín de flores bellas,
O rutilante círculo de estrellas.
Allí el fulgido Febo. . . «mas no incumbo
A mi aliento el clarín, sino la gaita,
Ni tampoco pretendo que me zumbe
El apolíneo coro, y gruña el taita;
Toquemos nuestro cuerno que retumbe
En Amburgo, Pekin, y Cotagaita,
Anunciando en mugido á fuer de toro
(¿ue ya ha tornado al mundo el siglo de oro.
Ya Coronitade embajada pasa
En hombros de Neptuno al occidente,
A hacer la adquisición del gran Zaraza,
Zaraza sin mojar pieza excelente!!
También el joven Juancho vendrá a casa
Que su noble prosapia no desmiente,
Y es en lo astuto, impávido y despierto,
De tan excelsa rama digno enjerto.
Otro ilustre emisario á fuerza de oro
Recorre la campaña en este instante,
Porque pueda con pompa y con decoro
Traer á Meloncito el ambulante,
El cual si alguna vez lo atraca el toro
Será melón de olor y algo fragante,
Pues suele aquella bestia en su bravura
Con los cuernos hacer la catadura»
Ya me imagino ver al toro adusto
Y ú Palanca gritándole acá hijiió!
174
EL PARNASO ORIENTAL.
Con aquel vozarrón que inspira susto
Retumbando en los ecos del distrito:
Loa cuernos baja el animal robusto,
Bufa espantoso, y acornóte al grito,
Puja y puja el campeón, las piernas cierra,
Y el toro y el rocín besan la tierra.
Llueven luego cumquibus ó pesetas
Sobre el rocín que sale dando coces,
Y los hijos de Apolo cien cuartetas
Preparan encomiásticas y atroces;
Porque solo ofrecemos los poetas
En lugar de cumquibus^ nuestras voces.
Que aunque suene á prefacio el verso intonso*
Mejor es un prefacio que un responso.
Venga el fiero bicorne de Pasife
Que engendró al Minotauro horror de Creta,
O el toro que llevara á fuer de esquifo
A su ninfa bogando á la gincta. . . . *
Preséntense; y al Ínclito alarife
Cada cual por su banda le acometa,
Y de repuesto Alcidcs con su tranca,
Y verán todos tres quien es Palanca ! ! !
¿ Y no miras, no sientes, no te lato
£1 corazón de orgullo y de contento
Al ver que un racional resiste, abate,
Y postra al fin de un bruto el ardimiento?
¿Y quién, al ver el hórrido combate
* Jupiter con vori ido en Toro por U ninfa Europa h roU'-, y car»
gandoia en gus Jomas te arrojo con c!la bI már.
el paknaso Orienta i,.
17*
De una parte el furor, de otra el talento,
Aunque el grave espectáculo le asombre,
No saldrá envanecido de ser hombre?
Si á esto llaman locura, otras mayores
Hacen gentes ilustres y preciadas
Que cuál gallos preparan gladiadores
Para el solemne circo de trompadas;
Roma vio cuatrocientos Senadores
Y á un Soberano andar a las puñadas,
Contemplándose aquellos muy felices
Con perder solo un ojo ó las narices *
Los riesg09 que ponderan. .desatinos
Son que un ciego terror se forja en vano;
Mas victimas se llevan los pepinos
O el agua fria en tiempo de verano;
De mil formas se muere, los destinos
No es dado contrastar al triste humano;
¿Y quién sabe si á veces son los bueyes
Fatídicos ministros de las leyes?
Mas vuelvo al circo, y miro de repente
A Repollo, y aquel de voz de pito.
Ya á sus capas se lanza el Toro ardiente
Entre aplauso y estrépito infinito;
No diré yó cuál sea el mas valiente
Porque en reglas de gusto no se ha escrito,
Hay hombre que prefiere el congrio al sollo,
Y otros dan por un rábano un repollo.
* El Emperador Cómodo eolia descender al Circo para hiclnr 6
andar á invadas.
176 £t PARNASO ORIENTAL.
Sale en esto á plantar su banderilla
£1 veloz Meloncito, ó paso tierno!
Mas de pronto al crujir ta chaquetilla
Vuelve el toro cuál furia del averno;
Préndese la garrocha en la espaldilla,
Ah, corre corre! que te pincha el cuerno.
Conserva el melonar, pues si te espones
¿Adonde iremos á buscar melones?
Embiste el animal con choque horrendo
A la valla, y el circo se estremece,
Y el inflamado globo con estruendo
Le azota el cuello, y su furor acrece;
Humo y sangre respira, y tan tremendo
La dura tierra escarba, que parece
Que llama á su enemigo con bravura*
O que empieza a cavar su sepultura*
Acércase Repollo con recato,
Mas oyendo un bufido desalienta,
¿Y quién le pone el cascabel al gato?
¿Quién al furioso Toro se presenta?
Campea el animal un largo rato
Y el agitado pueblo se impacienta,
Cuando suena el tambor, y la alegria
Se pinta en todos al salir Garcia.
Ornan su chaquetilla rozagante
Recamos y melindres de oro y plata,
En la diestra el acero centellante
Y en la siniestra el manto de escarlata;
EL PARNASO ORIENTAL»
177
Una banda lucida y elegante
£1 ceñido calzón sujeta y ata.
Llega, y llamando al animal valiente
Le agita el manto ante la torva frente»
La sangrienta cerviz entumeciendo
Al purpureo cendal embiste airado,
Maa le evita García, y revolviendo
Torna á llamarlo en el opuesto lado;
Otra vez acomete el bruto horrendo
Y con mortal herida traspasado
Bambolea un instante, desfallece,
Cáe á su3 pies, y el suelo se estremece.
Con entusiasta ardor inmensas voces
Se elevan á García proclamando,
Mientras su alma se inunda con los goces
De un placer entre duro y entre blando;
En caballos ariscos y veloces
Luego entran dos ginetea, que arrastrando
Sacan al toro convertido en yelo
Surcando con el asta el duro suelo»
O Ignacio, Paraguay, Veauis, García
Malagueño, Violin, Repollo, Palma,
Casavalle, y Corona ! ! en este dia
Diez coronas os diera con el alma
Y á tí inmortal Palanca te alzaría
Por signo hasta el Zodiaco, donde en calma
En estrellada esfera, en circo de oro
Dieras lanzadas al celeste Toro.
TOM 3
EL PARNASO ORIENTAL.
SEGÜJVD&
A la CELEBRE CORRIDA del DOMINGO 39 Me NOVIEMBRE.
O deidad que presides refulgente
Del bicorne Parnaso en las dos cumbres,
Alúmbrame benéfico indulgente,
Pero por las costillas no me alumbres;
Y del licor de ta castalia fuente
Concédeme, si quiera, un par de azumbres;
Porque ornado de inmenso perifollo
Brinde un lauro á Palanca, otro á Repollo.
Lució el fulgido Febo, rayó e! dia
De la solemne fiesta sin segunda
(Que en los taurinos fastos á fe mia
No la ha habido mejor, ni mas jocunda)
Cuando escucho un tambor. . . *el alma mia
Siente una sensación grata y profunda .
Ya no cantaban gallos ni serenos,
Mas dudo si es tambor, ó si son truenos.
Acércase el rumor; ya reconozco
La querida señal, y un sentimiento
Que unos llaman pulido y otros tosco
Me hace saltar del lecho en el momento;
Imaginóme oir . . . .al negro! al hosco!
Ya miro del concurso el lucimiento,
Mientras el pecho en su ilusión se agita
Divagando entre Palma y Coronita.
EL PARNASO ORIENTAL
179
Todo el pueblo se llena do contento
Un nuevo ser le anima; y hay alguno
Que cual camaleón papando el viento
Se dirije al Cordón estando ayuno;
Dirá un censor adusto en el momento
Eso no es ser cristiano, es ser moruno!
Muy bien. , . «sean cristianos, sean moros,
Nadie piensa en comida cuando hay toros.
En el alto zenit resplandeciente
El caFro la de luz divide al dia,
Y ya una inmensa procesión de gente
Al hermoso espectáculo acudiii;
Corre ef joven y el viejo juntamente;
Y las ninfas vendiendo lozanía
Con la mano en el moño van con tiento-
Poniendo el peincton a sotavento.
Otra el pulido talle ostenta ufana
O el nuevo sombrerillo de alta copa,
Y mas allá la esbelta cortesana
Se mece cual bajel con viento en popa;
Una turba de niños corre insana
Y cada uno cual toro brinca y topa,
Mientras que a sus hermanas en secreto
Les ofrece un galán dulce y boleto;
Tal era la vistosa perspectiva
Del camino del circo el dia hermoso
En que una multitud varia y festiva
( 'oiría al espectáculo grandioso;
Talcos* gradas, cazuela, abajo, arriba,
180
EL PARNASO ORIENTAL*
Todo llena el concurso numeroso
Que impaciente y ansioso en su deseo
Brama encerrado el toro, y entretanto
Que los chulillos á la lid se ofrecen,
Bate el cuerno el toril, y por encanto
Las esperanzas y el temor acrecen,
Con pulsaciones de placer y espanto
Del corazón las fibras se estremecen,
Tira el cerrojo el flaco guarda-ropa,
Y sale el toro, y á Palanca topa.
Un simultaneo aplauso y un cohete
Con estrépito suben hasta el cielo,
En tanto que el magni6co ginete
Con su honorable espalda bate ol suelo;
García echa su capa, y arremete
A Repollo veloz que toma el vuelo
Y por detras el animal cornudo
Dio, por darle un bufido, un estornudo.
Para vengar su honor bien adquirido
Torna el bravo Palanca á la palestra,
Acométele el toro embrabecido,
Y cede al brio de su heroica diestra;
También dio Casavalle distinguido
De su arrojo y valor hermosa muestra,
Cuando admirando el Pueblo su pujanza
Sostuvo al toro hasta rompér la lanza.
iMasno quiero estenderme en dar loorea
A los toros, tampoco á los toreros;
palmotéo.
EL PARNASO ORIENTAL.
181
Que si aquellos han sido los mejores
Estos fueron valientes y ligeros;
Fueron el negro y blanco, superiores,
Lo mismo los del medio y los postreros,
Mas el cuarto ó el quinto fué un torillo
Que bailó sin cesar el fandanguillo.
Tienta el diablo á Repollo muy orondo
A hacer un grande lance sin recelo.
Cuando embístele el toro, y cáe redondo,
Mas no en la tentación, sino en el suelo;
El vio un caneé!, y dijo aquí me escondo,
Que hasta escondido se le eriza el pelo,
Y para no incidir en otro antojo
Se apareció después, fingiendo el cojo.
Sale luego otro toro y gritan, este
Es otro que bien baila. . . .y no bailaba;
Porque era en animal bárbaro agreste
Que no entendía el baile y corneaba,
A Coronita en el calzón celeste
Con furioso encontrón las puntas clava,
Y si la suerte al infeliz no abona
Saca el toro los cuernos con corona.
Líbrelo Dios! y dando de soleta
El y todos se salven de un aprieto,
O aprendan de Repollo la discreta
Precaución con que guarda su coleto;
Mas en caso funesto, cual poeta
Con dolor de mi alma ya prometo,
Que al primero que caiga, en verso záfio
Tengo de hacer el mísero epitafio.
J82
EL PARNASO ORIENTAL.
TAÜRI-POETICO,
ó
TORAIDA CON MORRION.
Tercera.
Llegó el ansiado día; oh cuan sereno
Despejado el Oriente se engalana !
Y de Amphitrite en el undoso seno
Brillan reflejos de esmeralda y grana;
Sube Febo á su trono, un dia ameno
Nos premia el largo afán de una semana,
Y el tamboril que en gozo rnc enngena
Taráu tan plan, taráu lan plan resuena.
Sigue y sigue tocando con aliento
O atezado tambor, ingerto en chino!
Y atruene á todo el pueblo ese instrumento
Nuncio del espectáculo taurino;
Corren en pos de tí con ardimiento
Cien jóvenes que envidian tu destino,
Y el mismo Apolo, si del Pindó baja,
Cambiaría su plectro por tu caja.
Así en andrajos
Tú me pareces
Mejor cien veces
Que el Dios de amor:
EL PARNASO ORIENTAL.
>
183
No mas trabajos
Penas y lloros.
Ya de los toros
Suena el tambor.
A los balcones
A verse asoman
Ninfas que toman
Hombres que dan:
Los corazones
Salen del centro
Latiendo adentro
Tarán tan tan.
^ ni pensar en potajes ni en cocina
Inmensa multitud corre a la Plaza,
No menos que otro tiempo en Palestin*-
Cuando tocó á mil hombres por hogaza;
Oh ayuno meritorio, oh pasión fina!
Que de mayor prodigio tiene traza
Pues estos con el ansia y los afanes
No han comido entro todos cinco panes.
Van en lucidos coches preparados
Los que tienen favor ó patacones,
Mas en duros carruages apilados
Niños; viejas, muchachas y barbones;
Así cualtomatina misturados
Con el calor, aprieto y trompicones,
Se encueutran en la tosca carretilla
Ellas hechas pastel, ellos tortilla.
Las ninfas de la pesca, de antemano
134 EL PARNASO ORIENTAD
Ya tienden bu palangre al tonto ó ciego,
Que el falso halago y e) afecto vano
Con el palco y los dulces paga luego;
Solo tira ventajas e) que insano
Desabrocha mas pronto bu talego,
Porque al diablo de ogaño se le antoja
Que solo tire mas quien mas afloja.
Mas luego á deshora
Conoce el desfalco,
Y al toro y al palco
Maldice á la vez:
Y ella que traidora
Chupóle la sangre,
Recoge el palangre
Y busca otro pez.
Si á alguno le poga
La sátira oculta,
Apolo me indulta
Do pena y de mal:
Y en vano reniega,
En vano se enoja
Si al tira y afloja
Perdió su caudal.
Mas ya en eí circo estoy, en dulce coro
Canta il populo multo, y mil clamores
Repiten con ardor, que salga el toro,
O excitan á los bravos lidiadores;
Dorina ostenta allí sus trenzas de oro,
Aquí Filis sus diges y sus flores,
EL FAIlffASO ORIENTAL,
Revoleando ea torno á sus zarcillos
Con amoroso afán rail cupidillos.
El apuesto y gallardo Malagueño
Con gitano donaire se presenta
Y preparado al generoso empeño
Hacer alarde de su garbo intenta;
Allá junto al toril con torvo ceño
Cabalgando un bucéfalo se ostenta
Ancho de encuentros recogida el anca
Con su potente pica el gran Palanca-
A competencia se van
£1 caballo y el ginete,
Pues si el uno sorbe el mosto,
El otro los vientos bebe.
Sus ojos do quier vagando
Se inflaman o se obscurecen
Con crepúsculos de luz
Entre opacos y entre alegres.
Descubren de cuando en cuando
Süs greñas que el viento muevo
Las cruzadas cicatrices
Que su figura ennoblecen:
¡Oh cuantas veces el circo
A impulsos del cuerno aleve
Barrió con la noble espalda,
O hirió con la heroica frente ! !
Allí todo es placer; todo es motivo
De entusiasmo y ardor; si salta un perro
Atolondran al timpano auditivo
186 EL PARNASO ORIEFTAl.
Los sil vos, la algazara, ó el cencorro;
El mas libre de lengua es mas festivo,
Que erigirse en censor fuera gran yerro,
Cando se ensanchan, por virtud del toro»
Las melindrosas trabas del decoro.
Poco airoso Coello aunque atrevido,
Anda el circo con pasos desiguales
Y en ajustadas calzas entumido
Muestra los polvorosos calcañales;
A la par va Arel laño que ha sabido
De valor y destreza dar señales;
Mientras sobro un cancel el buen Repollo
Se dá en espectacion como un pimpollo.
Ya la redonda pierna
Bamboléa festivo,
Ya al son del instrumento
Salta airoso en el circo:
Y las mórbidas formas
Del volumen rollizo
Le tiemblan agitadas
De agradables sálticos.
Muy chulo andas Repollo,
Pero luego al torito
A retaguardia y lejos
Lo tratas con desvio:
No mueres de cornada,
Ni yo tendré el martirio
De inscribir en tu fosa
El epitafio digno.
EL PARNASO ORIENTAL.
J«7
Mas allá por el circa se pasea
£1 ambidextro Palma din capilla
Luciendo ante la estática asamblea
El cuerpo chulo y gruesa pantorilla
Coronita también lucir desea
Ornado manto y nueva monterilla
Confiando en la fama que pregona
El sobrenombre ilustre de Corona.
Allí se mira á Bequis que ha jurado
Con los toros la alianza mas discreta,,
Y el prudente García preparada
A buscarle la nuca en Ja paleta;
En esto llega un héroe acrisolado
Estribando cual moro á la giteta
Y se entra per el medio abriendo calle-
En su bridón el bravo Casabal le.
Sobre la atezada frente
Tostado y crespo el cabello
Indica el" mixto linage
De africano y de europeo
El impaciente corcel
Tascando espumoso el freno
Con el resonante callo
Quiero castigar al suelo.
Y en las anchas federicas
De fuerte y lustroso cuero
Al soberbio bruto abitan
Dos acicates sangrientos;
BlaiKlicnuo la enorme pica
188 EL PARNASO ORIENTAL.
Junto á Palanca se ha puesto
Porque pretende igualar
Las glorias de su maestro.
Mas ya el Juez se presenta; en el momento
Dá la seña el tambor con un redoble;
Sube un cohete á la región del viento
Y apareja Palanca el duro roble;
Sale un toro feroz y corpulento,
Y al ver del héroe la presencia noble
Baja la frente horrífica y cornuda
Como quien reverente le saluda.
Viendo que no !e embiste al vente hijilo^
Que al paternal cariño se hace ingrato,
Le suelta aquel requiebro favorito
Con que ofende al oido y al olfato;
Al rudo acento, al injurioso grito
Lo asalta el animal con arrebato,
Y allí Palanca con desdoro y mengua,
Pagó las demasías do su lengua.
No resisten al choque tremendo
El rejón ni la fuerza del brazo,
Que el gincte con fiero porrazo
Hizo el suelo y el circo temblar :
El caballo le oprime y muriendo
Con su cuerpo le sirve de escudo,
Mientras tanto que impávido pudo
Mal ferido del riesgo salvar.
El dios Baco dio un grito mirando
Que ya el toro lo prende y lo agarra,
EL PARNASO ORIENTAL.
180
Y asustado con hojas de parra
Por no verlo sus ojos tapó :
Y la fama voló publicando
Con acento patético y tierno,
¡Oh mal hayan el toro y el cuerno!
Ya Palanca su gloria eclipsó!!
A y, cual cundo el terror! y huyen el bulto
Al animal tan grande como un rancho,
A cuyos fieros cuernos diñeulto
Que pudiera atreverse el mismo Juancho;
Viendo el porrazo de Palanca inulto
Gritaban sus parciales, ¡esto es gandío!
Mas dá tres toques el tambor sonoro
Y salió, á fuer de bravo, libre el toro,
Preséntase el segundo adusto y fiero
Y envisten Casavalle, que animoso
La ofensa de su ilustre compañero
Supo vengar mas diestro ó mas dichoso;
Una furia bicorne era el tercero
Que con bramidos atronaba el coso,
iMas en medio del circo su pujanza
Postró dos veces la ominosa lanza.
Fué el toro primero
Y los sucesivos
Los siete pecados
Que dá el catecismo:
Sin ser maragatos
Cargaban con brío,
Cornudos en forma,
Mas no consentidos.
190
EL PARNASO ORIENTAL»
Oh cuantos aplausos
Y cuan repetidos,
El héroe valiente
Obtuvo en el circo.
En tanto que otros
Con befa y con silvoe.
Siendo corredores
Quedaron corridos.
¡Qué es ver á Repollo
Andar pavorido,
Perdiendo capillas,
Ganando escondrijos!
Y luego que al toro
Lo enlaza Chivico,
Bailarle á la cola
Con muecas y brincos.
No permitió á García e! liado insano
Sostener el honor de su tisona,
Pero él supo guardar como cristiano
El quinto mandamiento, y su persona;
Un toro de los siete por su mano
Alcanzó del martirio la corona,
Cada cual á la espada le acomete
Mas no dirán que ha sido un mata-sietc.
Aquí llegaba mi poema; y cuando
Me negaba Talía sus raudales,
Aparece el Relámpago surcando
Del cerúleo Ncptuno los cristales;
Zarpa el veloz esquife, y en llegando
Se presentan dos héroes á los cuales
Eí< PARNASO OIUNETAL.
191
La redondez del mundo viene escasa,
El insigne Patricio, el gran Zaraza,
Salve Patricio, tu valiente padre
Tigres y toros domeñar sabía,
Siendo trofeos do su heroico brazo
Uñas v cuernos.
Célebre Juancho, la ominosa frente
Alza si puedes de la tumba fria!
Vé cual se muestra del honor paterno
Digno tu hijo.
Salve otra vez, Patricio, hijo y tocayo
Del vencedor de un tigre; Jove asista
A tu brazo y espada, á cuyo rayo
No habrá cosa con cuernos que resista;
Si airoso sales del primer ensayo,
(Voy á usar la expresión de un financista)
Verás llover do quicr con mano franca
En Jugar de papeles plata blanca,
Y tú, ilustre Zaraza, distinguido
En el Pueblo feliz que baña el Plata,
Que llegas de la fama precedido
Y délos hechos que su voz relata,
Si te portas dichoso y atrevido
Daréte por refresco alguna orchata,
Y porque al mundo mi largueza asombre
Un sayo de la tela de tu nombre.
Mas aquí ya el Pegaso
Fatigado y molido,
192
EL PARNASO ORIENTAL.
Me arroja de sus lomos
Con fatales corcobos y relinchos:
Y concluyendo apenas
Este patagorrillo
Recíbalo el que quiera
Como don de amistad corniftorido*
A LA CORRIDA DEL 29 DE ENERO.
TORAIDA RABONA.
Cuarta.
9
Salve al bravo Palanca; en hojas de oro
Pueda su nombre eternizar la historia!
Gloria á Cejas, que fuerte y con decoro
Mantiene de su lanza la memoria ! ;
Al ilustre Patricio que es del toro
El terror y la muerte — ♦ salve y gloria!
V. á A rellano, Corona, y Bequis diestro,
Salve también con gloria y padre nuestro,
Si te burlas, lector, con faz toruna
De mis versos en forma de novena,
Deja al menos que toque parte alguna
A Zaraza y Repollo en esta trena;
EL PARNASO ORIENTAL,
Los alzaré á los cuernos de la luna
Coronados de hinojo y de verbena,
Porque entre Tauro y Capricornio eternos
Sean los dos constelación con cuernos.
Y si la crítica
Sin causa sólida
La frente estólida
Pretende erguir:
Yo con política
Su inteuto exótico
Por estrambótico
Sabré eludir*
Pida un acólito
En tono ascético
Que amor patético
Premie su afán:
Que yo en insólito
Metro romántico
Pido en mi cántico
Toros y pan.
Y oyó Jove mi voz. .! Jove que implora
Y que debe implorar todo chulillo,
Porque á la ninfo Europa antes de ahora
Hizo clamor en forma de novillo;
Dio sobre el parche la señal sonora
El tambor narigudo y amarillo,
Y a cada golpe de su ronca en ja
Respondía mi pecho cual sonaja.
tom 3 213
7
194
EL PARNASO ORIENTAD
Oh que paisage tan lucido ostenta
El Circo ante mis ojos: allí ufano
Preparado á !a lidia se presenta
Cada chulillo con su andar gitano;
Allá está Coello que sus triunfos cuenta,
Repollo mas acá salta lozano,
O prendido á un cancél cual lagartija
Bambolea sus piernas de botija.
Aquí junto al toril tocan un cuerno,
Allá haciendo de un trapo banderola
Maestro Juan se prepara echando un terno
A plantar sus rejones por la cola;
Alza junto al patriarca sempiterno
La gaya gente inmensa bataola,
Y en la salza de gracias y dislates
No escacean los ojos y tomates.
Acá miro á Patricio reluciendo
Del vestido bordados caracoles,
O los ojazos revolver tremendo
Como dos pesos patrios con sus soles;
Zaraza allí los labios relamiendo
Difunde cierto olorá vino y coles,
Y Bequis pero basta, pues ya véo
Que anuncia el primer toro el palmoteo.
Sale un toro cargador
De gran morrillo y piel blanca,
Que ciego embiste á Palanca
Con pujanza y con furor,
Mas le alumbra con valor
EL PARNASO ORIENTAL.
Por si encandilado está,
Y hubo quien dijese ya T
(Salvo su honor y decoro)
í¿ue él alumbra bien al toro
Cuando alumbrado no está*
Cejas, que la gente llama
Con apodos diferentes,
Mostró en acciones valientes
Ser digno de heroica fama;
Viva D.Sancho! conclama
La turba de rancho y gaucho,
Mas el hace el pecho ancho
Al apodo impertinente,
Probando así justamente
Que al buen callar llaman Sancho.
¿Y quien las banderillas animoso,
Se atreverá á plantar con mas despejo?
Quien, sino Coronita que glorioso
Sabe arriesgar su fama y su pellejo?
Corunita que alienta generoso
Corazón juvenil en cuerpo viejo
Da el ejemplo al valor; luego Arcltano
Le planta dos con la siniestra mano.
Emulando a su digno compañero
Desempeña Zaraza su destino,
Dando el grito de atrás al toro fiero
Con voz discorde y ensopada cu vino;
Encendido en furor parte ligero
El animal, y el otro que es ladino
196
EL PARNASO ORIENTAL.
Con pié veloz» aunque parece enclenque.
Se salva entre los biombos del palenque.
Suena luego el tambor, y como un dardo
Vuela Patricio á la señal de muerte,
Tira el sombrero al suelo; y sin retardo
Llama al fiero animal con eco fuerte;
Este asalta furioso, mas Duardo
Hierra una vez, y á la segunda suerte
Lanzando á volapié dura estocada
Deja a la fiera ante sus pies postrada*
O que gozo,
Que alborozo
De cualquiera
Se apodera,
Y al momento
Sube al viento
Un cohete
Volador;
Grandes, chicos,
Pobres, ricos
Todos gritan
Y se agitan;
Todos llaman,
Y proclaman
A Patricio
Vencedor:
De negra piel y bárbara figura
Sale el segundo toro por contraste,
Poniendo al gran Palanca en apreutar
EL PARNASO OKIENTAt. 1 f)7
Que apénas su pujanza y ciencia basto,
A Cejas acomete con bravura
Y dá D. Sancho con su cuerpo al traste,
Mas quedando sangriento el toro negro
La música en su honor tGcó un alegro.
A este fiero animal, y otro de cuenta
El último y mejor de la jornada,
El gran Patricio que su fama aumenta
Los mató á cada cual de una estocada.
En vano el odio ó la cabala intenta,
Bravo Duardo deslustrar iu espada,
De cobre es tu color, mas tu alma es de oro,
Y el corazón ♦ • . ♦ mas grande que el del toro,
Deja bramar la envidia: asi arrastrando
En torno al poste rustica cadena
El sañudo mastín se altera, cuando
Diana con su esplendor los cielos llena;
Y dá tristes aullidos, redoblando
Su ladrar impotente mas serena
Derramando la luz que le importuna
Sigue su curso la esplendente Luna,
Mas ay, que olvidaba,
Y fuera injusticia
Que intento y malicia
Pudieran llamar:
De dar á los chulos
El lauro debido,
Con que han merecido
Sus Trentes ornar.
EL FAKNABO ORIENTAL.
Mostraron en lances
De honor y osadra
Valor este dia
Visto á toda luz:
Coello el de las piernas
En forma de. . ..Xi
Y el ínclito Bequis
De garvo andaluz*
Rompió sus calzones
Repollo, y al cabo
Sacó un tapa-rabo
Con casto pudor :
El es de los chulos
La flor y el cogollo,
¡Oh cuando Repollo,
Serás coliflor!
En fin caballeros
De la órden del asía,,
Guardaos, y basta
Aquí para nos:
Toraida rabona
Es esta que acabo,
Hasta otra con rabo,
Toreros . . . .adiós.
EL PARNASO ORINETAL.
199
TORCIDA !>*: ALELUYA. (*)
Quinta*
&
No canto al bravo Cejas de ancha espalda,
Ni al gran Patricio de tremendos ojos,
JNi al digno Coronita la guirnalda
Pienso ofrecer de táuricos despojos;
Yá los subí al Parnaso. . . .allá en su falda
Clío los recibió puesta de hinojos;
Ora voy á cantar con mas acierto
A Domínguez, M acias, Luque, y Puerto.
Después de tres semanas, no lo dudo,
No habrS lector curioso ni indulgente,
Porque ya el bello sécao, y el barbudo
Solo quieren toraidas en caliente,
Pretenden que un poeta á ley de embudo
Sople y haga botellas juntamente,
Y el menos melindroso dirá al cabo,
Al asno muerto la cebada al rabo.
Mas nada me acobarda, y si la orilla
De la Hipocréne toco, ó sus raudales,
También tendrá un lauro sin mancilla,
Gómez, Vega Giménez, y Morales:
(*) Pué publicada en el Sibido Santo de 1837. (Nota i*kl
Editor.)
200 EL PARNASO ORIENTAL.
Empero á mi poéma ó tonadilla
Talvez cuelguen y quemen mis rivales:
Pues ya con mal presagio y tristes dudad
Sale en Sábado Santo como el Judas.
Qué mormullo !
Que barullo !
Cuanta gente
Diligente !
Qué aparato
De arrebato
Se oye en torno!
¿Qué será?
Caja suena,
¡Señal buena!
Yo me asomo;
Ya no como,
Mi garganta
Se atraganta,
Y á los toros
Corro yá.
¿Quién despertó azorado entre dos luces,
O tres con su candil, y en camisola
Se frangolló en la frente un par de cruces
Que el diablo le deshizo con la cola?
¿Quién cismando con toros y andaluces
No dá cuenta de sí, ni pié con bola,
Y sube y baja, y torna de carrera
Hasta no ver del Circo la bandera?
EL PARNASO ORIENTAL.
201
Cada cual desde el punto en que amanece
Se mece en la esperanza, ó bien se inquieta.
Porque el cielo ya aclara, ó ya obscurece,
Y no cámbia al pampero la veleta ;
Cualquier nube tormenta lo parece,
O el ruido del tambor cualquier carreta,
Hasta que al cabo cuando el sol asoma
Cubre un gentío del Cordón la loma.
Ya en dorada sopanda Olinda ostenta
Trémulas plumas y brillante estofa,
Célia menos feliz no desalienta
Pisando cual colchón la tierra fofa,
Otro grupo á lo dejos representa
Un convoy de corsarios de alta cofa,
Que impulsados por fresca ventolina
Navegan viento en popa, ó á bolina.
Cual se agolpa la gente, y suda, y pena,
Por entrar en el circo al primer toro,
Cuando adentro la música resuena
Y mil palmas batiendo le hacen coro-
De repente un cohete al aire atruena,
Figurando al caer culebras de oro,
Y retumba el redondo anfiteatro
Porque ha llegado el Juez, y dan las cuatro.
Si clama un rábula
Con lengua crítica
Que hoy no es política
Tal diversión ;
Diré que es fábula
Su torpe lógica,
TOM. 3 20
202
rx PAIINASO ORIENTAL.
Y anfibológica
Su insinuación.
Malo es que un vándalo
De sangre pródigo,
El santo Código
Ose insultar :
Pero su escándalo
No sea obstáculo
A un espectáculo
Tan popular.
Nuevo aplauso del pueblo circunstante
Se oye ai salir la espléndida cuadrilla,
Que allá mil lauros mereció triunfante
Del claro Manzanáres en la orilla
Domínguez y Macías van delante
De los héroes de capa y banderilla,
Y detrás Luque y Puerto, que grandiosos
Parecen á caballo dos colosos.
Colócanse en sus puestos, y al redoble
Sale un toro que á Carlos acomete,
Y la potente pica de haya ó roble
Por el morrillo con valor le mete,
Hasta que el duro cuello rinda y doble
Puja el membrudo Puerto, y porque apriete
Jú-i.J dice, y el Jü-i lo acompaña
Con eco prolongado y voz estraña.
Por la ancha nariz brotando
Globos de humo el toro fiero
EL PARNASO ORIENTAL.
203
Sucumbe á la fuerza, y bate
Coa ferófc hocico el socio*
Al bravo Luque acomete
Con nueva furia, y aun tiempo
Tiembla á sus plantas la tierra
Y gime el aire en sus cuernos*
Cual fabuloso Centauro,
Luque en su corcel soberbio,
Es doble monstruo en un bulto,
O estraño aborto en dos cuerpos.
La fiera embiste, y bramando
Contra el poderoso hierro,
Ya trémula* ya enroscada
Azota su cola al viento.
En fin, su impotente furia
Cede, y al heroico esfuerzo
Se rinde, haciendo al caballo
Barrer con el anca el suelo*
Varios lancea el héroe ha sustentado
Hasta que en lanzon voló en astillas:
También Carlos se vio mas esforzado
Después que se pelara las patillas*
Al revés de Sansón que ya rapado
Perdió e! brio en los brazos y rodillos,
Y hay quien duda, quien fuera mas forzudo,
Si este sin pelos, ó Sansón peludo.
A plantar banderillas arrogante
20i
EL PARNASO ORIENTAL.
Sale Gómez ligero al dar la seña,
Y de á dos y de á cuatro en un instante
A! mísero animal cargó de leña.
Sube al cielo el aplauso resonante
Al ver con que valor se desempeña,
Brama el toro, sacude los zarcillos,
Y toca un rigodón con diez palillos.
Golondrina tal vez le llamara
Por lo negro del trage y ligero,
Bien que al pueblo compete, y refiero
El bautismo del bravo campeón :
Mas al otro trigueño de cara
Que le iguala en destreza y bravura.
Sin padrinos, ni hisopo, ni cura
Le bautizo llamando Pichón*
Compitiendo en destreza y osadía
En otros toros el valiente Vega,
Los ojos nos llevaba, y yo temía
Que iba toda la gente á quedar ciega ;
Cargan los dos á un toro, y ya corría
Aquel lleno de ardor. . , . mas Gómez llega,
Llama de pronto S un lado, y al avance
Planta sus dardos, y le roba el lance.
Tras un cancel guarecido
Estaba echando bravatas
El que andubo el Circo á gatas
El non plus ultra Vellido;
Se oyó un éco del tendido,
¡Qué salga Ignacio á matar !
EL Í'ARNASO Oft iental. 205
Y el traga-toros sin par
Dijo, no, que es toro infiel,
Ando do cuernos con él,
Y aun no lo puedo tragar.
Alcanzando una y otra banderilla
Anda el gordo Repollo en movimiento,
Repollo que después de ser capilla
No llegó á ser parroquia ni conventor
No piensen quo le tomo con rencilla
Por la punta ó !a proa en mi argumento;
O diga el quo Jo infiere y lo barrunta
Si hay repollos con proa ni con punta.
Entretanto con rústica bravura
El toro quo sangriento brama y muge
Vé pintada de un chulo la figura,
Y embiste al biombo que se cimbra y cruge;
El corazón se oprime con pavura,
Tiembla todo el andamio, y al empuje
Percibe cada cual bajo su asiento
La trémula impresión del movimiento.
Ya Domínguez la espada animoso
Apercibe, y al toque de muerte
Sale al Circo, é impávido y fuerte
Pasma á todos con ánimo audaz:
Un susurro do quier pavoroso
Se difunde, y el alma se apéna;
Todos tiemblan. . ♦ .tranqui/a y serena
Solo el héroe presenta la faz.
¡Caán gallardo y esbélto, se ofrece
206
EL PARNASO ORIENTAL.
Digno objeto de Cypria y de Marta!
En sus galas refleja y reparte
Mas brillante bus rayos la luz:
Con la espada» en su mano aparee*
La capilla que al aura tremola.
En sus bríos el alma española,
Y en sus formas el airo andaluz.
Llega airoso, dá un grito, y la fiera
Que escarbando la tierra se agita,
Contra el rojo cendal que la irrita
De repente bramando embistió:
En el hierro que oculto la espera
Se atraviesa la bestia irritada,
Y hasta el puño sangrienta la espada
Entre aplausos el héroe mostró.
De palcos y limetas
De gradas y sillones
Con mil aclamaciones
El aura resonó.
O valiente Domínguez,
Solo puede, en tus dias,
Igualarte Macías
Mas superarte, no.
Al insigne Macía3 considero
Sublime en el valor, diestro en el arte,
Y a la par de Dominguez por guerrero
Digno del lauro que le ofrece Marte,
Segundo espada sin tener primero,
Una Toraida mereciera aparte,
i
EL PARNASO OR1KETAL.
207
Pues si aquel cuatro toros acomete,
Los tres que éste mató valen por siete.
A Domínguez un toro atropellando
Le puso en grande riesgo; mas valiente
Pomo perder su espada, tropezando
Se dio un golpe en el biombo prominente;
Así la oronda ninfa resbalando
Lleva la mano al moño, y cae de frente
Y se rompe las muelas; pero en suma
Salva en el aire el peineton de pluma.
De uno y otro campeón en su alto empleo
Confiesan la igualdad gentes sensatas,
Mas por lo que es Jas ninfas, ya lo veo,
Son adictas al uno, al otro ingratas;
Por mí si es nari-lindo, ó nari-féo
Yo reparo en los bríos, no en las ñatas,
Y no me importa cuando versos hago
Si la nariz es Roma, o es Cartago.
Mas a y, que el Pegaso
Ya al suelo me arroja,
Y aun no he repartido
Las ocho coronas :
Pues las que á Repollo
E Ignacio se amoldan,
Gratis et amore
Mi afecto las obla*
A y, que á poner iba
El finis ccronat
Sin haber pelado
El rabo á la zorra.
2©8 EL F¿H&*a9 ORIENTA!*
Faltaba Morales
De apuesta persone,
Que en las banderillas
Su nombre acrisola:
Y el diestro Giménez
El gozo y Ib gloria
De todos los chulos
Que el mundo pregona*
Mucho les cantara,
Aunque es á deshora,
Y no es culpa mia
Si Apolo lo estorba.
Mas es, que en la lista
Vienen á la cola,
Y el último mono
Dicen que se ahoga.
RECETA SEGURA PARA QUE LLUEVA,
O
Sí lluvia quieres lograr
No hay que apelar á San Roque,
Ni de la campana al toque
La rogativa anuncian
El remedio singular
Es que un cartel ó gaceta
De los toros nos prometa
La función apetecible;
El llover será infalible,
¡Mal rayo en la tal receta!
EL PARNASO ORIENTAL*
209
DECIMA-
Por D. Francitts A. de Figueroa.
Dicen que Toros vá á haber,
Mas. silencio! pues recelo
Que si el run-run llega al cielo
Al momento ha de llover ;
Ni el cartel se ha de poner*
Que hay nubes de observación,
Con toda eata precaución
Al menos se logrará
Que si dicen — agua vá!
Será al fin de la función.
A LA AMISTAD*
LETRILLA.
Por D. M. M. Córralo.
INEDITA.
«
¿Qué hay en esto mundo
Que pueda durar
Tom 3 27
210
EL PARNASO ORIENTAL.
Un año y otro aiío?
La dulce amistad.
¿Quien dá gustos llenos,
Sin mezcla de mal,
Ni desconfianzas?
La dulce amistad.
¿Quien en las fatigas
Sabe franquear
Alivio y socorro?
La dulce amistad.
¿Quien en compañía,
Quien en soledad,
Jamás desampara?
La dulce amistad.
¿Quien los desengaños
Que conviene dá
Con noble entereza?
La dulce amistad.
¿Quien entre las dichas
Inmutable está
Como en las desgracias?
La dulce amistad.
¿Qué eres amor solo?
¡Miseria en verdad!
¿Quien te hace precioso?
La dulce amistad.
SMS
EL PARNASO ORIENTAL. 21 1
A los djag de oca Dama Oriental en el Durazno, dijo c n la mean
el siguiente—
(Del mismo,)
INEDITO,
tt
No de Marte el estrépito espantoso,
Ni de la Corte la lisonja impía :
No de elogios pomposos la porfía,
Ni la opulencia de un monarca ocioso;
No el tesoro mayor y mas precioso,
Ni del orgullo la feroz manía,
No del rico la audacia y tiranía,
Ni mil y mi! placeres engañosos.
Sino las Gracias, el amor, las flores
De! Yic undoso las Náyades bellas,
Te tributen obsequios y loores.
Y en esto dia, ilustre Bernardina,
Sirviéndote de alfombra las estrellas,.
Lleguen mis ecos á tu faz divina.
2WL
212
EL PARNASO ORIENTAL»
AL CUMPLE -AÑOS DE UNA SEÑORA;
Por D. Francisco A. de Figueroa.
El luto y la angustia
Del alma infeliz,
Que aflijen do quiera
Mi triste vivir:
Hoy desaparezcan
En torno de mí,
Porgue es de Dorina
O cual se insinúa
Un gozo sutil,
Do solo las penas
Saben residir :
Mi pecho al consuelo
Torna á revivir,
Porque es de Dorina
El dia feliz.
Esto nombre siempre
Dulce para mí,
Hoy hace mi pecho
Mas grato latir:
Quiero pronunciarlo
Una vez y mil,
INEDITA.
EL PARNASO ORINETAL.
213
Porque es de Dorina
El cita feliz.
A par de su imagen
Su nombre está allí,
Que verlo pudiera
Cualquier zahori :
Y hoy Amor lo imprime
Con nuevo buril,
Poraue es de Dorina
El dia feliz.
Ya entonan las aves
Gorgéos sin fin,
Y ostentan las flores
Su pompa en Abril ;
Ya Febo difunde
Rayos de rubí,
Porque es de Doriná
El dia feliz.
Oh amiga del alma,
Puedas tú vivir
Cercada de goces
Que tuve y perdí:
Mas ya* tal recuerdo
Debo reprimir,
Pórque es de Dorina
El dia feliz*
Tu esposo que al cielo
Plegué garantir,
Digno de su patria
Y digno de tí :
214
EL FARIÍA80 ORIENTAL,
Pueda venturoso
Su dicha sentir,
Porgue es de Dorina
El dia feliz.
Tus hijos te ofrezcan
Con gracia infantil,
La tierna díamela
O el suave jazmín,
Y ledos aplaudan
Cual yo desde aquí,
Poraue es de Dorina
El dia feliz.
En fin, dulce amiga,
Dígnate admitir
Los votos que forma
Mi afecto por tí :
Afecto que acaso
Toca en frenesí,
Poraue es de Dorina
El aia feUz.
E'- PARNASO ORIENTAL-
SOBRE? BL CLAVEL DEL AIRE
ROMANCE
De D. M. Jtf, Carrillo.
INEDITO.
Para deslindar un chisme
Muy gracioso, bella Luisa,
He "de templar mi bandurria
Que ua bordón tiene por prima,
Y tiempo hace arrinconada
Está del ócio aburrida.
No invoco para este lance
Las Musas que Bon prolijas,
Ni otras deidades, ni á Apolo
Con sus demás baratijas,
Que para versos ruidosos
Dicen que se necesitan ;
Pues para tu Juan lejbasta
Tu influencia, hermosa Luisa.
Has de saber que Dalmiro
Departió ayer con Celina. . . .
Masantes (note me enojos)
Que aquel caso te describa.
EL rAltNASO ORIENTAL.
Me has de guardar el secreto
Como de cosa perdida,
Y este suceso no llegue
De tu tia á la noticia,
Porque entonces ¡Dios nos libre!
¡Qué zalagarda andaría!!
Si es amor, si es amistad
Muy grave y azás garifa
De casa en casa chismeando,
La semana correría,
Alborotase el cotarro,
Y ved la cosa perdida.
Después de esta prevención
Seguiré la reta ¡la,
Dicicndote con reserva
Que regaló ; pero mira
Disimula, óyeme y calla
Y al uno y la otra imita.
En fin, Dalmiro afectuoso
Hizo el regalo a Celina
De un lindo clavel del aire,
Protesto de una letrilla.
Con delicadez Dalmiro
En ella su afecto pinta,
El clavel (dice) es la ofrenda
De su .... no se que te diga, ....
Hay también dulces memorias
Al afecto relativas,
Dulce morada el vergel
Sombra adorada y amiga.
¿Todo esto tú que lo entiendes,
Cómo lo llamarás, Luisa?
H'* PAUIfABO ORIENTAL.
Celina sin advertirlo
Le contesta muy sencilla,
Y con un fino recibo
Se goza de envanecida,
Y con esmero á Dalmiro
Al grato vcrgél convida
Para que vea su ofrenda
Do su afecto la destina,
Y que adornara sus trenzas
Cou la lan grata primicia
De la que brote primero
Blanca ó roja florecilla.
/Todo esto tú que lo entiendes,
Cómo lo llamaras, Luisa?
Después de todo esie cuento
Ya yo sé que me replicas,
¿Pero Juan, como Dalmiro
Su amor 6 amistad los fia
En un clavel y del airé,
Y lo mismo hace Celina?
¿Tiene firmeza un clavel
Y su flor que se marchita?
¿Y quien al aire se entrega
En él no hallara desdichas?
Para disimulo es mucho
Y muy mas para falsía,
A esta réplica no opongo
Nada que te contradiga,
Solo rogarte podré
Ya que eres tan buena amiga,
Cuando veas á Dalmiro
Y des un beso á Celina,
218 EL PARNASO OHÍKPÍTAL»
De parte del dios de Gnido
Le dirás por despedida,
No hay burlas con el amor
Como tú bien sabes, Luisa.
A tA HElfOniA DB
DO* FELIPE CABALLERO.
Hija feral del orco inexorable,
Avida parca con segur cruenta,
Ni al cayado, ni purpura opulenta,
Perdonas yermadora y espantable,
En profundo gemir inconsolable
El alma Patria sin cesar lamenta,
De un buen hijo la perdida violenta,
De un esposo y caudillo respetable.
Caro Felipe tu cruel memoria,
Llanto, luto, y dolor nos ha dejado,
Eminente valor y patrio ejemplo.
Inmarcesible quedará tu gloria,
Y volará tu nombre laureado
De la inmortalidad al sacro templo.
Delgado y Carrillo.
LA LEALTAD MAS ACEJVLMADA,
r
BUENOS-AIRES VENGADA-
D&ANtA BU 2 ACTOS T BN VESSO, COMPUESTO POH 81. PRGSBlTEno
D. JUAN FRANCISCO MARTINEZ,
NATURAL DE MONTEVIDEO.
Fué representado en una solemne función que por disposición del Ca-
bildo de estn Ciudad tuvo lugar, solemnizando el heroísmo co«
que rescataron sua habitantes la Capital cautiva por loa lugU-
tea en 1806, y con eJia toda la América dej Sud,
Nunca impresa.
PERSONAS QUE HABLAN EN ELLA
Una Ninfa, * que represente — NToirricvrDío.
Oiru que represa nta BusMOt-AiiLts,
E 1 Gobernad nr de la Plaza
Un pcrRniuVge qite represen-
ta el Ilustre Cabildo.
Otro que réndenla el Co
mercio,
Olro qée representa loa Ha
cridados.
El General de ]a eapediciou.
Un oficial»
Mane, dios protector de Ee*
paña»
Neptuno, dios protector de
Inglaterra,
Un criado.
Acompañamiento del Pue-
blo.
* Aunque casi todos los personajes pon alegóricos, y la e«true^
tura de la composición de un gen* ro reprobado por la escuela moder*
na, el Editor del Parnaso lia creído de su deber publicarla, sin permitir
se hiciese en ella alteración alguna.
El Editor.
i
EX l'ARNASO ORIENTAL»
221
La escena representará una vistosa Selva, en cayo centro habrá un
Trono bnjo, y en él armarla y reclinaría la mano en ln mejilla,
corrm durmiendo una Ninfa vestida tle blanco y con guirnalda
de fl nes : al levantar el telón, lo Música tocará una brillnntc
obertura, que finalizada seguirá otra alusiva al sueño de Jn Nin-
fa y á la inquietud que demostrará ; concluido, representa (a
Ninfa,
JVinfa 1. — ¡Oh cuanto mi pecho afligen
Los recelos do esta Escuadra!
¡Donde vendrá á descargar
La tempestad que amenaza!
Estos embreados pinos
Que en el Rio de la Plata
Surcan, ¿fi donde sus proas
Dirijen con tanta audacia?
Mucho temo> mucho temo
¡Ay Buenos Aires amada!
Al ver que la Escuadra Inglesa
Pasó a dar vista a tus playas :
No porque de tu valor
Tenga que recelar nada,
Temo sí, que et fiero inglés
Pueda hallarte descuidada, (Se reclina.)
Música alusiva a CBtos afectos que concluirá en sobresalto.
Dejadme sombras funestas,
JVo me atormentéis el alma. (Se reclina,)
222
EL PARNASO OR1EWTAL.
Música lúgubre, durante Ib cual «ule la 2. * Ninfa por un escotillón
vestida de negro, cabello tendido, pañuelo : en la mayor cons-
ternación, concluida la mtí»tcu, dice —
Ninfa % — ¿A donde, ¡infeliz de mí !
Me conducen mis desgracias?
¿A donde encontrar alivio
Podré, ¡ay de mí! en penas tantas?
De la cumbre déla dicha
Me veo precipitada,
A un abismo de desdichas.
Fortuna, por tu mudanza.
Dudo yo misma quien soy.
Y dudo si fué soííada,
O si fué ilusión o sombra
Toda mi gloria pasada.
¿Soy yo aquella Ninfa bella,
Que servida y adorada
De estas fértiles Piovincias
Vivia alegre y ufana?
¿Soy yo aquella Ciudad noble,
Rica, hermosa, cuya fama
Por los confínes del orbe
La admiración excitaba?
No : nada de esto soy :
Soy una mísera esclava,
Que entre grillos y cadenas
Lloro lágrimas amargas.
Corto periodo á% Múaica lúgubr
Soy el ejemplar mas vivo
De la terrible inconstancia
EL ORIENTAL. 223
Con que la fortuna abate
A aquellos que mas alhaga :
Soy una infeliz que busca
Contra esa deidad tan vária,
Consuelo, favor, piedad;
¿Pero donde he de encontrarla?
Ninfa h — En mí, donde está de asiento
La lealtad mas acendrada* (En sueños*}
Ninfa 2»— ¿Pero qué voz respondió Sorprendida.
Tan acorde á mi demanda?
;Mas qué miro! sí aquella es,
Sin duda, rni prenda amada,
La Ninfa Montevideo,
Por quien vive mi esperanzo;
Y pues buscándola vengo
Me acercaré á recordarla-
Música lúgubre mientras se acerca al trono*
Despierta, que mi desdicha
A tí también te amenaza.
Despierta la Ninfa 1* « a ob res al ta da y baja del trono.
JWúsica*
Ninfa 1. — ¿Quien eres, ó qué pretendes,
Sombra, ilusión, ó fantasma,
Que rato há que sin cesar
Tantas zozobras me causas?
Ninfa 2.— ¿No me conoces?
Ninfa l.— No: dilo,
No te dilates, acaba,
224 EL PARNASO ORIENTAL*
Que el corazón con latidos
No sé que avisos da ni alma.
Mnfa 2.— Pues esos avisos ciertos
Son, y yo de ellos la causa :
Sí, la infeliz Buenos Aires
Soy, la misma con quien hablas.
A'infa 1 , — ¡Válgame el cielo! ¡qué escucho!
El veneno que me ntata Jiparte*
Apuraré de una vez:
¿Pues cómo las ricas'galas
En lúgubres atavíos
Hoy en tí miro trocadas?
¿La corona que tus sienes
Tan justamente adornaba*
Porqué causa oque motivo
Hoy de tu cabeza falta?
¿Algún Cíclope atrevido,
Algüna mano villana,
Sin respeto á tu grandeza
Pudo atreverse á robarla?
Ninfa 2, — Sí, Ninfa, me ta usurpó
La codiciosa, la a vai a,
La cruel Inglaterra,
Y contra esta infiel tirana
Vengo á pedirte socorro. {Llora)
Mnfa 1. — Bien me lo vaticinaba
Astrólogo el corazón,
Bien en sueños me mostraba
Este pesar que te aflije.
Y que á mí me despedaza
Pues en sueño alguna vez
Te ofrecí lo que demandas.
EL PA&KAfiO ORIENTAL. 225
Ninfa 2> — Sí, y al llegar á ta solio
Me guiaron tus palabras.
Ninfa 1. — Sí, Ninfa, sabré cumplirlas
Aunque en sueños fueron dadas,
Sé que eres mi Capital,
Y sé que estoy obligada
A tí, por deuda de amor
Y por ser mi soberana:
Desahoga conmigo el pecho:
Cuéntame cuanto te pasa.
Ninfa 2. — Escucha, Ninfa amable,
Si es que ee pilcarlos puedo
Mis pecares, mis penas,
Mis ansias, mis tormentos,
Aunque al decirlos juzgo
Que este vital aliento
Entre mortales ansias
Ha de desamparar mi triste pecho.
Referirte las glorias
Que gozé en otro tiempo,
Ni lo juzgo oportuno
Ni las ignoras creo;
Y así, aquí encomendadas
Se queden al silencio,
Que el decirlas será
Aumentar mis angustias sus recuerdos.
Pero como mis glorias
De mi mal causa fueron;
Aunque al alma le pese
Hablarte de ellas debo,
Pero será formando
Solo un breve diseño,
8
226
EL FAKtCAiO OKUC?T¿I~
Sin que por breve deje
De ser puñal agudo de mi pecho.
En delicias gozaba
Los alhagos muertos
Con que Apolo y Minerva
Por hija me aplaudieron :
Céres con su abundancia
Empeñada en mi obsequio
Vistió el campo de flores,
Y llenó con sus mieses mis gránelos*
La Cándida Latón a
Y el refulgente Febo,
Del Perú en las entrañas
Tesoros produjeron,
Y puestas á mis plantas
Riquezas me ofrecieron
Que envidiarlas podría
El opulento Rey de Lidia, Creso»
Pero, ay! que de estas dichas
Mis desdichas nacieron,
Pues de Aibión envidiosa
Suscitaron los zelos,
Y esta soberbia fiera,
Quo es de ambición ejemplo,
Sus navales escuadras
Manda, que acometan con denuedo.
A mis playas se acercan
Sus embreados leños,
Donde á abortar empiezan
Anglicanos guerreros,
Los que de audaz caudillo,
Ambicioso y soberbio
FAUNAS© ORlENTAÍii
227
Guiados á la presa T
Cual aves de rapiña se abatieron-
Mil nobles hijos leales
Con valor se opusieron
Del robador pirata
Al ambicioso intento ;
Pero la suerte ingrata
Se les mostró, queriendo
Que al valor superase
La ley de su destino cruel y adverso.
Derrotados quedaron,
Y en tan cruel momento
De Señora hecha esclava
Me halle, arrastrando hierros:
¡Con que dolor lo digo!
Miré . . • - ¡valedme cielos!
La religión espuesta
AI rigor de Cal vino y de Lutero:
Miré de un yugo suave
Pasar mis hijos tiernos
De ün tirano dominio
A ser míseros siervos:
En fin, vi despojado
Al justísimo dueño
De la América, Carlos,
Padre de sus vasallos alhagueño.
¡Oh que furor me agita
Cuando de esto me acuerdo!
jOh cruel Inglaterra!
;0h bárbaros Isleños!
¿Porqué me habéis robado
228
KL PARNASO ORIENTAL*
Causándome inhumanos
Un pesar á quien siga un llanta eterno?
Estos son, bella Ninfa,
JVlis crueles tormentos;
Ahora comoá hija amada
Te pido alivio en ellos:
Que me ayudes te pido
A vengar los desprecios
De tu Rey, de tu Madre,
Que á tus plantas ¡ay triste! desfallezco.
So arrodilla como desmayando sobre ol escotillón.
JVinfa 1. — Levanta y esas cadenas
¡Mas ay de mí ! que me pasma
Un mortal yelo! yo muero!
Piedad, o Deidades sacras! ♦ ■ . .
Se desmaya npoyada de un árbol, cubriéndose el rostro; y ia Música
lúgubre dará lugar a ver¿e tas dos desmayadas— desaparece por
el escotillón la 2. * Ninfa, y volviendo en sí la 1,* dice:—
Ninfa I. — ;A mi pies te arrojas? Como?
Entre mis brazos descansa:
Pero ¡ay de mí ! ¿con quién hablo?
¡Qué confusión tan cstrana!
¿Yo sueño ó estoy despierta?
Sí, fueron del sueño fantasmas
Con que el cuidado agitó,
La imaginación turbada:
¿Pero que digo? yó misma
No vi arrojarse á mis plantas
A la indita Buenos-Aires
De su dolor traspasada?
El PARNASO ORIENTAL.
229
De sus[tarraosas mejillas
No vi correr tiernas lágrimas?
¿No oí de sus dulces labios
Que me decia: — " hija amada
"A implorar vengo tu ayuda
"Para tomar la venganza
"Mas justa, contra el tirano
"Que al Rey, y á tu madre agravia? J>
¿Rl corazón oprimido
Al mirar mi soberana
Que se arrojaba á mis pies
No sentí que desmayaba?
¿Pues que dudo? no fue sueno,
Cierto íü(\ que aun ahora me hablan
Ansias, congojas pesares
En que esta el alma anegada. {Llora)
Música lúgubre corta.
¿Buenos-Aires prisionera
Mi Capital ultrajada
Sus nobles hijos esclavos
De la pérfida Bretaña?
Carlos el bueno, ¿privado
De esta piedra con que esmalta
Con brillos tan refulgentes
Su diadema regia y sacra?
La religión, que es lo mas,
Espnesta 6 la furia y saña
De los hereges Ministros
De las legiones tartáreas
Al considerarlo ¡oh cielos!
230
EL PARNASO ORIENTAL.
Un mármol soy, una estatua:
jAy Buenos-Airee! ¡Ay Carlos!
¡Ay religión sacrosanta! {Se abate.)
Música lúgubre.
Pero soberbia Albion
Ya el pecho en iras se inflama
Al acordarme de tí,
Ambiciosa, infiél, avara,
Pérfida sin religión,
Sin henor y sin palabra;
Como lo acredita el hecho
De Jas naves apresadas
Contra el derecho de gentes,
Cuando en paz el mar surcaban
¿Juzgas que tus tiranías
No habrán de ser castigadas?
Pués Albion, yo te juro
Por esas deidades sacras,
Cuyo espíritu me anima;
Toda soy ya contra tí:
Irás, furores, venganzas;
Un mongibelo respiro,
Un Etna soy, cuya llama
A cenizas reduciendo
Bagetes guerreros, y armas;
Harán que á sus luces veas
Castigada tu arroganeia.
Minen furiosa.
El remedio es lo que insta,
EL PARNASO ORIENTAL. 231
I
Pues ya de las amenazas
A la ogccucion pasemos
Que es lo demás importancia;
En el valor de mis hijos
Vinculada mi esperanza
Esta, y su lealtad héroica
Me anima á empresas mas arduasí
Vengan pues á mi presencia,
Hijos, vuestra madre os llama. {Alza la voz)
Para daros ocasión
De eternizar vuestra fama.
Se coloca al trono» Tocan marcha de cuja y toda la Música» durante la
cuál van saliendo por un lado el Gobernador, un oficíil y séqui-
to; por el otro lado el Cabildo, Comercio y Hacendados con
acorrí pagamiento el mae que se pueda. Se colocan con orden
á loa dos lados del Trono haciendo reverencia a la Ninfa. (Ce*-
xa la Música.)
Gob. — Salve hermosa y bella Ninfa,
Cab. — Salve dulce Patria amada.
Com. — Salve ciudad leal y fiel.
Hacendé — Salve hija de Marte y Palas.
JYinf. — El cielo os guarde: hijos mios
Os pido que á mis palabras
Prestéis atención, pues es
Vuestra madre quien os habla.
Heroicos hijos mios, cuyo aliento,
De Marte y de Palas heredado,
Españoles en fin, que es lo que basta
Para hacer vuestro elogio el mas completo,
Que el decir Españoles tanto vale
Como decir virtudes en concreto,
EL PARNASO ORIENTAL*
Pues es un Español si bien se mira;
Del ente racional lo mas selecto*
Firme en la religión, sábio prudente,
Sin pár en el valor, mas no soberbio,
Constante en au palabra, blando, suave,
Liberal, no ambicioso, ni avariento,
Un león en la campaña y en la guerra,
Como urbano en la paz, dulce y modesto*
Españoles, repito, cuya fama
Dice de vueetras glorias aun mas que esto
La causa de llamaros este dia
A esplicárosla voy: oídme atentos:
En esta selva hermosa, donde Marte
Y Belona, noble ser me dieron;
Agitada me hallaba, y recelosa
Al ver que las escuadras que á este puerto
Avistaron, de aquí, variando el rumbo
A Buonos-Aires viage y proa hicieron.
La ambición, el orgullo y la arrogancia
De esa Albion tirana conociendo;
Sustos, congojas, ansias, y pesares,
Cruel guerra le hicieron á mi pecho;
Mas no fueron en vano mis temores,
Ciertos fueron, ¡ay triste! mis recelos
De la pena agitada me rendía,
Mejor diré á un letargo, que no al sueño,
Cuando de una afligida Ninfa hermosa
Me sobresaltan doloridos ecos.*
Despierto, y hallo puesto en mi presencia
De la aflicción un cuadro el mas perfecto
¿Quién eres? le pregunto: y me responde,
Anegada en suspiros y lamentos,
EL PARNASO OBIENTAI** 233
Yo soy tu Capital, que prisionera
Del ambicioso Ingles hoy soy trofeo,
Y como á hija del alma tan amada
Tu socorro en mi angustia á implorar vengo»
Estas voces que el alma me traspasan
Me deja desmayada y sin aliento :
Del rapto vuelvo, y cuando á hablarla iba,
La Ninfa busco, pero no la encuentro:
Solo hallo que el furor mi pecho inflama
Contra el vil Anglicano, monstruo horrendo;
En iras ardo, y para la venganza,
Hijos, yo necesito vuestro esfuerzo;
¿Que triunfe impunemente un cruel pirata
Podrá acaso sufrir el valor vuestro?
¿Podrá un pecho español, á su Ley santa
Ver espuesta á las iras de Lutero?
¿Sufriréis, españoles generosos,
Que á vuestro Rey se usurpe sus derechos?
¿Podrá vuestra piedad tan conocida
Ver á vuestros hermanos prisioneros,
A vuestra Capital, siempre gloriosa,
Entre penas, congojas y tormentos,
Y á sus hijos esclavos miserables
Del dolor, de la angustia y del lamento?
No, no podréis tolerarlo, porque fuera
Este, de vuestra fama un borrón feo:
Desnudad las cuchillas que temidas
De todas las Naciones siempre fueron;
(Díganlo Roma, Flandcs, Alemania,
Y los nietos de Agár, á su despecho,
Y díganlo también do Polo á Polo
Sin escepcion alguna, el orbe entero),
231 EL PARNASO OKIENTAL*
Y empleadlas de la Patria en la venganza,
Rompiendo del Ingles el yugo fiero.
La Capital vuestro socorro espera :
Partid, partid á socorrerla luego:
Aquesto á vuestra fama es lo que importa;
Yo que soy vuestra madre, así os lo ruego,
Llevando contra el Anglo en mis suspiros
Volcanes, iras, rabias, rayos, truenos,
Vesubios, Etnas, llamas y un infierno,
Gohern. — El corazón me atraviesan
Vuestros justos sentimientos,
Y entre el dolor y la ira
Cruel batalla entre mí siento.
Mas con entre ambas pasiones
Que he de cumplir os prometo;
Pues que de una misma causa
Nacen estos dos efectos.
Tu gusto, divina Ninfa,
Veías cumplido, que el pueblo
Por la reconquista clama
Lo que ha pasado sabiendo;
Sin escepcion de personas
A voces están diciendo :
Dentro voces — A salvar la Capital
Marchemos todos, marchemos.
Ninfa 1. — ¡Qué voces tan agradables!
¡Oh que apreciados acentos!
Gobcm. — En arma, Ninfa divina,
Hoy todo el pueblo está puesto,
Y desierto se quedara
De los leales hijos vuestros,
Si se permitiera á todos
£>i PARNASO ORIENTAL.
Ir á cumplir sus deseos;
Pero la prudencia exije
Que á dos causas atendiendo,
Salvemos á Buenos Aires
Y á vos^Ninfo, os resguardemos;
Pues eác mismo pirata
A vuestro cuello esta haciendo
Con sus naves que se avistan
El amago mas severo:
Mas á iodo atenderá,
Ninfa hermosa, el valor nuestro:
Veréis libre á Buenos Aires
Quedando vos á cubierto*
De las pocas tropas que hay
Dos partes hacer pretendo.
Para guardaros la una,
La otra para complaceros:
Y aunque en numero poco,
No dudéis el vencimiento,
Porque va en cada soldado
Una furia del Averno.
Del Fijo y de los Dragones
Irán los leones sangrientos,
Que entre sus garras, pedazos.
Harán los viles Isleños.
De las valientes Milicias
De Elandenguez y Artilleros,
Irán soldados, capaces
De atacar al mismo Infierno.
Milicias disciplinadas
Y urbanas, irán rigiendo
Los caballos que han quitado
236
EL PAKKASO ORtKNTAU
£1 mismo carro de Fébo*
Cien valientes Catalanes
Que en las lides, los primeros
Son siempre, de voluntarios
Forman un lucido cuerpo.
La valerosa Marina,
Cuyo gefe soy supremo,
Con la mayor diligencia
Forma un naval armamento,
Para que por mar y tierra
Do su furor y ardimiento,
Tiemble, no solo el Inglés,
Sino todo el mundo entero*
De estas tropas valerosas
A ser caudillo me ofrezco,
Por tener parte en la gloria
Que han de ganar sus esfuerzos.
Cabildo. — Yo, que el Ilustre Cabildo
En la ocasión represento,
Con un alma que se inflama
En vuestros propios afectos;
Ya que á tan gloriosa empresa
Asistir por mí no puedo,
Con un zelo infatigable
Concurriré a los aprestos
De todo lo necesario,
Y subscripciones abriendo,
Seré de los subscriptores
El primero, dando ejemplo,
Sin que haya dificultad
Ni obstáculo que á vencerlo
De los Padres de la Patria
EL PARWAflG ORIENTAL.
No se aplique al noble zelo.
De la Patria en las urgencias
Un Argos seré, que atento
A cualquier necesidad
Provea el socorro luego.
De los nobles ciudadanos
Con proclamas á su fuego,
Acrecentarán mis llamas
Y aumentarán mis incendios.
Cornac— El Comercio que es y ha sido
Ahora y en todos tiempos,
La base y el pedestal,
La columna, el firmamento
Del Estado, pues sustenta
(Pagando justos derechos)
Al Magistrado que juzga,
Y en la campaña ál Guerrero;
Cuantiosos donativos
Ofrece, y en suplemento
Todas cuantas sumas sean
[Necesarias al intento:
Y esto durante la guerra,
Sin que se entienda por esto,
Que á abatir al enemigo
No haya de ser el primero.
Hacend. — Nosotros los ricos hombres
Que en los campos poseemos,
Haciendas, y de aquí el nombro
De Hacendados tenemos;
Cumpliendo con la lealtad
Que al Rey y á vos os debemos,
Después de los donativos
238
EL FAHNAPO ORIENTA!**
De dinerosos ofrecemos
Cuanto las tropas precisen
Para el forzoso sustento,
Sin reservar cosa alguna
Que conduzca al fin propuesto:
Bagages, cabalgaduras,
Carruagcs, y todo aquello
Que vuestra prudencia juzgue
Por -necesario al intento.
Nuestras personas y vidas
No están de este ofrecimiento
Eaccntas, sacrificadias
En honor del Rey y vuestra
Ninfa. — Vuestras ofertas acepta
Vuestra madre, que está viendo
La lealtad mas acendrada
En vuestros heroicos pechos.
Cabildo. — Solo una dificultad
Ahora que allanar tenemos,
Pues nuestro Gobernador
Ha prestado juramento
Sobre esta Plaza, y no puede
Desampararla en efecto;
Y así impedido se halla
De conducirse al trofeo*
Comerc. — V. S. dice muy bien,
Hacend, — No tiene duda, esto es cierto.
Ninfa. — Pues *csta dificultad
Que se allano lo mas presto»
Sale un criado.
Criado.— Bella Ninfa, para hablar
EL PARNASO ORIENTAL» 239
Está un oficial pidiendo
Vuestro permiso,
Ninfa. — Decidle
Que gustosa lo concedo Váse el criado.
¿Quien será aqueste oficial? Aparte.
Sale el oficial.
Soy quien á tus plantas puesto
Benigna audiencia suplica
De tan ilustre Congreso.
Ya la: tienes, ahora esplica
de tu venida el intento*
Oficial — Pues oidrne: en breves razones
Esplicaré á lo que vengo.
Respetable asamblea, á quien el cielo
Siempre en una inmutable edad dorada,
Entre triunfos, laureles y victorias
Conserve, cuanto aquella ave de Arabia.
Un guerrero oficial soy, que sirviendo
Al Monarca Católico de España
Cuando atacó el Ingles á Buenos Aires,
Destinado me hallaba en la Ensenada.
De donde relirarme fué forzoso
Viendo la Capital avasallada :
Para ver mi familia y dulces hijos
Licencia pido, y luego me fué dada
En Buenos Aires entro, y á fé mia
Que me pesó mil veces tal entrada?
Pues vi en ella el dolor y la amargura
En el ser mas perfecto retratada.
Oficial—
JYinfa. —
240 EL PARNASO ORIENTAL.
Tan profundo silencio en toda ella
Noté, cuando bus calles paseaba,
Que hube de persuadirme que un desierto
Era ya Buenos Aires asolada.
Sus plazas y sus calles, que festivos
Algún dia sus hijos alegraban*
Ahora tal cual por ellas so veia
Que con lágrimas tiernas las regaba.
Como en bóvedas frias encerrados
Los tristes moradores en sus casas,
Por entre loa resquicios de las puertas
Sus ayes y lamentos se escuchaban.
Busca en dulce esposo algún consuelo
La consorte aflijida, y no le halla,
Pues con gemidos tristes y el silencio
Solamente contesta á sus palabras.
Busca el infante tierno en el regazo
De la madre et al hago que gozaba,
Y ella, en vez de carino, sollozando
El rostro le humedece con sus lagrimas-
Todo era confusión, terror y espanto,
Cuanto el oido y la vista registraban,
Catástrofe terrible que á mi pecho
En llamas de venganza le inflamaba.
Del Britano las fuerzas con cuidado
Examiné, y también que el pueblo estaba
De sacudir el yugo deseoso
Si vuestro valor á ello ayudaba.
Los Padres de la Patria, los primeros
Las calles y las casas visitaban,
A los tristes alivian y confortan,
Y á todos su lealtad les inspiraban*
PARNASO ORIENTAL.
241
Los leales patriotas con sigilo,
Tímidas, tal vez juntas celebran.
Esponiendo sus vidas al peligro,
Por hallar medios de salvarla Patria.
Mutuamente se animan, se consuelan :
Jamás en ellos muere la esperanza,
La lealtad y el valor la vivifican,
Cuando parecía agonizaba.
Uno medios propone aunque arriesgados,
Otro socorro busca en la campaña,
Y todos á porfía cuanto tienen
Ofrecen, y aun la vida que les cansa.
De todo así informado, con silencio
De Buenos Aires páso á esta otra banda
A proponer la idea, que he sabido
Que dejais ahora mismo concertada.
En vos Montevideo, espera ansiosa
Para lograr de un golpe su venganza
La Capital, que os pide con clamores
Le ayudéis con valor á ejecutarla.
Las fuerzas del Britano son muy cortas;
Nada tiene la empresa de arriesgada:
Yo con solo quinientos españoles
Os doy á Buenos Aires rescatada.
Con mi propia cabeza lo aseguro,
La que espondré en defensa de la Patria:
A esto solo he venido, y ofreceros
Un soldado que os sirva con su espada.
Ninfo. — ¡Oh generoso oficial!
Cuanto estimo vuestro aliento,
Y á providencia divina,
Juzgo lleguéis 6 tal tiempo.
Toé. 3 31
242 EL PARNASO ORIENTAL»
Vos seréis el General
De esto empresa, en el supuesto
Que el Gobernador no puede
Serlo por justos respetos.
Gobern. — Es la elección acertada
Y en dignísimo sugeto.
Cabildo. — Y de su valor confiamos
El mas cabnt desempeño»
Oficial — Aunque indigno soy del mando,
Por obediencia lo acepto;
Que es empezar á triunfar
Empezar á obedeceros.
Ninfa. — Este bastón, héroe invicto,
De General os entrego,
Recibidle de mi mano,
Que insignia es de vuestro empleo.
Oficial — Pues de vuestra mano viene,
La clava de Hércules creo
Que en él recibo, y en él
El triunfo seguro llevo:
Ya con esta sacra insignia
El corazón nuevo aliento
Ha sentido, Ninfa hermosa,
Con vuestro favor supremo;
Y así, sin mas dilación,
Mandad, tocad al momento
Al arma, porque me abrasa
De vuestro valor el fuego»
JSinfa. — Pues, campeones valientes,
Cruja el parche, y á su estruendo
Repitiendo al arma, al arma*
Publicad á sangre y fuego
EL PAttNASO ORiGKfAt-
24S
La guerra al vil opresor
De ta Capital, diciendo :
Viva España, España viva,
Y muera el Inglés soberbio*
Todos. — Viva Espafla, &c.
Batos vivan acompaño dos de e»t roen do m¡lrt»r Y y con «na brillante
marcha, se entran todos con orden» saludando á la Ninfo, qiw
queda sola.
JYinfa. — Cuanto la interior congoja
Que me atormentaba el pecho,
Calma, al mirar de mis hijos
Tan generosos alientos,
Corren todos á las armas,
Jóvenes, niños y viejos,
Revestidos del valor
Desu padre el dios guerrero»
¿Cómo, pues, de la victoria
Podré dudar, cuando veo
A los Godos primitivos
Retratados en sus nietos?
Calma, Buenos Aires, calma,
La pena de dolor violento,
Que presto verás triunfante
A tus plantas los Isleños . , . Cajas.
Pero cajas he escuchado,
Y que aquí llegan observo,
El General de las tropas
Y el Gobernador del pueblo.
Sale el Grbernador y el General
GoUru,— Bella Ninfo, todo pronto
244 ICL PARNASO ORIENTAL.
Está, y dispuesto e) ejército,
Ansioso ya por mareuar,
Sobre las armas k> dejo,
Ninfa. — Pues mandad que por aquí di General.
Pase, porque quiero verlo.
Goberu. — Y haced que la retaguardia
La formen los Granaderos,
Porque nuestra Ninfa vea
Su pericia en el manejo.
General — Con el mayor regocijo
Parto al punto á complaceros Váse.
Ninfa. — Gobernador, nuevo Marte
Es este AdaHd guerrero*
Gobern. — La prudencia y el valor
En equilibrio en él vemos.
Marcha brillante, ecu ]a que saldrán las tropaa comandadas por el on~
ciai secundo; pero loa Granaderos, entro quienes saldrá la ban-
dera, vendrán mandados por el General, liarán su véma lo*
Gefes á la Ninfa, y formados diapondrá el General que hagan
manejo at son de Música, y concluido descansarán sobre laa ar-
mas; repite la venía e) General á la Ninfa y Gobernador.
General — Valerosos Españoles,
Españoles, digo, y esto
Es traeros á la memoria
Triunfos que esplicar no puedo ;
Pues si ese celeste globo
De blanco papel fuera hecho,
Para escribirlos en él
Aun fuera espacio pequeño;
Aunque solo de Pelayo
Las glorias do vuestros hechos
Se empezasen, sin tocar
Elr PAR* ASO ORIENTAL»
A aquellos Godos primeros*
A la Religión y al Rey,
A la Patria y nuestros deudos,
Un ambicioso pirata
Ha uáurpado sus derechos:
Mirad si es justa la causa
Que animosos defendemos,
Y si podrá abandonarnos
Siendo justiciero el cielo.
De ser vuestro General
Puesto que la gloria tengo,
Por una causa tan justa
Vencer ó morir resuelvo,
V creyendo que á lo mismo
Y'uestro brio está resuelto,
Dos piezas de artillería
A nuestra espalda prevengo,
Que sus incendios me abrasen
O cualquiera de los nuestros,
Que un paso volviese atrás
Huyendo el fogoso encuentro.
Esto es tan solo señal
Que vencer ó morir quiero,
Pero no de desconfianza
De vuestro marcial aliento;
Pues sé que los Españoles
Jamás U cara volvieron,
A incendios, peligro*, muertes,
Ni á las furias del Averno.
También, nobles Españoles,
La humanidad os recuerdo,
Que el enemigo humillado
EL PARNASO ORIENTA tr
Pasa á ser hermano nuestro.
La moderación de España,
De la guerra en los reencuentro^
A la gloria de sus armas
Ha dado roas lucimientos,
Y con estas prevenciones,
Fuertes é invictos guerreros,
A coronarnos de triunfos
A Buenos Aires marchemos.
Hace venía a la Ninfa y Gobernador*
jYínfa. — Heroico caudillo, pues
Hoy te destinan los cié lea
A que tu cuchilla sea
La que lime el duro hierro
De la esclavitud indigna
En que a Buenos Aires venios.
Dios sea contigo, caudillo:
Arroja de nuestro sudo
Ese monstruo de ambición,
Ese Anglicano soberbio,
A ese faetón que audaz
Se atrevió á subir al cielo
Para caer despenado
A los rayos de tu acero:
A esc Hipógrifo furioso,
Que de su correr violento
Hará parar vuestro brazo
A los impulsos del freno;
Para que en elogio tuyo
Diga la fama en sus ecos.
Que del Antartico Polo
EL ¥ ARNAflO ORIENTAL.
247
Sustentaste todo el peso,
<J uando á su total ruina
Se desplomaba violento*
Y vosotros, hijos tnios,
Que hoy mostráis ai orbe entero
La lealtad mas acendrada
En vuestros heroicos pechos,
El cielo os guie y os colme
De laureles y trofeos,
Que en el templo de la Fama
Hagan vuestro nombre eterno.
Soldados, decid conmigo
En fé de agradecimiento:
Viva vuestra augusta Ninfa,
La excelsa Montevideo.
Todos. — Viva nuestra, fra.
Acompañados de cajas: algunos tiros y música á compaz de una bri-
Jtanle marcha ee van Jos ¡ropas, y á su vanguardia el Generaí,
que para ello habrá hecho la venia k la Ninfa : el Gobernador
Be vá el último, haciendo su venia.
Ninfa. — Deidades sacras, amparo
De vuestro solio supremo,
Enviad á estos campeones
E infundidles vuestro aliento.*
Marte amado, padre mió,
Mirad que son hijos vuestros
Esos soldados, que hoy
Marchan contra los Isleños:
Sol, Luna, Aurora, Planetas,
Estrellas del firmamento,
246 bi» nnv^o oriental.
Para guiar á mis hijos
Aumentad los lucimientos.
Y vosotras* avecillas
De esta Selva, vuestros ecos
Diviertan en algún modo
La congoja coa que quedo.
SEGUIDA PARTE.
Xa Ninfa en su 1ro nn como al principio del Drama : M tísica dulce y
suave, y concluida dice la Ninfo. —
Ninfa 1 , — ¡Qué récelos m* combaten!
¡Qué angustia me sobresalta!
Fluctuando el alma se vé
Entre recelo y confianza:
No he podido sosegar
Desde que de puso en marcha
El ejército por tierra,
Y ni mar ae entrego la escuadra.
De batallar todo el dia
La imaginación cansada,
EL PARNASO ORIENTAL.
Busco el descanso en el'sueño,
Y aun este alivio me falta;
Que al que con cuidados vive,
Cuando se cree que descanso,
Nuevo potro de tormentos
Le es las mas veces la cama-
Correr presuroso el tiempo
Vé. el que no espera ó aguarda,
Mas los instantes son siglos
Al que está con la esperanza.
De una duración eterna
Juzgo los dias que pasan,
Sin saber que éxito tengan
En Buenos Aires mis armas.
De que llego á la Colonia
El ejército y la escuadra
Noticia tuve, también
De la soberbia borrasca
Coa que ese fiero Neptuno
Que á la Inglaterra ampara.
Coligado con Eólo
Quiso destruirla armada;
Pero burlados quedaron
Y abatida su arrogancia,
Por el valor invencible
De la marina bizarra.
Do la Colonia he sabido
Que pasando á la otra banda
El ejército brioso
En las Conchas desembarca;
Y que al punto á Buenos Aires
Tomó intrépido la marcha.
2M
EL PARNASO ORIENTAL.
Esto tan soto he sabido,
Y mi confusión es tanta
Que á veces, como ahora mismo,
Todo el aliento me falta. Se ruhnk
jüíúeica patética que pasara á alegro.
Ninfa. — ¿Pero qué temo? ¿mis hijos
No son leones en campaña?
jNo son al fin españoles,
Cuyo nombre solo espanta?
¿Su valeroso caudillo
De Marte no retrataba
En su valor y persona
La imagen divina y sacra?
¿De un vil isleño, que siempre
No ha sido mas que un pirata,
Podrá el valor español
Tener que recelar nada?
No : mas por mi pensamiento
Otras reflexiones pasan:
En el valor de mis hijos
Bien puedo estár confiada,
Pero sé que es muy variable
La suene en los hechos de armas.
Sé que á veces el valor
Siendo la fortunu ingrata,
Un accidente imprevisto
Sin remedio lo desaira.
Mil ejemplares lo ensenan,
Y bien lo lloró la España,
i
E'. PARNASO ORIBftTAL*
251
Cuando gimió entre ios hierro*
De las gentes africanas.
Este temor del acaso,
Este horror de la inconstancia
Ue la suerte y el destino.
Me aflijen y me desmayan. Se reclina.
Música de languidéis, que s pocos compecee paan á tempestad; truenos
y relámpago*, se levaeta k Niüfe despavorida, mirando á to-
das partes*
Ninfa. — ¡Qué horror! jqué asombro! ¡qué espanto!
Valedme deidades sacras;
Parece que las esferas
Celestes se despedazan.
Sigue la tempestad.— Sale Neptuno.
JYepiuno— Esta selva es In que habita
Esa que arrogante y vana,
Contra la Divina Albion
A sus necios hijos arma.
JYinfa. — Hacia aquella parte veo
Un monstruo que por las llamas
Atraviesa, y acia mí
Dirije la voz y planta,
JYepteno — Ninfa, ¿conoces quien soy?
No lo sabrás, pues me agravias:
Te turbas? no me respondes?
Pues oye, y sabrás quien te habla»
Neptuno soy, deidad tan venerada*
Y solo de tí, Ninfo, piofanada:
252
EL PARNASO ORIENTAL»
Neptuno soy* cuyo poder encierra
Toda esta vasta mole de la tierra.
El orbe todo está por mí bloqueado,
Y á términos estrechos limitado;
De los mortales hombres no hay alguno
Que no tema las iras de Neptuno»
Y con razón, pues ya una vez airado
£1 orbe con sus aguas vio anegado;
Los montes mas soberbios, mas erguidos.
Tiemblan si á escuchar llegan mis bramidos.
Las ciudades mas fuertes, á mi amago
Se asustan, porque piensan me las trago;
Y lo deben temer, pues han sabido
Que á muchas infelices me he absorvido»
Bien alabarme puedo,
Pues hasta al mismo cielo pongo miedo;
Y sus deidades sumas
Escupidas se ven de mis espumas.
Los vapores que exhalo, hacen que Febo
Obscurezca su luz, temple su fuego;
El Tonante supremo notronára,
Si mi aliento las nubes no formara.
De ellas el rayo horrendo
Nace, con el relámpago el trueno;
Y así el poder que ostenta soberano
Júpiter, !o recibe de mi mano.
Del mar varias deidades excelentes
A mis plantas se postran reverentes;
El soberbio Occeano, el gran Neréo,
Y el PaBtor y Profeta Dios Proteo.
Entre incienso me dan adoraciones
Diosas, Ninfas, Nereidas y Tritones;
EL PARNASO ORIENTAL.
2¿3
¿Habrá, pues, de los dioses otro alguno
Que pueda compararse coa Neptuno?
Ninfa, deidad alguna no compite
Con el que es digno esposo de Anfitrite;
Tan grande es mi poder, y en paz y -en guerra
Lo empleo en protejer á la Inglaterra.
Del mar mando á su arbitrio que disponga,
Mira si podrá haber quien se le oponga;
Sus bajeles y escuadras lleva Eólo
Por mi mandato del uno al otro Polo.
No hay provincia, no hay reino, no hay re-
Que no conozca á la divina Albión; (jion
Todas pagan tributo á su grandeza
Haciendo que sea inmensa su riqueza.
Y han de ir por mi favor, sin duda alguna,
Sus naves hasta e! globo de la Luna:
¿Pues cómo, Ninfa, di, cómo te atreves
A formar pensamientos tan aleves,
Suscitando una tropa de villanos
Para arrojar los fuertes Anglicanos
De Buenos Aires, donde el poder mío
Les concedió dominio y señorío**
Altiva, sin respeto á mi grandeza,
¿Juzgas acaso lograras la empresa
Por mas que ese tu padre Marte horrendo
Tus viles hijos vaya protejiendo?
De Ofis y de Saturno hijo no fuera
Neptuno, si este agravio consintiera;
Tus hijos estarán ya derrotados
Y de su atrevimiento escarmentados.
Y tú, Ninfa atrevida,
Probarás de mi furia conocida
254
EL PARNASO ORIENTAL,
Los rigores, cuando el mar violento
Tragándote, dé al mundo un escarmiento.
Tempestad con que la Ninfa amatada ae arroja á lo* piea de Nep-
tuoo, y dice:
JW/?/a. — Soberano Dios Neptuno, . . *
Marte á la embocadura de bu bastidor de ramos, 6 gruía.
Marte, — ¿Qué haces, Ninfa, que me agravias,
Sale precipitado.
¿A los pies de un dios marino
La agarra y la levanta.
La hija de Marte postrada?
Agradece que mis iras (°A r ')
Aquí no te despedazan.
JVinfa* — Padre mió!
Murte. — ¡Qué furor!
Calla, no me hables palabra.
Y tú, caduco dios, húmedo y frió,
¿Cómo á la hija de Palas y de Marte,
A insultar en este sacro sitio,
Sin temor de mis iras vengativas
Hoy te has determinado y atrevido?
Bato ha que tus raznnes escuchando
He estado desde aquel oculto sitio,
Reprimido, hasta ver en que paraba
De tu jactancia el loco desvarío;
i
EL PARNASO ORTETÍTAL.
255
Mas viendo que esa Ninfa temerosa
Ultrajaba á tus pies «J honor mió,
Salgo, porque mi voz te signifique
La indignación c^ue el pecho ha concebido.
De tu poder te jactas arrogante,
Diciendo que ta tierra has reducido.
Sin que estenderse pueda ni ensancharse,
A términos estrechos y prefijos.
Idea loca de tu fantasía
¿No ves como en tu propio señorío
La tierra nuevas islas cada dia
Forma con que destruye tus dominios?
Si algún dia á inundarla te atreviste,
Obra fué del poder alto y divino,
Que á tu soberbia tiene aprisionada,
Por domar tu ambición con fuertes grillos:
Blazonas que á los dioses en la esfera
Escupes, cuando estás enfurecido:
¿No ves que tus furores son espumas,
Que el aquilón deshace de un soplido?
¿De Júpiter supremo el poder quieres
Usurparle, blasfemo y atrevido?
Mas no me espanto, que las humedades
Te tienen el cerebro ya podrido.
Que ninguna deidad en competencia
Igualar su poder podrá contigo,
Dices; y yo, que un dios de caracoles
Eres solo, Neptuno,te lo digo.
De amparara Albion haces empeño,
Mas como es tu poder tan reducido
En todas tus empresas quedas siempre,
Ncptuno, tan airoso y tan lucido.
256
KL PARNASO ORIENTAL,
Puerto-Rico, el Ferrol y las Canarias
Son de tu gran poder buenos testigos».
¿En que parte del orbe !a Inglaterra
Y ha mirado lustrados sus designios?
Si algún triunfo consigue, es con traiciones,
Que estas de tí,Neptuno, habrá aprendido,
Pues te muestras sereno al navegante
Para lograr su ruina en su descuido.
Esas riquezas de Albion que ensalzas.
Con robos y rapiñas ha adquirido:
¿Qué Nación en el orbe no hay quejosa
De su ambicioso, avaro piratismo?
Neptuno, de esta suerte he contestado
A tus muchas locuras y delirios;
Pero no está del todo hecha la cuenta,
Aguarda que aun me falta que deciros:
Que soy Marte no ignoras, dios guerrero,
De Júpiter y Juno hijo querido;
Que mi padre sus rayos, que Vulcano fraguas
Y que Pluton sus furias, á mi arbitrio
Me ofrecen obsequiosos, por si acaso
Para triunfar tal vez las necesito:
Que en el orbe ninguno, inmortal gloria
Sin Ja ayuda da Marte, ha conseguido:
Los Hércules, Aquiles y Antenotes,
El ser deidades deben á mi brío:
JL»03 Alejandros, Cides, Vinatos,
Césares, Scipiones, é infinitos,
Cuyo nombre inmortal y cuya fama
Correrá la carrera do los siglos,
10 sus empresas
ÍX ?*RNASO ORIENTAL.
257
¿Por quien sino por Marte valeroso,
Tanta gloria en el orbe han adquirido?
¿Qué Nación, á quien Marte se ha inclinado,
A las demás del orbe no ha abatido?
Pues, Neptuno caduco é insensato,
Si son los Españoles hijos roios,
Si sabes que en el globo las Naciones
EJ nombre do español solo han temido,
(No digo avasallarlos) ¡qué locura!
Pero ni aun en amago resistirlos:
¿Podrá nunca la triste Inglaterra,
De quien he sido siempre yo enemigo?
Corre, Neptuno, corre presuroso,
A Buenos Aires, donde átus amigos
Habrán ya hecho pedazos, y abrasado
Las furias que he mandado del Cocíto.
Anda, ves, dale ayuda á los ingleses,
Contra Megera Alecto y sus ministros,
A quienes he encargado presurosas
Fuesen á tu pesar á destruirlos.
Y tu, Ninfa, no temas amenazas
De quien no ha de cumplir lo prometido;
Y siempre ten presente en la memoria
Que eres hija de Marte esclarecido,
Y tú, Neptuno íatuo, dios de conchas,
Que á Júpiter ultrajas, y atrevido
Mi sagrado respeto profanando,
En esta Selva te has introducido
A insultar á esta Ninfa, que es en ella
El objeto é imán de mis cariños;
Agradece no clave ahora en tu pecho
Esta lanza cruel y vengativo:
9
EL FABNA80 ORIENTAL*
Y te advierto también, que si presumes
En venganza de todo lo que has oido,
Contra alguna española navecilla
E! tridente mover, su agravio es mió:
Y te juro por todas las deidades,
El dejarte en tu abismo confundido,
Hechando sobre lí de un golpe solo
Valles, selvas, peñascos, montes, riscos,
Vesubios, Etnas, llamas, Mongibelos,
Y todos los incendios del Avismo,
Que chupen y consuman gota á gota
El humor de tu imperio cristalino.
JVepluno — Marte dios sangriento, horrendo y feo,
No como tus voces he sufrido;
Pero ya mi venganza se prepara:
Te juro por el sacro lago Estigio,
Que en amparo y favor de Inglaterra
He de abortar asombros y prodigios:
Las escuadras y naves españolas
Ha de sorber el mar en sus abismos.
Marte — Antea que tú lo logres, en mis brazos
Has de rendir la vida al furor mió.
abraza con él, y entre ruido de tempestad se hunden por el esco^
tilJon ose váp por entre ios ramos 6 gruta: queda sota Ja Ainf
asombrada, y finalizada ta tempestad, dice:
Jfínfa* — ¡Qué espanto! ¡qué confusión!
¡Cuantas cosas por mí pasan,
En que ácada paso encuentra
Nuevas zozobras el alma!
¡De los dioses la contienda
fcL PARNASO 0¡HE2tr¿l»
2¿9
Me tiene absorta y pasmada!
¡Ah Inglaterra! hasta el ciclo
Tuj intrigas traen en armas;
Pero si mi padre Marte
Hoy contra tí se declara,
JEn vano serán, Albion,
Tus insidias y acechanzas.
Mas vuelva mi reflexión
A la contienda pasada
De los dioses, que por ella
Se alientan mis esperanzas:
M¡ padre dijo a Neptuno
Que á estas horas, destrozadas
Estarían ya las tropas
De la ambiciosa Bretaña;
Pues á este efecto las furias
Alecto y la cruel Megera,
Con sus ministros, mis hijos.
Tenia comisionadas»
iPuéa qué dudo? ya segura
Alienta, corazón mió,
Y un breve rato descansa» al tronv.
Marica dulce ínter i o h c\i*l efile pur el escotillón ia Ninfa 2, * vestid*
da gala y con curo tía.
Jiinfa 2, — Con cuanta complacencia
Vuelvo á este sitio, donde mi dolencia
El remedio á sus males
Halló en pechos tan nobles y léale?.
!260
ZL PARNA50 ORIENTAL.
Salve, Selva florida,
A donde entrando muerta hallé la vida,
Salve, y en trinos suaves
Te saluden fas canoras aves*
Dígante siempre amores
Las calandrias, gilgueros, ruiseñores;
Y tus fragantes flores
El cierzo nunca ofenda á tus verdores.
Como a la rosa y candida azucena
El aquilón no pueda darles pena.
Y tú, prenda querida,
Que pn brazos de Morfeo estás rendida,
Despierta, Ninfa hermosa,
A abrazar á tu madre victoriosa.
Ninfa 1. — ¡Ciclos santos! ¡son sueños! ¡desvarios?
jísuslaJí
Madre amada! Se abrasan.
Ninfa 2, — Prenda del corazón idolatrada!
Abrazadas un corto instante. Música dulce y corla*
Ninfa 1. — Amada madre, que triunfante os veo,
Es tal mi gozo, que aun no bien lo creo.
Ninfa 2. — Sí, y gracias vengo á darte,
Hija ínclita de Palas y de Marte.
Esa Albion rendida
A mis plañías, se muestra ya abatida:
Sus orgullosas tropas prisioneras,
Y hechas tapetes mios sus banderas*
Su caudillo, que leyes me imponía,
Hoy postrado recibe ya la mía:
EL PAItKAftO ORIK&TAL.
2bl
Esta vicisitud, esta inconstancia,
Cuanto arguye del hombre Ja ignorancia,
Cuando tan satisfecho se gloría
De un bien que acabar puede con el día;
Pues aquel q 1 ha hecho el lleno en la fortuna,
Ha de menguar al fin como la Luna»
Corre el Sol refulgente eu carrera,
Hasta el zenit ó centro de la esfera;
iVlds de allí se despeña p largo paso
A sepultar su luz en el ocaso.
Esto á la insana Albion te ha sucedido,
Ayer me dominó, y hoy la he vencido:
Sobre sus ruinas miserables veo
Fundado todo el plan de mi deseo.
La Religión triunfante
Y el Católico Cárlos dominante:
Tu madre á su grandeza restaurada,
Y de muchas victorias cotonada:
Libres mis dulces hijos,
Colmados de placer y regocijos.
Buenos Aires vengada
Queda, con tanta sangre derramada
Del Britano, que con nobles brios,
Batieron vuestros hijos y los rnios:
¡Oh hermanos venturosos
Cuyos nombres serán siempre gloriosos.
¿Qué gracias podré darte suficientes
A tí y á esos tu9 hijos excelentes?
A ellos y á tí, los dioses de victorias
Coronen, y la Fama de sus glorias
La pregonera sea
Donde alcanze á lucir la luz febea.
262
EL PARNASO ORIENTAL,
Las Naciones admiren su heroísmo*
Su lealtad, su valor y patriotismos
Pronuncie con dolor la Gran Bretaña
Sus nombres, y con gloria nuestra España*
Temple en tu honor, ó fiel Montevideo,
La cítara dorada el dulce Orfeo,
A cuyo son, las Ninfas del Parnaso
Te aplaudan del Oriente hasta el Ocaso.
Mientras mi pecho amante enternecido
Con lágrimas se ostenta agradecido:
Lágrimas de placer con que, hija mía r
Por los ojos so asoma mi alegría;
Y lágrimas, en fin. con que elocuente
Mi gratitud te ofrezco eternamente.
Ninfa I. — Entre estremos opuestos
Del amor y ternura,
Siente mi corazón
Batalla dura»
Madre mia, ay de mí!
¡Deliquios tiernos!
Madre amada, ay de mí !
Yo desfallezco- " Se desmaya.
Música dulce, ¡uterín la cual se desenareco por el escotillón la tegün
Ninfa, vuelva la primera eo eí, y dice:
Ninfa J. — Amada madre. * ♦ .¡mas donde!
Como la ocasión pasada
Se ausento de mi presencia!
¡Oh cuan momentáneos andan
Pe esta vida los placeres!
Poco las dichas aguardan;
Sombras son tan solamente,
E", PARNASO ORIENTAL*
263
Y como sombras se pasan:
¡Oh que dulce fué el instante
Que las vocea escuchaba,
De aquella querida madre
A quien perdida lloraba!
Pero aunque faltó á mi vista
Yo me siento consolada,
Pues ya sé que libre vive
Y en sus glorias restaurada,
¡Por el valor de mis hijos
Ya Buenos Aires vengada!
Clamar con gozo podemos.
Dentro ciaría y voces : —
Victoria para nuestras armas.
Ninfa 1. — Repetidlo muchas veces
Para recreo del alma.
Tocan marcha militar» y salen el Gobernador con una carta en la mano,
y eJ oficial conductor con botas y espuelas.
Ninfa 1. — ¿Gobernador, qué hay de nuevo?
Gobernad. — Efectos son de esta carta,
La voz de) pueblo lo ha dicho.
Ninfa. — Leed la t pues: anticipada dp.
Tenia yo la noticia-
Gobernad. — Ahora de dármela acaba
Este oficial; dice así:
Gob. Uc— Muy Señor mió ; Son las 12 del día, y
264 EL ORIENTAD
en esta hora doy á V- la plausible noticia d
haber logrado nuestras armas una complet
victoria contra los Ingleses. El como, lo man
festará á V. S. el oficial dador de esta, que c
uno de los personagcs que mas han contribuid
á la acción. La brevedad no da lugar á ma-
Dios guarde á V- S. muchos años,
Ninfa. — ¡Qué regocijo! ¡qué gozo
¿1 alma tengo anegada
Con la dulce complacencia
Que esta noticia me causa.
Gobernador, al instante
Mandad hacer una salva,
Y el pueblo repita á voces,
Viva nuestra augusta España.
Gobcrn. Presto estaréis complacida.
Que ya el pueblo ansioso aguarda.
Hijos, vuestra complacencia {Jil bastidor
Mostrad con una descarga,
Y decid regocijados:
Viva nuestra augusta España*
Ocupa la Ninfa el trono, se repite dentro el viva, aumentando vira,
a Buenos Aires y á Montevideo, descarga de fusi/e*-;
concluido esto con u i>a brillante rs archa de orquesta y música
militar, salen lo mej ir ordenado quesea posible el Cabildo,
Comercio. Hacendados* y los que estuvieren de oficiales.
Ninfa. — Mi cariño, dulces hijos,
Que tan tiernamente os ama,
Siempre con vuestra presencia
£o consuela y se regala;
et- parnaso orjentaIj»
265
Pero en la ocasión presente
Me es vuestra vista tan grata,
Cuanto es á la mariposa
Amable, la hermosa llama
A quien en torno festeja,
Hasta que en ella se abrasa;
Cuanto es á la bella flor
Deleitable y apreciada
La hermosa vista del Sol
Después déla noche larga;
Cuanto al navegante alegra
Una apacible bonanza.
Después del horror y sustos
De una terrible borrasca;
Cuanto á la tórtola amante
Que en el bosque se quejaba
Deleitable, la presencia
Del consorte á quien llamaba;
Y cuanto á un amante tierno,
Después de una ausencia amarga,
Le regocijan los brazos
De la prenda que idolatra :
De las plausibles victorias
Con que hoy mi alma se regala,
Sois, ¡oh dulces hijos mios!
Primera eficiente causa.
^Cómo podré, pues, miraros
Sino con las mismas ansias
Que mira la mariposa
A la refulgente llama,
Que la flor al sol hermoso,
Y que el nauta á la bonanza,
266
EL fAJUf AJO OMRJfTAL*
Que la tórtola al consorte
Y que el amante á su amada?
Excelso Gobernador,
Senado de inmortal lama,
Esclarecido Comercio,
Hacendados, firme basa {
De la lealtad y la fe,
Habéis tricnfado ; mas falta
Para mayor regocijo
El que sepáis cnanto pasa:
Que por esto vuestra vista
Me es ahora tan apreciada.
Valiente Adalid guerrero
Dadnos la noticia exacta
De todo Jo sucedido.
Oficial — Ya obedezco io que mandas-
poema.
La triste Buenos Aires, que gimiendo
Su duro cautiverio, se lamenta;
El socorro que le vá, sabiendo,
Su valor y nobleza antigua alienta:
De secreto se alarma, previniendo
La mas justa venganza de su afrenta:
Siempre fiel, siempre leal, y esclarecida
Fué nuestra Capital, aunque oprimida.
De patriotas valientes y leales
Se hace una agregación, y prontamente
A unirse á nuestro ejército en sus reales
Activa se destaca y diligente:
EL PARNASO ORIENTAL.
167
Los vecinos pudiente*, pus caudales
Prodigan á favor del indigente;
Obra allí el patriotismo cuanto puede»
Y en algún modo a lo posible excede.
De todo el Anglo la noticia tiene,
Y activo y vigilante en bus funcione*!
Con la mayor presteza se previene
Tomando las debidas precauciones:
Los puestos fortifica y los sostiene.
Abocando á la calle sus cañones,
De artillería el fuerte guarnecida
Un Espin parecía embravecido.
De soldados valientes y aguerridos
Refuerzo á Berrerford Popham envía.
Los que hechos á vencer, jauias vencido*,
Con ansia esperan del ataque el día:
Nuestro ejército en tanto, á los egidos
De aquella Capital, llegado habí*,
Y acampados allí los escuadrones
Se dá principio á las operaciones.
Nuestro ínclito caudillo, luego pasa
Un oficio, en que al Anglo vá intimando
La entrega y rendición de aqueHa PUim,
Que gimiendo cautiva, está á su mando:
Bcrresford animoso lo rechaza
Con otro oficio, en el que contestando
Dice la sostendrá como es debido,
Hasta versea cenizas reducido.
El Gedeon francés, ó nvejar Marte,
La respuesta briosa habiendo oído,
Al arma toca, y cnal rayo parte
De su terrible ejército seguido:
268 EL PAftÜlM OMtiNTAI»
Un trozo de enemigos, tiene parte,
Que en el Retiro está fortalecido;
Llega allí con sus tropas y severo
Empieza Marte á ensangrentar su acero.
Suena el clarín, herido el parche gime,
Volcanes lanzan las volantes piezas,
Y del incendio que el cañón esprime,
Fueron los enemigos las pavezass
Fuerte e! brazo español lo espada esgrime.
Segando de los Anglos las cabezas*
Su intrepidez faé tal, que no supieron
Si primero atacaron ó vencieron,
A Bcrresford el tiroteo avisa
El riesgo de los suyos inminente,
Y con planta veloz» nada remisa,
Con quinientos soldados, diligente
Marcha aJ Retiro, mas no bien lo pisa
Cuando el estrago mira de su gente:
Nuestra bien dirijída artillería
En trozos los Brítanos dividía.
Ministra activa de la Parca fiera,
Las fraguas de Vulcano gobernando,
HUo Megera que el Inglés huyera,
Sus tropas á balazos destrozando:
Nuestro ejercito ardiente los siguiera
Pues por ir á su alcance está clamando,
Pero prudente el Gefe les previene
Que el dia espira y que la noche viene.
Los valientes Miñones repartidos ]
En pequeñas patrullas eeabanzaban,
No escapando do ser muertoB ó herido*
Todos cuantos Ingleses encontraban;
It PARHASO ORIENTAL» 269
Y anhelando por verlos destruidos
Los piquetes de guardias asaltaban:
Su intrepidéz, furor y valentía
Apresura el ataque al otro dra.
De Agosto el dia doce se contaba,
Cuando á las diez del dicho fué avisado
Nuestro Gefe, que el ingles se hallaba
De los fuertes Miñones atacado:
Previene el riesgo en que esta tropa estaba,
Y 4 sostenerla marcha apresurado,
La acción furioso todo el campo apoya,
Aquí empezó ta lid, aquí fué Troya.
Nuestro ejército en trozos dividido,
Por varias calles el ataque emprende.
En las que el Anglo está fortalecido
Con el cañón y obuz que le defiende;
Por cuyas bocas Marte enfurecido
La tierra abrasa y la esfera enciende:
La metralla y las balas que ílovian,
Tem pestad de granizos parecían.
Los fuelles Españoles, animosos
Por entre los volcanes se arrojaban,
Y por acometer mna presurosos,
Con las manos )as balas apartaban:
A los tristes Brítanoe hacen trozos,
Y aun solo con mirarlos los mataban:
Un Hércules Tebáno en este dia
Aun el menor soldado parecía.
El pueblo se entusiasma de tal suerte
Que á Esparta misma juzgo admiraría,
Al ver como entre el fuego, horror y muerte
El mas tierno rapaz se introducía:'
270
EL PARNASO ORIENTAL*
Mejor Tal es tria animosa y fuerte
Furiosa peleando, allí vería; -
Vería esta Tortísima Amazona,
Causando envidia á Palas y Belona,
Las furias arrojadas del Averno
Por las calles giraban este dia,
Y Aqueront en su barca acia el infierno
A montón los Britanos conducía:
Buenos Aires, el caos sempiterno
Entre el fuego y el humo parecía;
Toda la confusión de Babilonia
Cifró este dia en sí nuestra Colonia.
Cabezas por el sueio van rodando,
Brazos, piernas sin rjueño, y sin sentidos,
Y de otros las entrañas palpitando
Pálido el rostro, el gesto amortecido:
Ya del soberbio Anglicano bando
Rio de sangre corre, en que tenido
El suelo, transmutado se vé allí,
De obscuro en escarlata y carmesí.
De los Leones de España perseguidos
Los Anglos, á la Plaza se acogieron,
A donde del canon favorecidos
Los esfuerzos exprimieron;
Los terrados ocupan, y escondidos
Vencer por emboscada presumieron,
Pero muertos, heridos, destrozados,
Quedaron en sus ruinas emboscados.
Nunca tan vivos rayos fabrico
Para batir airado á los Gigantes,
Aquel herrero sórdido que obró
Armas íí su entenado Radiantes:
EL PAMASO ORTKNTAL. 271
Ni jamás e! Tonante así arrojó
Relámpagos y rayos fulminantes,
Como arroja el Inglés sobre el Hispano,
Derramando las ollas de Vulcano.
Aquí fué de la lid lo mas sangriento,
Aquí, donde la Parca suguadafia
Cansada ya de herir y sin aliento,
Para poder matar la entregó á España:
El mismo Marte que lo mira atento
Temió del Español la furia y saña:
Teme ol Inglés, y teme de tal suerte,
Que la lid deja, y parte huyendo al Fuerte.
Cual tigres de la Hircania embravecidos
Los nuestros, los Brítanos van siguiendo,
Y á balazos y golpes repetidos
Los van entre los muros escondiendo;
En el Fuerte se encierran aturdidos,
Con la blanca bandera seña haciendo;
Pero ol bravo Español no la entendía
Y al asalto foroz arremetía.
Aquel que bebió tanta agua de Aonia,
Sobre quien traen contienda peregrina
Entre sí, Smirna, Rodas, Colofonia,
Aténas, Yos, Argo y Sal amina;
El otro que esclarece á toda Ausonia,
A cuya voz altísona y divina
Mincio con blando sueño se adormece,
Pero el Tíber soberbio se embrabecc.
Alaben, canten, digan siempre estremo5
De esos sus seini-dioses fabulosos,
Fingiendo Magas, Círes, Polifemos,
Encantos y hechos de armas prodigiosos;
272 EL PARNASO ORIENTAL.
Que acá en el Argentino cantaremos
De héroeB mas admirables y gloriosos
Acciones, con que dejan confundidos
A esos dioses soñados y fingidos.
El caudillo Español al Anglo advierte
Quee entregarse á discreción rendido,
Para evadir el golpe de la muerte,
Debe tomar, como único partido:
Berresford se conforma con la suerte,
Y da todas las muestras de rendido:
Su espada rinde, y con mortal conflicto
Arbola el pabellou de España invicto.
Nuestro ejército mira ya flameando
Su bandera brillante victoriosa,
Y á su vista el furor se vá templando
De aquella tropa brava y belicosa;
Ya nuestra Capital se vé triunfando,
Ya muestra alegre faz bella y hermosa;
Ya el Anglo altivo queda escarmentado,
Triste, abatido, preso y humillado.
Esto es lo que ha pasado puntualmente,
Y tan solo me resta ya que os diga,
Que en el pueblo se escucha solamente
Entre una aclamación la mas festiva : —
Viva España triunfante, viva, viva.
Todos dentro y fuera con cejis.
Viva España triunfante, viva, viva.
Et PAIINASO ORIENTAL.
273
A estas voces salen el resto de Pueblo, todos cuantos se pueda, hom-
bree y muge res*
Ninfa* — Buenos Aires ilustre esclarecida,
El parabién os doy de una victoria,
Que en mármoles y bronces esculpida
Hará eterno tu nombre y tu memoria:
Tanta anglicana sangre en tí vertida,
Inmortal monumento es de tu gloria,
Eila hablará, y su lenguage horrible
Os hará respetable y aun temible,
Gober. — Y vos, Montevideo, cuyo nombre,
La fama anunciará con voz sonora,
Dándoos por todo el mundo alto renombre,
De muy fiel y reconquistadora:
¿Quien habrá que al mirarte no se asombre?
Pues si á considerarte se demora,
Verá en tí la lealtad mas acendrada,
Y á nuestra Capital por tí vengada.
Ninfa. — Inclito Gobernador,
Cuyo nombre, cuya fama
Se eternizará en el orbe
En bronce y mármol grabada:
Vos cual, secundo Moisés,
Al pueblo aflijidp salvas,
Pues tu valor y prudencia
Fueron las primeras causas
Para lograr tan gran triunfo,
Victoria tan señalada;
Por la quo llena de júbilo
No sé como daros gracias.
Cabillo — Bella Niufa, de estas selvas
TOM. ¡J
274 EL PARNASO ORIENTAL.
Dulcísima Patria amada?
Hoy el Ilustre Cabildo
Que tu persona sagrada
Representa, el regocijo
Que á su lealtad siempre cara
Le causa este triunfo excelso
De tus victoriosas armas,
Lo espresa cuando dispone
Con fiestas y luminarias
Celebrar todos Jos años
La gloria que así os ensalza,
De la cual el parabién
Recibid, Ninfa gallarda,
Con los mas vivos afectos
De la lealtad mas preclara.
Ninfa. — Cabildo Ilustre, á quien unen
Las deidades soberanas,
Prudencia, sabiduría,
Justicia, lealtad, constancia,
Valor, y cuantas virtudes
En otros desparramadas
Del heroísmo de la cumbre
Sin mérito las levantan;
Vuestro parabién acepto:
Y que os lo devuelva manda
La justicia, por la parte
Que vuestro celo, eficacia,
Influjo y actividad
Han tenido en esta causa;
Y así el mismo que me dais,
Os devuelvo con el alma»
Comerc. — Excelsa Montevideo,
EV PARNASO ORIENTAL.
275
El Comercio á vuestras plantas
Llega, inflamado de gozo,
Propio en la lealtad'de España:.
A tributaros rendidos
Plácemes, de que tus armas
Hayan postrado triunfantes
A la soberbia Anglicana:
Coronadas vuestras sienes
De triunfos, la Gran Bretaña
Vea siempre, y por tu esfuerzo,
Humillada su arrogancia.
jVtnja.- — Ilustre Comercio, en quien
Tiene el Dios de las batallas
Para triunfar, en sus brazos
Sus armas depositadas;
Pues bi diestra del Comercio
Así triunfa con la espada,
Como cuando con su izquierda
Sus riquezas desparrama,
Siendo estas las que al soldado
Sustentan en la campaña,
Como la experiencia hoy mismo
Con gloria vuestra lo aclara:
Vuestros plácemes recibo,
Mas vuelvan al mar las aguas,
Supuesto que al mar !e deben
El ser que ostentan ufanas.
Haccnd. — Los Hacendados tus hijos,
Dulce y tierna Patria amada,
Con lagrimas dfe contento,
Los afectos que le infirman,
De gratitud, de placer,
276
EL PARNASO ORIENTAL.
¿Cómo han de esplicar, pues faltan
Que el gozo tiene embargada?
Y así es fuerza que conmigo
Vuestros demás hijos, hagan
A vuestros triunfos gloriosos
Entre sus vivas la salva :
La invicta Montevideo
Viva triunfante y ufana.
Todos repiten con cajns.
Ninfa. — Hacendados generosos,
En quienes el Rey, la Patria,
La Religión y el Estado,
Siempre epilogados se hallan
Liberalidad, valor,
Lealtad y fé pura y clara;
Vuestras mis victorias son:
¿No sois mis hijos? pues basta.
Hijos de Montevideo,
Con todos mis voces hnblnn:
Vuestras son aquestas glorias,
Vuestras son victorias tanta?,
Vuestro el Justísimo elogio
Con que ha de decir la fama
Por la redondez del orbe,
Que á Buenos Aires vengada
Dejasteis, manifestando
La lealtad mas acendrada.
EL PAKNASO ORIENTAL.
277
Raido de tempestad, y entre relámpagos y truéaos, spca como á
pura fuerza Mane á Neptunr», lo arroji con furia en el suelo,
le pone el pié encima y le apunta la lanaa al pecho.
Ninfa. — ¡Nueva confusión es esta!
Todos. — ¡Qué horror!
Marte. — Júpiter ordena
En aquesta misma selva,
Donde tu arrogancia vana
Prorrumpió en tantas blasfemias
Contra todas fas deidades
Que en esas esferas reinan:
Manda que f\ mis plantas puesto
Neptuno, testigo seas
Del regocijo con que hoy
Mis Españoles celebran
Sus victorias y sus triunfos,
Contra esa Nación proterva,
Contra esos viles Isleños,
De quien tutelar te ostentas:
Míralos ya destruidos,
Sin que tu favor Jes pueda
Ni remediar sus quebrantos.
Ni dar alivio á sus penas:
Mira con despecho tuyo
Y con horror de su afrenta.
Esas tropas veteranas
Arrolladas, prisioneras
De unas tropas despreciada?
De tu arrogancia y soberbia;
Mira, en fin, á tu despecho
Como el fuerte Marte venga
278 EL FAlUTáSO ORIENTAL*
Las injurias que te hacen,
A quien su poder proteja.
JVeptuno — La envidia, el furor, la rabia
Me atormentan, sin que pueda
De este tirano opresor
Contrarrestar la violencia.
Marte. — ¿Pero para que te oprimo?
Levanta; y á la Inglaterra
Comunícale tu agravio
Dile que á vengarlo vuelva*
Que la fiel Montevideo
Y Buenos Aires, espera»
Con ansia que sus escuadras
Segunda vez acometan;
Para que con nuevos triunfos
Coronadas sus cabezas
De laureles, en sus manos
Nuevas palmas reverdezcan*
Hijos de Marte, gloriosos
De serlo, habéis dado pruebas^
H aciendo flamear laureadas
Las españolas banderas;
Pues decid triunfantes héroes,
De tanta alegría en muestras :
Vivan las dos mas ilustres
Ciudades de nuestra América.
Repiten todo?, y enjae.
Vivan, &a.
Fin del Drama.
EL PARNASO ORIENTAL.
279
CANCION
DE DESPEDIDA DEL REGIMIENTO WUM. 9 r EN BD PARTIDA AL PERU,
En el año de 1614.
Por el Presbítero Don Juan Francisco Martínez. *
(Hijo de Moote video.)
£1 Regimiento nueve,
Digno de eterno honor,
A ganar nuevos triunfos,
Al Perú marcha hoy;
Y de tí, Buenos Aires,
Cou aquesta canción
Se despide diciendo:
Buenos Aires, á Dios.
Coro.
jA la guerra, á la guerra, soldados!
Muera el usurpador,
Viva América libre,
Triunfe nuestro valor,
* Capellán del Regimiento 9 al que acompaño en bu eepedicion
al Perú en el aii o citatlo. Este legimiento en bu totalidad era co|m-
pueeto de Oriéntale* y fue uno de loe que maa £6 distinguieron en
esa gloriosa campáña. (Nota del Editor.)
280 EL PARNASO ORIENTAL.
La piedra angular eres
En que se cimentó
La libertad dichosa
De una infame opresión:
Columna estable y fuerte
Que firme sostiene hoy
Al soberbio edificio
De nuestra redención.
Coro,
A Dios ciudad gloriosa
Del orbe admiración,
Centro, compendio y cifra
Del honor y el valor:
No olvides estos hijos
Que se apartan de vos,
Para con nuevas palmas
Aumentar tu esplendor*
Coro.
Recuerda la constancia,
Y aquel bélico ardor
Conque Monte vidéo,
Sitiándolo nos vio
Hasta rendir gloriosos
La terca obstinación,
Que sus soberbios muros
Daba á el godo feroz.
Coro.
EL rAItNASO ORIENTAL»
Recuerda que valientes
Jamás nos aterró
La desnudéz, miseria
Ni el fuego del cañón;*
Que solo nuestros pechos
Muro de oposición
Fueron siempre á las balas
Del godo usurpador.
Coro.
Recuerda cuantos triunfos
Con inmortal blazon,
El regimiento nuevo
A tus plantas rindió:
¿Las Piedras, San José,
Y el Cerritono son
Monumentos eternos
De nuestra fé y valor?
Coro.
Recuerda que de Marte
Hijos valientes son
Los bravos Orientales
Que hoy marchan á tu voz:
Con tan dulces recuerdos
No puedes dudar, no,
Te ofrezcan nuevos triunfos
Quien tantos ya te dio.
Coro.
282 EL PARNASO OílIENTAL»
Puesto el Perú á tus plantas
Veras por el valor
Del regimiento nueve
Que hoy te jura ante Dios
Que á morir ó vencer
Van con paso veloz:
A rendir los tiranos,
O acabar con honor.
Coro,
Ninfas del Argentino,
Cuyo hermoso primor
Avasalla y cautiva
Al mismo dios de amor,
El nono regimiento
Con pena y co n dolor
De vosotras se aparta ;
A Dios, Ninfas, á Dios
Coro.
De Belona y Diana
Nadie duda que sois,
Belfísimas porteíías,
Gloriosa emulación;
Pues en vosotras se une
Con rara admiración
Discreción, hermosura.
Gracia, garbo y valor.
Coro.
EL PARNASO ORIENTAL.
283
¡O dura ley de ausencia!
¡O cruel separación
I)e objetos tan amables!
A Dios, ninfas, á Dios;
A Dios, que á triunfos vamos
Y á ganar con honor
Palmas que á vuestras plantas
Rindan nuestro valor.
■*
Coro.
Al arma, pues, soldados;
Repita nuestra voz:
¡Viva America libre!
¡Viva la dulce unión!
¡Y viva Buenos Aires!
A quien decimos hoy
Entre tiernos deliquios:
Buenos Aires, ¡á Dios!
284 EL fARNASO ORIENTAL.
A LOS
SIETE DOLORES DE LA VWGEJV.
@
ENDECHAS INEDITAS
Por D. Francisco A* de Figueroj**
Coro
Salve triste viuda,
Salve tierna Madre,
De los aflijidos
Dulce vida y salve,
Al primer DQl*OR t
(La Profecía de San Simeón )
Del Santo Profeta
La espada anunciada
Ya, ó Madre angustiada.
Te hirió el corazón.
Cual triste paloma
Do quier dolorida,
Llevas en la herida
Clavado el harpón.
Coro.
Salve triste viucfa,
EL PARNASO ORIENTAL» 285
Al segundo dolor,
(La fuga al Egipto.)
De Herodes huyendo
Con ta hijo inocente»
Sufriste doliente
Penuria fatal ;
Tu seno amoroso
Le abriga y tu aliento,
Mas cada lamento
Te clava un puñal.
Coro.
Salve triste viuda, lea*
Al tercer dolor,
(Buscando al nifio perdido.)
Con triste congoja
Buscabas perdido
Al niño querido
Tu amparo y tu bien :
Tres dias el cielo
Te vio en agonías,
Y el cáliz tres dias
Bebiste también.
Coro,
Salve iriste viuda, frer.
286 EL PARNASO ORIENTAL»
Al coarto dolor,
i Encontrando & Jeeua en la calle de Ja amargura.)
Llegado ya el tiempo
Que un Dios padeciera,
Con ansia mas fiera
Buscaste á Jesús :
Mas a y, que le encuentras,
&Oh agudo tormento!
erido y sangriento
Cargando la Cruz.
Coro,
Salve triste viuda,
Al quinto dolor,
(Viendo espirar á au hijo en la Cruz )
Que inmenso martirio
Sufriste María,
Cuando en su agonía
Miraste á tu amor :
Al pié del madero
Su sangre recibes,
El muere, y tu vives
Para mas dolor.
Coro.
Salve triste viuda. Sea.
E'. PARNASO ORIENTAL.
287
Al sexto dolor,
(Recibiendo muerto 6 Jeeua en sub brazos,)
O tórtola triste
Que huérfana lloras,
Ya al hijo que adoras
Sin vida le vés :
Su sangre y tu llanto
Le bañan las sienes,
Ay! que ya le tienes
Por la última vez!!
Coro.
Salve tmte viuda, fra,
Al 8EPTIMO Y ULTIMO DOLOR,
CA] dejar eepetitado á su SantÍBÍrao Hijo.)
Ya entre sombras yace
Tu sol eclipsado,
Ya le han sepultado,
¡Oh lance cruél!
Al mármol te abrazas
Llorando aflijida,
Pues tu alma y tu vida
Sepultan con él.
Coro.
Salve triste viuda,
Salve tierna Madre,
IrTTTO
288
EL PARNASO ORIENTAL.
EPITAFIO
EN LA SEPULTURA DE UN AMIGO.
Por D. Francisco A. de Figueroa.
DECIMA INEDITA.
Aquí en funérea mansión,
O Alen, tu ceniza cara
Benigno cubre y ampara
El signo de redención ;
Tu amigo aquí en aflicción
Llora, gime y no le oirás!
La Parca le ha herido mas
Aunque en tí el estrago ha hecho,
Pues él ya murió en tu pecho,
Y tú en su aliña vivo estás»
EL TABNASO ORIENTAL.
VERSO EN PORTUGUES.
lurei sobre a pira ardente
Jidorarlc, e firme ser.
GLOSA
Por D. Francisco A. efe Figueroa,
á petición de un amigo,
INEDITA.
*
garíaniaha, cu reverente
Absorto em tua formosura
íwespeito, amor, c ternura
*-<iirei sobre apira ardente;
¡>s prissoens que o peito senté
2ao as pertendo romper;
♦ingrata bem podes ser,
2ada temo pois amante
¡He minha gloría incesante
>dorarte^ e firme ser.
290
EL PARNASO O R IENTA L*
Eu vi hum retrato ideal
Das virtudes e o teu trato
Me diz que tu hes do retrato
O perfeito original ;
Por hum destino fatal
Teu peito me nao consente,
Mas eu fiel e permanente
Até o deadém te agradesso
Que amar aínda o teu clespresso
Iurei sobre a pira ardente*
Da Salamandra os autores
Cóntaon que vive no fogo,
Eu vivendo em tanto afo£0
Sou Salamandra de amores;
Prosegue nos teus rigores,
Gosta de me ver morrer,
Poís nao tendo tu o poder
De extinguir esta paixáon
Tcrei por consolassaoa
Adorarte^ e firme ser.
9amf
Lávraon na rocha constante
As agoas do mar chocando,
Nao posso eu lavrar chorando
Esse peito de diamante ;
EL PARNASO OR1EKTAL.
291
Forsa lié que delirante
De ilussoens me contento
Que ñas saudades me alenlc,
Que me imagine ditoso,
E que cumpra o que amorosa
íurei sobre a pira ardcnlc*
m
Como fica murcha a flor
A quem o sol nao assiste,
Assim murcha o pcito triste
Faltándome o teu amor;
Mas se do fado o rigor
Excige o meu padecer,
A hum fantástico dever
Sacrifícame tirana,
Com tanto eu possa, Mariana,
Adorarte, c firme ser.
292
EL PARNASO ORIENTAL*
un mal Cirujano que paso en su puerta (en el Janeiro) eete letrero—
JV+deJV* — Cirurjiaon mor.
Por D. Francisca A. de Figueroa-
INEJJITO.
Oh Cirurjiaon das duzias ! * oh macaco!
Depois de teres tanta yente morta
Teu officio e teu nome póens na porta
¡Isto so foi consclho do Déos Baco!
Naon fassas gestos porque assim te ataco,
Que bem pouco toa colera me importa
Cuando indignado o publico te exhorta
A naon seres brayeiro> ncm belhaco-
Passa fora impostor; pois tenho indicio
Que a hipocratica gente se desdoura
De seres taon patífe em teu officio ;
E porque nesta idade, e na vindoura
Te conhessaon melhor no frontispicio
Manda pintar. , . ,a Parca cü a tissoura.
Das duzias, equivale á la palabra adocenado en españoL
Nota del autor.
EL PAENASO ORIENTAL.
293
una vieja portuguesa que ponderaba mucho la diacreciou de au
cultiparla y fea.
SOLETO
(Del mismo.)
INEDITO.
Basta ja, dona Joana, pois me impesta
Essa sua filha exótica, e pedante !
Eia, longe de mini! va lá a hum vergantc
Que ature discressaon da sua Modesta.
Que ela seja doncela, e muito honesta,
Que entenda a geografía, que ela cante,
Que saiba poetizar. . . .naon he bastante,
Pois tem a cara feia, e indigesta.
De nada pois Ihe vale o ser doutora,
Que para dizer uo^a diga vestra
Falando scu latina minha senhora :
A gente castelhana he muiio destra,
Da cara, e naon da fala se enamora,
E naon quer para sogra a avclha mestra.
294
EL PARNASO ORIENTAL.
(Por D. Isidoro de María.)
INEDITA.
Cuando tranquila un din
Desde un frondoso prado,
A oí illas de una fuente
Guardabas tu rebano;
Y de mil flores bellas
Tus marfilicas manos,
Matizadas coronas
Estaban figurando;
Te ví ; y al grato son
Del instrumento blando,
Dulces coplas de Ovidio
Entoné deleitado,
Que á tu feliz tarea
Suspenderle lograron. —
Entonces tus divinos
Ojos, en mí fijados,
Llegaron a inspirarme
De amor el fuego sacro. — ■
Perdí desde esc instante
Mi reposo mas caro,
Por consagrarme todo
A tus gratos encantos. —
Apenas Fcbo había
El valle iluminado:
E*- PARNASO ORIENTAL.
A buscarte partía
Contento y solitario:
Y al divisarte, Mirtat
De gozo enagenado,
Altas preces rindiera
Al Creador Soberano;
Y en breve yo á tus gracias
Ofrecía mi holocausto. —
Al llegar el momento,
¡Momento afortunado!
£n que de mi pasión
Te pintase un fiel cuadro;
Te abrí, Mirta, mi pecho:
Y tú viste su estado:
Viste la cruel herida
De tus sutiles dardos;
Y en fin, la llama viste,
La llama en que me abraso. —
Entonces mis suspiros
Mezclados con mi llanto,
De tus corales labios
Un dulce sí arrancaron. —
Si, que de tu sonrisa
Amena, acompañado,
Al corazón amante
De júbilo inundaron. —
Las cristalinas aguas
Del arroyuelo blando,
Nuestros ardientes votos
De aricarnos escucharon;
Y deque yo sería
El arbitro de tu mano.—
296
EL PARNASO ORIENTAL.
Es tiempo, pues, mi Mirta,
Que el juramento santo,
Ante el altar de Juno
En breve le cumplamos:
Que arda la hermosa antorcha
Del himeneo deseado,
Uniendo para siempre
Indisoluble lazo
Nuestros dos corazones
Que afecto se juraron.
EL SUSPIRO PERDIDO,
LETRILLA INEDITA,
Por Don Francisco Acuña de Figueroa.
Suspiro que el alma
Exhaló de sí,
De amor y ternura
Desaogo infeliz ;
Vuélvete á mi pecho,
Disípate allí,
Que solo me es dado
Callar y morir*
EL PARNASO ORIENTAL»
207
En plácida calma
Vagaba feliz
Escento de amores
Y su ansia febril;
Cuando por mi daño
AFílida vi,
Cuyo propio nombre
No he de descubrir:
La vi mas brillante
Un dia de Abril,
Que el sol cuando alumbra
En su alto zenit,
Nacen azucenas
brotan alelís,
Do quiera que imprime
Su planta sutil,
Era en forma humana
Bello Serafín,
O del paraíso
Lindísima Hurí.
Su pié delicado
Se vé reducir
Al breve zapato
De blanco tabí :
Tornándose el suelo
Florido jardín,
Que es de su hermosura
Dichoso pensil.
Mil ninfas envidian
Sus galas allí,
Porque es mi adorada
La reina entre mi!.
21»
EL ÍARXAS0 ORIENTAL-
Las Gracias le ciñen
Al talle gentil
La banda elegante
Que abrocha un zafir.
Y en torno a la saya
De verde pequin,
El céfiro amante
Exhala ambar-gris.
Son sus bellos dientes
Perlas del Ofir,
Su aliento un aroma,
Su boca un rubí.
Tejido el cabello
Con vário matiz,
Cual ébano en trenzas
Se vé relucir;
O en bucles graciosos
Baja á circuir
El cuello que imita
Torneado marfil.
Su tez nacarada
De nieve y jazmín,
La forma embellece
Del rostro infantil;
Y en los dos hoyitos
Que forma al reir,
Cupido se esconde,
Y vuelve á salir;
Y el dedo en la boca
Me quiere advertir
Que $oh me es dado
Callar y morir.
M PAIlffASO ORIENTAL,.
291)
De sua negros ojos
Bien puedo inferir,
Que á cada mirada
Es flecha sutil.
Flechas que embellece
Pudor juvenil,
Que á fuer de inocentes
Me vienen á herir
Mas, ¿cuino mi triste
Numen balad;,
Su bello retrato
Osa describir?
El solo en mi pecho
Reside, y allí
Amor le ha grabado
Con firme buril.
Pues este embelezo,
Este ángel, en fin,
A quien diera el cielo
Forma femenil:
Es la que yo adoro
Con tal frenesí,
Que de enloquecerme
Estoy en un triz.
Lo estoy, pues la. ingrata
Se goza entre sí
De verme en silencio
Amar y sufrir.
Do quier mas rendido
Que el tierno Amadís,
Siento en su presencia
Mi pedio latir;
300
EL PARNASO ORIENTA!*.
Mas cuando mi pena
La voy á decir,
Su cielo se eclipsa
Con triste cariz:
O asoma en su rostro
Rubor carmesí,
Que a) labio reprimo
Su amante desliz.
Así pues, suspiro,
Vuélvete acia mí,
Y deja en mi llanto
Tu luego extinguir:
Quejarme no puedo,
3Ni menos gemir,
Que soto me es dado
Callar y morir.
EL PAKNASO ORIENTAL
301
A UNA VIEJA PRESUMIDA.
LETRILLA INEDITA,
Por D. M> M. Carrillo.
Vieja maldita,
Vieja perversa,
¿De qué te sirve
Ser tan coqueta,
Con esa facha
Mas que grotesca:
Con esa cara
De media legua,
Hosca rugosa
Y amarillenta?
Tu escasa boca
Como una espuerta,
Dientes helgados
Con sus troneras,
Con mas portillos
Que pared vieja.
Tu lengua, ¡oh Dioses!
Libradnos de ella,
De chismes siempre
Azás repleta.
Larga estatura
De granadera,
Acanutada
302
EL PARNASO ORIENTAL.
Y tan reseca,
Que por cecina
Pasar pudiera.
Tus piecesilos
De una toeza,
Con sus juanetes
De tercia y media-
Todo el conjunto
Es, si lo observas,
Caricatura;
Pero muy fea.
Do tus virtudes,
Aunque de prisa,
Tocar el cuadro
Quiere mi idea.
Muchacha fuiste,
Fuiste soltera:
No mucho tiempo
Fuiste doncella;
Casada, viuda,
Y siempre chueca:
Y á Dios las gracias
El mundo diera,
Por que tu prole
Quedara huera.
Tus lustres llegan
Has ta 'Marquesa,
Tus lustros pasan
De una docena.
Tuviste cocho.
Fusca librea,
Volantes siempre,
n PARNASO ORIENTAL.
303
Lacayos hembras.
Por vicios nunca
Te diste pena,
Ora el polvillo,
Ora botella,
Y con ios hombres
Fuiste tan fiera
Que á ciento y uno
Dabas audiencia.
Tu geniecito
Pasar pudiera
Para una harpía
Condición buena.
Por mas que esfuerzes
La tu belleza,
Y con diamantes
Y plumas sueltas
Y de rubíes
Collar de perlas;
Y con encages
Y mangas huecas,
Te me engalanes,
Y te me prendas:
Al fin y al cabo
Tia Micaela.
304 EL PARNASO ORIENTAL»
EPITAFIO A UNA MADRE.
Por Don Francisco Acuña de Figueroa.
Aquí el despojo mortal
De una madre amante yace,
Aquí en vano se deshace
En llanto el amor filial .;
Recibe, ó polvo fatal,
Esta ofrenda del dolor,
Que entre el silencio y pavor
Recuerde á tu sombra pura
De tu esposo la ternura
De tus hijos el dolor*
m
O TItO U.V^I JOVEN*
( Por el mismo. )
Sucumbió cual tierna flor
Cuando empezaba á lucir,
Sin librarla del morir
Virtud, belleza y candor;
Justo es que el materno amor
Este recuerdo le dé,
Tú que pasas, llega y vé,
Contempla en tu alma agitada
Que hoy es tierra, polvo y nada,
La que ayer hermosa fué.
EL PARNASO ORIENTAL.
305
LA MALA MBU N AIDA,
ó
LA CONJURACION dü las VIEJAS CONTRA LAS JOYEXES.
POEMA JOCO-SERIO *
Por Don Francisco Acuña de Figueroa.
Dividido en 5 Cantor:— 1. El Proyecto.— 2. La reunión de las Viejas,
— 3. El aliputniento de lata Jóvenes — 4. El Congreso y la dis-
cusión.— y 5. Los himnos de Guerra y ia baialla.
@
CANTO l.° — EL PROYECTO.
ARGUMENTO.
Concibe Jtíalambrvna la alta idea
De la conspiración del viejo bando ;
Un emjambre de brujas la rodea
A las que arenga con furor infando;
Citan atas las viejas de pelea
Que en brazos de JYtorfeo están roncando;
Salta un ratón; lo atrapa Cerberino;
Mas ella se arma, y sale en su pollino*
Octava 1. rf — No el sangriento combate de Lcpanto,
Ni del Troyano el hórrido destino,
Ni del Griego Jasón la empresa canto,
Arrebatando el áureo Vellocino;
Mas las guerras, los odios y el espanto
Que vio el mundo en el bando lejn en ino
Por los celos frenéticos y quejas
Que alimentaban las tremendas Viejas.
* Sacado de las poesías inéditas de eale Seoor. (Ñola del Edit)
xom. a 39
EL PARNASO ORIENTAL.
Al atónito mundo en ronco acento
Diré las was y el furor salvage
Del escuadrón vetusto, que sangriento
Quiso á las ninfas inferir ultragc;
Cantaré su derrota y escarmiento,
Y cambiando de tono y de lenguage
Ofreceré holocaustos á las bellas
Sus nombres ensalzando á Jas estrellas.
En tan fiero contraste, yo os imploro
Turbio Pluton, y Apolo esclarecido,
Porque ora discordante, ora sonoro
Al vario asunto imite en el sonido:
Venga una ninfa con su fllauta de oro,
Y un vestiglo con cuerno retorcido,
Para hacer resonar en eco alterno
Unas veces la flauta, otras el cuerno*
De tiempo inmemorial no pocas viejas
Que pasan engullendo navidades,
Y que piensan* tiñendose las cejas,
Cubrir con el pebete las edades,
Miran con ogeríza y forman quejas
De las tiernas y jóvenes deidades,
Queriendo que los hombres (cosa fiera)
En Jugar de salmón, coman salmuera.
EL PARNASO ORIENTAL.
307
S. — Con igual ogcriza, igual deseo
Respirando una vieja envidia y daño,
(Pues son en cuanto viejas según creo*
Iguales las de ahora á las de antaño)
En tanto que en los brazos de Morfeo
Yacen las ninfas, con furor e&trano
Gruñendo votos y arrojando espuma.
Se agita desvelada ea blanda pluma.
6. — Grabado en su hondo pecho permanece
(Perdóneme este plagio el gran Mantuano)
El desprecio insultante que padece
Y el olvido y desden del hombre insano;
Recuerda que en sus aras ya no ofrece
Tiernas ofrendas el voluble humano,
Y hasta las heces del veneno apura
Al contemplar marchita su hermosura*
7. — Haciendo rechinar cual fiero zorro
Las desiguales teclas 6 raigones,
Con una voz tembleque como chorro
Que se quiebra entre guijas y terrones;
Rasgando airada la escofieta ó gorro
Y alteradas las lívidas facciones
Dijo al fin entre encías» no entre dientes,
Perezcan mis rivales insolentes !!
k Manct allá mente repostum 4ta. (Virgitio) f
t Etla ñola y Iaa que siguen v «on del aulor. (Nota del Ediior y
308
EL PARNASO OK1ENTAL»
8. — Que perezcan. 1 ! repite ; y con despecho
Sobre el siniestro codo ae sustente,
Incorpora su mole, y se oye el lecho
Crugir sobre la masa corpulenta;
Y revolviendo allá dentro del pecho
El plan de la discordia truculenta,
Arroja con furente desaliño
Una mano al jubón otra al corpino. *
9. — La ropa en el desorden y presteza
En sus trémulas manos se trabuca,
Ya lleva el escarpín á la cabeza,
Ya ensaya en una pierna la peluca;
Vístese finalmente, se espereza,
Salta del pabellón la enorme cuca,
El elástico muelle da un gemido
Y queda un pozo en el colchón mullido.
10» — Pendiente cabe el lecho un cuerno había
O desfondado polvorin, que al punto
Descuelga y torna la iracunda harpía
Con un recuerdo á su último difunto,
Al cual, del Orco en la región sombría
Por ser de Amphitrion nuevo trasunto, **
Fue preciso atascándose en los cuernos
Meterlo desmochado en los infiernos.
* Imitación de un vereo de la Gatnm&quia
** Amphitrion, mansísimo esposo de Alcinena, de la cual tuvo Jú-
piter í Hércules,
EL PARNASO ORIENTAL.
1 1 . — La vieja Malambruna* así se llama
Esta que el génio del furor apura
Al ver el cuerno y la desierta cama
Hace estremos de rabia y de locura;
Y ciega en el incendio que la inflama
Una joven rival se le figura
Su sombra; que la luz pinta en la alfombra,
Y cierra á mugicones con su sombra.
12. — Tal se lanza con bárbara locura
A la sombra fugaz, la vieja vizca,
Cual viendo en un espejo su figura,
Maulla con furor la gata arizca;
Los fosfóricos ojos con bravura
Le brillan, y la Firaiía y la mordizca;
Pensando en la ilusión que la arrebata
Que en el terso cristal hay otra gata.
13. — Mas tornando en su acuerdo Malambruna,
Después que anduvo trompicando al suelo,
Torbos los ojos, y la faz perruna
Corre ácia el campo con furioso anhelo;
Todo es silencio. . . .La naciente luna
Alumbra apenas en el alto cielo,
Cuando aquella trepando en una almena
Infla la boca, y lu trompeta suena.
310
EL PARNASO ORIENTAL,
14. — Al destemplado acento que en ios cerros
Reproducen loa ecos, cual mugido,
Responden el ladrido de loa perros,
De las lechuzas el fatal chillido :
Toca otra vez el cuerno, y de cencerros
Se oye á lo lejos áspero sonido,
Muévese el aire, y á la vieja atenta
Un enjambre de brujas se presenta.
15. — Cual la maniobra del bajel que airado
Sacude en ancho mar Noto inclemente,
Así de tantas alas agitado
Con fatigoso afán gime el ambiente:
Hace alto e! escuadrón, y un monstruo aladc
Es MalainbrunaÜ esclama de repente,
Y atónitas las brujas una á una
Repiten Malambrunaü Malambrunaü
16. — Murciélago y cabrón, el monstruo odioso
Con enroscadas vívoras por gola,
Tiene en la frente un cuerno luminoso
Y una cara en la testa, otra en la cola;
Mueve del rabo el cascabel ruidoso,
Y cada cual con grande bataola,
Desciende de la escoba en que cabalga
Aplicándole el ósculo en la nalga. *
i,.* j c ^f em onio8 que usan las brujas en eus conventículos: vcaso Co
JJui de Plancy, Diccionario Inferna].
EL FAUNAS O ORIENTAL.
311
17. — Allí se ven en formas diferentes
Chocantes á la vista y al olfato,
Brujas medio muger, medio serpientes,
Otras caras de chivo y pies de pato:
Un vestiglo con cuernos prominentes
Largo de hocico, y de narices chato,
Hace una vuelta, y arrastrando una ala
£1 espolón un círculo señala.
18. — En torno do esta marca misteriosa
En cuclillas la chusma toma asiento,
Con un sordo rumor, cual la frondosa
Enramada que agita el blando viento;
Prepárase la vieja sediciosa
Para arengar; y en ademan atento
El que preside al cónclave maldito
Con el rabo en !a boca, dice chito! *
19. — O td, empieza la vieja, que figuras
Ser el génio ominoso del espanto,
Y vosotras humanas criaturas
Ministros de PJuton y Radamanto; ##
Si el odio, la venganza y amarguras
Como ofrenda miráis; si os place tanto
Humana sangre, y destrucción tremenda
Protejed mi furor* . ♦ .tendréis ofrenda.
* Se adfierre que cuando el diablo preside en los conventículos
no tiene manos sino alelas; en Lates casos se gobierna con el rubor
est o es autentico.
** Radamanto, Rey de Lucia, hijo de Júpiter y de Europa, & da
Kgira, como quieren oíros. Y es uno de ios colegas de ;Miito& y Eaco,
ó conjuez del -Averno.
312 EL PARNASO ORIENTA Lp
20. — Legadas al olvido las ancianas
Al mirar que los hombres delirantes
Prefieren los adornos á las canas,
Y á las lisas castañas los turbantes,
Devoran su despecho. . . .y esas vanas
Preciadas de doncellas y elegantes;
Ostentando sus galas y despojos
Nos dan con sus conquistas en los ojos,
21. — Cansada de sufrir tamaños males
Y el orgulloso triunfo de esas locas,
He resuelto acabar con mis rivales
Y arrancarles las vidas por las bocas;
Amor, el ciego amor Ie9 dá panales
Que malogran con dengues y carocas,
Yo por mi parte, ó géníos de la noche >
SÍ he de ir á los infirnoa, iré en coche.
22. — Para esta empresa os pido quci volando
Deis aviso á mis fieles compañeras
Que sacudan al punto el ocio blondo
Y acudan á la lid con armas fieras:
Aquí es la reunión; mas recelando
De los hombres las máximas arteras.
Dadles un soporífero beleño
Que Jos embargue en el profundo sueño. *
* Fué en efecto bien pensado el hacer dormir 6 loi hombres, Jog
cuales se verían en gran conflicto «ni saber que partido lomar entre
las abuelas y la* queridas.
i
EL PARNASO ORIENTAL*
313
23. — No pretendo el auxilio, ni lo imploro,
De ancianas que prefieren en la holganza
El nécio miramiento del decoro
Al heroico placer de la venganza,
Viejas que tiemblan del clarín sonoro.
Viejas que asusta la bruñida lanza,
Y que sordas al eco de mis quejas
Las miro indignas de llamarse viejas! *
24. — Sonó el fatal momento; ya las horas
Urgen á la venganza, ya imagino
Mirar entre mis unas vengadoras
Desrengadas las ninfas que abomino;
Y sabed que si somos vencedoras
Cien docenas de infantes os deslino
Porque os hartéis de sangre : esto aseguro
Y ante el tremendo Demogórgon juro. **
25. — Asi habló Malambruna, y un tronido
Infecta al aire en humo y alcrebíte;
Tiembla el polo, y se agita conmovido
El undísono seno do Anfitrite; t
El monstruo desús brujas circuido
Emen-keián, emen-hstán, repite,
Con la siniestra pata bate el suelo,
Sacude la sonaja, y toma el vuelo.
* Eale vereo pone al poeta á cubierto de toda responsabilidad y resen-
timiento, y puede asegurar que ninguna de las señoras mayores que
están presentes, asistieron ó aquella revolución.
** Demogórgon: deidad la maa anttguo, habitaba el centro de la
tierra, deBpues abrió el vientre al caos, y sacó de allí á la discordia &a.
f Anfitrite, hija del Occeano y de Doris, y esposa de Nepiung.
jo*. 3 40
3U
EL PARNASO ORIENTAL,
26. — Pasmada y sin temor quedo la vieja
Fijos los ojos y el oído atento,
Ora á la luz del cuerno que se aleja T
Ora a! sonido que le tráe el viento;
Todo por fin de percibirse deja,
Mas cual sordo cohete otro momento
La vacilante luz reáparece,
Traspone una montaña, y se obscurece*
27. - — Entonces descendiendo de la cumbre
Arremanga el ropage y toma el trote,
Sin que sus piernas sientan pesadumbre
doble á trece lustros el cocote;
De la luna á la pálida vislumbre,
Y tratando su cuerpo al cstricote,
Vuelve acia su mansión en donde encierra
La armadura tremenda de la guerra.
^a.- — Desde larga distancia oye el ladrido
De su fiel Cerberino que está alerta,
Y no como el Trifauce á quien dormido
Dejó un Cantor, y con ía boca abierta: *
El vigilante can la ha conocido
Y salta y gruñe por dejar la puerta,
Mas ya sin contenerse, parte al cabo
Convulso el cuerpo, y enroscado el rabo*
* El Trifauce Cerbero, que guardaba la puerta del Averno, a*
cual adormeció cantando ó tañendo Ofeo cuando fué á buscar á s»
esposa Euridico.
n cTr A .
ftCrERRATA del primer pliego de este Poema, pág, 305— En otgu*
nof pliego* dice ai principio— La Malambunaida, léate, La Ma-
lam.br una ida.. Pág. 303, ocl. 8, lin. 4, dice—3obre ia masa*
léase, bajo la masa, Pág. 312, oct, 31, Un. 16, dice— ínfimo*,
liase, INFIEUWOB,-^}
El. PARNASO ORIENTAL.
315
29. — Corre, y i*, frace mil fiestas como suele
Ora saltando al muslo, ora al zapato,
O el pié le lame, ó por detras la huele,
Pues no es mui melindroso en cuanto á olfato:
Ella lo halaga, y luego lo repele;
Mas con ansia que toca en arrebato
Corre y vuelve; y diez veces Cerborino
Alzó la pata, y profano el camino.
30. — Llega en fin agitada Malambrunn^
Y sube acia un recóndito sobrado,
Separando ásu can que la importuna
Pues no está para perros su cuidado;
El como la advirtió de mala luna
Las orejas bajó desconsolado,
Y aunque frustrado en sus caricias tiernas
La sigue con la cola entre las piernas.
31. — Allí una antigua caja á ver se alcanza
A la luz de una triste veladora,
Que á tener en su fondo á la esperanza
Pudiera ser la caja de Pandora; *
En ella á prevención, menos la lanza,
Los maYciales trebejos atesora.
Algunos por sus manos construidos,
Y otros, herencia de sus tres maridos.
* Pandora, no tuyo padres pues rué fabricad* por Vulcano: Jilpi^r
le entrega una caja donde estaban todos loa males y. ca]u mida dea, e**
toa ee esparcieron por el mundo luego que Lnvo ta imprudencia de
Abrir la cajn; pero quedó cu su fondo la esperanza,
216 EL PARNASO ORIENTAL.
32. — Mordicantes olores el ambiente
Espira eo torno de mastuerzo y ruda,
Cuando ella asida al aldabón ingente
Por suspender la tapa aprieta y suda:
Mas al abrirla salta de repente
Una rata tan grande y bigotuda
Que aterrada la vieja cae de espaldas
Tapándose los ojos con las faldas.
33. — Y no es contradicción ni enigma obscuro
El temer á una rata y no al demonio,
Pues este huye al asperjes y al conjuro,
De lo cual dan los libros testimonio;
Mas aquel vicho roedor é impuro
Es mas difícil; y según Pomponio
El ratón mas ruin solo descampa
Con gato ó perro, ó á poder de trampa.
34. — Cual sucede al soberbio que indiscreto
Desdeñó al inferior en su grandeza,
Que si á una adversidad se vé eugeto
Implora sus auxilios con bajeza,
Así la vieja atónita en su aprieto
Repara en Cerbcrino, y con presteza
Chúmbale ! dice, y junto con el chumba.
Se oye un ladrido, que do quier retumba. *
* Chumba.. ..no ee critique eeta expresión, puei Malambrunft sotia
utar algunas palabras provinciales.
%*. PARNASO ORIENTAL.
317
3S. — Parte el perro bufando á la carrera;
Y cada cual en bárbara apretura
Chilla, ládra, ó reniega, en ta) manera
Que era un dia de juicio, ó de locura;
£1 fogoso animal con saña fiera
A su presa persigue, acosa, apura»
La atrapa. . . .y sacudiendo enfurecido
La hace exhalar el último chillido.
36. — Pasado ya el espanto inopinado,
Tornando á bu arsenal ó arca profunda
Saca un feo morrión do abandonado
Está el nido, y la prole rubicunda;
Arrójalos . . , .y al cuero apolillado
Para aventar el polvo, dá una tunda,
Luego ajusta á la hevilla la correa,
Se lo planta, y ufana se pompea.
37. — Forma su peto y espaldar peludo
Con dos saíéas cada cual de á vara,
De un plato de balanza hace el escudo,
Y una picana por lanzon prepara;
Pende del cinto el asador agudo,
Y el trabuco de caña de tacuara,
Colgando al cuello á fuer de parapetos
Una sarta de chapas y amuletos.
310 El, PARNASO ORIENTAL.
38. — Guarnecido de pieles de conejo
Vístese un mameluco de añascóte,
Y en fin, de un embreado cordelejo
Con diez dobleces preparó el chicote;
Al pasar de esta guisa ante un espejo
Vio al mismo Satanás con capirote,
Y haciéndosela cruz corre al establo
Pensando oue en su cara ha visto al diabU
39. — Enjaezando al asno que arrogante
La saluda á manera de trompeta,
Con fieros ojos y hórrido semblante
Sale al campo estribando á la gineta,
Palidece la luna vacilante,
Suena el eco al coinpáz de la maceta,
Y al recio choque, y al semblante adusto
So vé el suelo temblar pero es de susti
40» — Sobre el asno que adornan negras bandas
Y fúnebres penachos juntamente
Como sombra fantástica en volandas
Se mece Malambruna lentamente,
Negro mandil y negras opalandas
Cubriendo al animal hasta la frente
Parece ser el Genio de las viejas
Montado en una tumba con orojas
EL PARNASO ORIENTAL,
319
11. — De grueso cuello el asno y gran cabeza,
Corto de rabo, y el pisar potente,
Soberbio con su carga y su grandeza
Muestra una gravedad inteligente;
Es pieza el animal, pero qué pieza !!
Fáltale solo hablar para ser gente,
Comoá otros, vicc-versa, en sus destinos
Les falta el rebuznar, para pollinos.
42. — Porque si todos, lo que valen fueran.
Sin hacer escepcion de toga 6 farda,
Con grande admiración doquier se vieran
Asnos de casacon, y hombres dealbarda;
Y tal vez, ni estos versos me sirvieran
Para librar mi bulto de la carda,
Y en las metamorfosis merecidas
Me tocase la suerte del Rey Midas.
43. — Mas vuelvo a Malambruna que al sereno
Prosigue pensativa su camino
Sobre el tardo animal, como Süeno
Cuando marchaba en pos del dios del vino; *
Grande empresa medita, un campo ameno
De glorias le presenta su destino,
Una nueva reforma, una asamblea,
Combatir y reinar lal es su idea.
* Sileno, viejo Satyro que siguió á Baco á la conquista de la India
montado siempre en un asno.
320
EL PARNASO ORIENTAL.
CANTO 2*°
LA REUNION DELAS VIEJAS.
«
ARGUMENTO.
Cual tempestuosas olas van llegando
Las falanges de viejas temerarias,
El blando sueño, el lecho abandonando
Donde algunas no eslaban solitarias ;
JITalambruna y Falcomba disputando
Ceden de Patifone á las plegarias:
Se hace una votación, calman las quejas,
Y a la Peña del Bagre van las Viejas.
Octava L — Llega la vieja al sitio, y el jumento
AI que afloja la cincha y desenfrena,
Sacude el lomo, y con sonoro acento,
Que otros llaman rebuzno, el aire atruena :
En esto, aquí y alli se ven sin cuento
Venir viejas como ánimas en pena,
Pareciendo á lo lejos en patrullas
Tristes bandadas de nocturnas grullas.
i
tL parnaso Oriental.
321
¿No has visto, cuando nube tempestuosa
Se interpone á la luz del claro cielo,
Correr veloz su sombra vaporosa
Figurando otra uube sobre el suelo?
Así la muchedumbre silenciosa
Divaga por el campo; con recelo
Malambruna las vé, frunce las cejas,
Y duda si son nubes, ó son viejas.
— La primera que llega es Carcamona
Vieja robusta, armada de una tranca.
Desabrochado el pecho, y por valona
Do púas guarnecida una carlanca;
Ua verso bacanal canta 6 pregona
Con ronco acento que del pecho arranca,
Y entre ramos de parra y de tabaco
Por blazon del arnés tiene al dios Baco.
- r Sin casco ni morrión la intonsa frente
Ciñe un tosco cendal, pues su bravura
Contra débiles ninfas no consiente
Otra defensa que su tranca dura;
Así á la lid, sin lanza reluciente
Se viene, y sin machete ni armadura,
Y es tanto lo que fia en su fiereza
Que estuvo por venirse sin cabeza.
41
322
EL PARNASO OKftNTAL.
5. — Siguen á aquella en batallón unido
Con grotezcas figuras cien sayones,
Todas con el garrote prevenido,
Y con bombas de pipas por cañones;
Con dos cueros de vino está Cupido
Bordado en la bandera sin calzones,
Y de uno y otro lado estos letreros,
J> El vino y el Amor andan en cueros. n
6. — En esto dos falanges aparecen
Sonando derrepente una zambomba,
Y agitadas las auras se estremecen
Al impulso que trémulo rimbomba,
Las altas plumas al marchar se mecen
Como fúnebres carros; y Falcomba
Las precede con rústico talante
Ostentando sus formas de gigante.
7. — üe sus ojos sañudos y agoreros
Vaga la triste luz en dos cavernas,
Que á merced de los párpados ligeros
Se encienden ó se apagan cual lucernas,
Ceñido á la cintura por dos cueros
Desciende el tonelete hasta las piernas
En las que choca, y suena formidable
La baina de latón del ancho sable.
EL PARNASO ORIBNTAE* 323
8. Una pica maneja o larga tranca,
Y ao ea la del Apóstol mata-moros,
Sino la misma que ensayó Palanca
Eq sendos bueyes que llamaban toros ;
Ya en su idea derribo, hiere ó manca,
Y respirando furia por los poros,
Está capaz de arremeter, si topa,
Al toro mismo de la niula Europa, *
0. — Vestidas a la turca con mariotas
Manda trescientas viejas ó viscachas,
De enrejados de jaulas son las cotas
Y de pieles de tigres las bombachas;
Forman ala; y á par de las garzotas
Poniendo en alto las filosas hachas
En ademan guerrero y reverente
Levantan una mano acia la frente.
10. — Llegan luego con sable y con inneana
Cien Miñonas que viene conduciendo
Arcisona, fornida Catalana,
De cuerpo grande y de mirar horrendo,
El sueño la subyuga, pero ufana
Se anima á las venganza?, y entreabriendo
Los ojoso eclipsadas claraboyas,
Decía ."Voto á néu, morían las noyasü"
** Eiiropn hija cíe Agenrn-, Hoy <lo Fenicia, y hermana do Cadrae
la ctuvírobó Jü¿>iter transíunnailo en loio..
12
324 EL PARNASO ORIENTAL*
11. — Mas al fin, cuando apenas perezosa
Los soñolientos párpados levanta,
Apóyase en eu lanza poderosa
Que hace cimbrar la enorme marimanta,
Las quijadas desplega vagarosa
Enseñando el esófago y garganta,
Y antes que juegue el diablo alguna treta
Se hace dos garabatos en ia geta.
12, — Otro escuadrón se vé que numeroso
Por una cuesta con silencio baja;
El son de sus pisadas pavoroso
A medido compáz, sirve de caja;
Le rodea y le excita fatigoso
Un bulto que á los otros aventaja,
Con un sordo mormullo que resuena
Como zángano en torno á la colmena,
13. — Hacen alto, y el suelo desparece
Con triste velo que á la vista engaña,
Cual la sombra fatídica que ofrece
En el profundo valle alta montana;
Pareciera que atónita enmudeee
Presagiando su ruina la campaña;
O que cubre en su inmensa sepultura
Un paño funeral á la natura.
PARNASO ORIENTAL,
323
14. — Para atajar la luna esplendorosa
Y conocer quien manda aquellas viejas,
Levanta Malambrnna cuidadosa
La mano en tejadillo acia las cejas.
Mas oh, cual se complace venturosa
Cuando en las sueltas greñas ó guedejas,
En el escudo y larga javalina
Reconoce á la adusta Plutonina.
15. — También la mira Plutonina, y cuando
La reconoce en lo alto de un repecho,
La hace ?eñas, al viento tremolando
La negra banda que le cruza el pecho;
Vuelan luego á encontrarse, y en llegando
Se dieron un abrazo tan estiecho,
Que abolladas corazas y rejillas
Les crugieron á entrambas las costillas.
J6. — De esta fiera alimaña es el pellejo
De cascara de nuez ó burda estraza,
Su frente con siniestro sobrecejo
Resumida y sin muelas la bocaza;
Las orejas en forma de conejo,
La barba y la nariz como tenaza,
Y rasas de pestañas y de cejas
Las niñas de sus ojos son dos viejas.
326
EL PARNASO ORIENTAL r
17. — Tal es la que coma oda el veterano
Ejército de viudas y beatas,
Mas de aquellas que ocultan pecho insano
Y con falsa virtud bou mogigatas,
En compacto escuadrón cubren eí llano
Amenazando al cielo con bravatas,
Y teniendo sus triunfos ya por ciertos
Cantan un de profundis á los muertos.
18. — Horror causan y risa al mismo Marte
Con botargas parduzcas y chamarras,
Unas con su asador al talabarte,
Y con lanza y arnés las mas bizarras;
Pintado hay un Cóndor en su estandarte
Que suspende áun cordero entre sus garras,
Y desplumando con el pico acerbo
A una blanca paloma un negro cuervo.
19. — En tanto, van llegando por do quiera
Viejas á discreción y en pelotones,
Que parece que el aire las lloviera
O que brotaran viejas los terrones:
O que Jove el prodigio repitiera
Que hizo con las hormigas Mirmidones,
Cuando al mundo poblaban sus patronos
Sin mandar á Guinea por colonos. *
* Eaco h'jo de Júpiter y Egina, habiendo perdido lodos fus vaea-
Kos por la peste, consiguió que aquel le trajjefunnaaa eo geote laa
hormiga* * y se llamarua Mirmidones.
IX PARNASO ORIENTAL,
327
20. — Estas que llegan sueltas 6 en cuadrillas
Cual con feo capuz, cual con penacho
Sin orden ni igualdad, son las guerrillas
O de viejas el vulgo y populacho,
Zambas, derechas, rojas ó amarillas,
Uoa oliendo á jamón, otra á gazpacho,
Aquellas narigudas, estas natas,
Todas parecen ximios en dos patas.
2L— Un serai-viejo endeble y desgreñado
Rostro aflíjido y facha herma frodita,
Es el solo varón que se ha enrolado
Y venir con las viejas solicita?
Por favor de las brujas señalado
Y porque cierto apodo lo acredita,
Se dá el encargo á sus conatos fieles
De fijar los decretos y carteles*
22. — Lleva un pote de engrudo y la escalera,
Y ana resma de bandos preparada,
Un cartel de comedias por visera
Y un capacho de .cuero por celada,
Hubo vieja que viendo en tal manera
Su figura ridicula y cuitada,
Con pote en mano y escalera al hombro
Le gritó aquel epodo que no nombro»
328 EL PARNASO O&lENTÁt.
23, — Oh cuantas marimachos distinguidas
De presencia marcial y de alma brava*
En rangos subalternos confundidas
El nocturno planeta iluminaba,
Viejas que compitieran atrevidas
Con la que mas soberbia se ostentaba,
Mas ya en la horrenda lid porque te asembreí
Verás sus hechos y sabrás sus nombres*
24, — Así que Malambruna considera
Reunido su ejército ominoso,
Le contempla, v se goza placentera
En ser móvil de asunto tan grandioso,
Luego saca su ebúrnea tabaquera
Y en ademan pulido y melindroso
Dando sobre ia tapa un golpecillo:
Toma dos narigadas de polvillo.
2b. — Y haciendo seña al trémulo vegete
Heraldo, cartelero y ayudante,
Le ordena que veloz como un cohete
A la plana mayor cite al instante*
Parte luego el estólido ginete
En un chibo de cuernos arrogante,
Y haciendo' citación por graduaciones
Las reúne y las lleva á trompicones.
i
EL FARM ASO ORIENTAL.
329
26.— Treinta ancianas componen el cortejo,
De diversas edades y figuras
Que adornadas del bélico aparejo
Muestran las mas estrañas cataduras,
Cual camiua sobervia con despejo,
Cual arrastra las piernas mal seguras,
Y entre las treinta harpías 6 vestiglos
Se cuentan ambulantes veiuto siglos.
27. — Llegan adonde estaba M alambruna
A la que hacen su venia reverente,
Y obtienen el honor y alta fortuna
De darle un beso en la rugosa frente
Ella á hablar se dispone, y cada una
Apiñándose en torno atentamente
Suspensa délos labios do la vieja
La escucha con la mano tras la oreja.
28. — Mas es tan reservada en expresiones,
De tal misterio y de sustancia poca,
Que de puro preñadas sus razones
Andan con las barrigas á la boca.
Capitanas, les dice, estas legiones
Que el cielo inspira, y que mi voz convoca,
A una alta empresa á dirigir me obligo,
Vosotras la sabéis bastante os digo.
TOM. 3
330 EL PARNASO ORlf?NT AL.
29. — Para otro caso el esponeros dejo
Nuestra común ofensa, n&eetro Ultrage,
Y causas de la guerra: en el consejo
Lo haré al estenso, y en mejor ienguage:
El proclamar aquí ya es uso añejo,
Es mas de moda hacerlo en un mensage
Donde puede un espíritu discreto
Hacer lo verdo azul, lo blanco prieto.
30.— Mas ya el velo nocturno descorriendo»
Veis á la aurora con sus manos bellas,
Ya vén ante su luz despareciendo
La amante de Endimion y las estrellas; #
Vamos á un sitio oculto, porque entiendo
Que no debe alarmarse á las doncellas;
Aquí hay riesgo, tratemos con holganza
Y en el secreto el plan de la venganza.
31 — Tras la pena del bagre, en emboscada
Yace un palacio antiguo y espacioso,
Que de brujos y espectros fué inorada
Guardado por un hondo y ancho foso;
Allí podernos. . . .Basta! gritó airada
Falcomba con acento tempestuoso,
Que palacio, que espectros, ñique brujos,
Yo quiero guerra abierta, y no tapujos ! !
(*) Endimion hermoio pastor a quien amó Diana, la coa! •■ lam-
ia Luna.
BL P4A2TAIO ORUUTAL* 331
32. — V larobustü molo incorporando
Póoeseeu pie veloz como una bala,
Coo disimulo el sayo despegando
Que tas redonda* formal le aeñala,
Y es fama que do estubo descansando,
Por los efluvios que su cuerpo exhala.
Cuál si fuese animado mongibélo
Dejó tostado el pasto y seco el suelo»
33. — Y asi prosigue en fieras expresiones,
¿Porqué quieres, comadre, hacer alarde
De las formas que inventan loa mandones
Disfrazando en lo astuto lo eobarde?
Si ya prontas se ven nuestras legiones,
A que fin esperar pnra mas tarde?
Aparezcan las jóvenes. no importa,
El dia es largo, si la noche os corta.
34. — Que vengan á la lid cuantas vinieren,
Ya el sable empuño, y el ropnge enfaldo,
Y aunque pérfidos hombres acudieren
Tendré con sus despojos mi aguinaldo;
Mas si ctiigo y me asaltan, porque infieren
Que la gallina vieja hace buen caldo,
No haré, nó, de Lucrecia el desatino
Aunque cada varón fuera uu Tarquiuo *
35. — Basta ya! dice la otra dando un grito,
El Dios de ta discordia te aconseja,
Turquino R mtm ttoIA á I/tcrecia tupou da Cclutin*,
«11» dtj f)<Mftdtíinbf« *a*uicul¿ tnJBjdiiUfuame.
332 E'„ PARIÜABo ^
Tú oponerte á los planea que medito!
¿Es esto ser comadre, ó comadreja*
Estraño tu insolencia, lo repito,
Y tus voces, tu escándalo y tu queja,
Y no sé á la verdad como concuerdes
Cabello blanco, y pensamientos verdes:
36. — No es un oculto plan, ni es cobardía
Invitará un congreso que discreto
Nombre la Generóla, á quien seria
Yo la primera en tributar respeto;
Y guárdate de hablar con demasia,
Pues no te ha de valer si te acometo
Esa pica det Ínclito Palanca,
Ni aunque tuvieses de Hércules la tranca.
37 — Cesa ya en imposturas insolentes!
Truena Falcomba; y la otra respondiera
¿Qué es lo q* osas decir, yo miento?— mientes
Y aquí lo digo, y lo diré doquiera:
Respeta mi poder, momia sin dientes,
Le grita Malambruna, . , y la otra fiera
Esto me importas tú, dice, y altiva
Escupe al suelo; y pisa la saliva.
38.— Cual zumban con susurro destemplado
Los negros mangangás, del mismo modo
Las viejas circunstantes acia un lado
Se hablan, se guiñan, y se dan del codo,
Tal hay que á Malambruna con agrado
Le hace señal de aprobación en todo,
i
*L PARNASO ORIENTAL.
Otra á Falcomba excita á los denuestos
Y luego por detras les hacen gestos.
39. — Mas viendo la prudente Patifone
Que de andar á la morra hay apariencia
Entre las dos rivales se interpone
Por cortar el escándalo y pendencia;
Y calmadas un tanto, les propone
Que la plana mayor dé la sentencia
Si se ha de ir al combate, ó ex-profeso
A la pena del bagre a hacer congreso.
40. — La astuta Malambruna bien conoce
Cuan grato es dominar n una asamblea,
Y confiada en su influjo, el alto goce
De facultades amplias saborea:
Debiendo la cuestión votarse in vocc,
¿Al Bagre queréis ir, ó la pelea?
Les pregunta con cara de vinagre,
Y ellas responden luego*.-.al bagre, al bagre!!
41. — La furente Falcomba así se aplaca
O disimula su despecho y pena,
Cual mastín que sujeto á gruesa estaca
Finge lamer, y muerde su cadena;
Mas su rival triunfante el cuerno saca
Con eco formidable el aire atruena,
Y á esta señal de marcha el campo entero
Se empieza á remover como hormiguero.
42. — Corren las Capitanas prontamente
Todas al puesto que el deber exije,
i
tu
tf> PiftJiíO ORIENTAL.
V marcha ya el ejército imponente
Al cual ni el frió ni el cansancio atííje,'
Montada en su pollino prominente
Mala m bruna las lleva y las dirije T
Con cada ojo encendido como un horno.
Unas veces delante, otras en torno.
43. — ¿No has visto alguna vez larga manada
Subir de un valle, ó descender de un cerro*
Cuando al caer el sol apresurada
La conduce ó arrea un solo perro,
Que si una oveja sale alborotada
La repunta y la lleva basta su encierro?
Pues así el grande ejército se aleja
Siendo su conductor la infunda vieja.
44. — Kn tanto que las cucas veteranas
Siguen su marcha al nuevo acampa mento f
Hablare de las Ninfas, que galanas
Se aprestan á la lid con ardimiento;
iMas dejad que respire, pues de ancianas
Tan impregnado estoy, que ya me siento
Vieja la percepción, la voz caduca,
Y hasta el núínen con canas y peluca»
Fin del Tercer Tomo.
ItfmcK d* las eoMfoiiciosirs métricas qu* coNxiifri tais
VOLUMEN
Página.
Oda al 25 de Mayo de 1836 3
Himno ai mismo día 10
Himno al mismo k , \n
Décimas 17
Himno al 23 Je Mayo de 1636 ]g
Octavas eu el bem:fir.io ile ln tím Piaccemini 33
Himno al cumple-u fine del Í*rf?.- i líente de la República... 25
Cutí recitada en ci teatro por aficionados . . 29
Oda nlcm ideiü ídem 32
Oda al Sn| de Julio » 35
Ocla al ¿b de Mayo 4#
Oda al cerrarse los trabajos parlamentarios de la «efunda Legisla-
tura ConsUtuciunol - 43
Versos dedicados al Heroico Pueb!o Oriental por los actores dra-
malico? > 49
El Dic* 11 o* iraiiucidn en verso 49
Eegia á la calamidad pública 59
Comedia i?n un acto timlnüu la Tontina 65
O^la á la aper¡ur 1 del Mercadu \\%
Letrilla — la curiosa inucénle* I-¿2
Lu tBinJa del Sol „ » l¿fj
Ocia ¿-obre /n escarlatina 127
Oda á la música 131
DUtico , , .^134
Dialogo— Las resulta* de una intriga 135
El recibo del clavel del aire ÍSQ
A mas de la media noche, la \ul 139
soneto á la Paz de 1828 ,140
Fábula 141
Epigrama t , 144
Eaphcaeion miiojó^ica en décimas de loe signos del Zodiaco 146
Uécimns de incierto autor glosando una cuarteta , 157
Otra gíoai en décimas de fa misma cuarleta lf»9
Recuesta del autor glosanco (a misma en loa mismo* consonantes . 16L
Otra glosa de ]a misma 163
Elegia 166
Octava á un Fanfarrón 163
Suplemento á la lorairla publicada en el 2.° tomo de eeta obra 169
Otra á la corrida del 29 de Noviembre 178
Otra: toraida con morrión , . . 18S
Oaa : rabona :...:ifld
Otra de aleluya 199
Décima: receta segura para que Huera 208
Otra ♦ 209
Letrilla á Ja amista ti , ibíd
Soneto á loa días de una Dama Oriental..., t 211
Letrilla al cumple-años de una señora 212
Romance — A Luisa. . . . . ♦ . • 215
rioneto á la memoria de D. Felipe Caballero. * . . . . ♦ > * 218
Drama en dos actos: La Lealtad mas acendrada y Ha. As. rengada... 2 19
Canción: Despedía del Regimiento 0 ♦ * . .279
Endechas á los siete Dolores de ta Virgen, * * 284
Décima; Epitafio en la sepultura de un amigo ' *288
Décimas en portugués; glosa - ¿ 289
Soneto: a un mal cirujano * ¿ 29*"!
Otro: a una vieja portuguesa , ¿93
Letrilla; á Mirta . , . . ¿94
Otra: ef euppiro perdido .290
Otra: á una vieja presumida » . • < - 301
Epitafios: á una Madre y á una joven* 904
Los dos primeros cantos del Poema no concluirlo— La Malambru-
naida 6 la conjuración de las viejas.^— Can lo L° el proyecto. « .305
Canto 2. ° — La reunión de las viejas ,
SEÑORES SUSCRIPTORES AL 3« TOMO
DEL
PARNASO JDRIENTAL-
Ejemplares
El Sr. Vicp-Presidente de la Rtíptíblicn, D. Carlos Anaya ... 2
El Sr. Ministro de Gobierno» Dr. D. Francisco Llamdí I
El Sr. Ministro de la Guerra, Brigadier General, D. Pedro Len-
guas , 2
El Sr. Ministro de Hacienda, D. Francisco J. Muñoz 1
A
Bjemp Ejemp*
SS. D.Antonio Diaz... 1 V SS. D. Antonio Rio? i
Andrea Manuel Duran.
Augusto Lasa la
Antonio Cea
Avelino Lerena
Antonio Machado
Antonio Campagne. . .
Adolfo Soctoa
Andrés Gómez
Antonio T. Carevia,,.
Antonio Mancebo ....
Ambrosio Mitre
Alejandro A'var^z
Antonio M Guimoraenz
Antonio Rrjoy
Augusto LaF-Ctana. .
Andrea Lamas
SS. D. Bernardo Berro
Basilio F 4 de la Luz.. .
Benjamín Villademoros
Bernabé Magariños... .
Benito L*rraya
Bartolomé Q,<jiies
Sra, Da. Cipriana Várela ....
SS. D. Carloe G .Vi lindera o roa
Crisloval JShlvañach,
Ceaaro Villegas
Carlos «un Vicente, .
Cario*- Zucchi
Conrado Huquer
Claudio Casal... ...
8S, D. Domingo Atboleya. ...
Domingo L. Costa ....
Doroteo Gwcn
Diego Furriel
B
Amoiin Mazariegos .. 1
Alejo Villegas 1
Amonio Acuña 1
Anlonio Riobc. 1
Agustín Castro 1
Antonio Fariña I
Antonio Morales 1
Apolsnario G-riyozo. . . . 1
Antoüio D. Costa... . X
Angel Plaza 2
Agustín Murguiondo. - . 1
Antonio Otero 1
Ambrosio Velazco . ... I
Antonio M. Pérez I
Antonio Maturell *. . . 1
Agustín Almeida I
8 3. D. Bernabé Cara via , , .. \
Benjamín Briu i
Benito Baena 1
Benito Maurell 1
Benito Domínguez .... I
Bartolomé Quinteros., i
SS. D. Cirilo Bnrbíit I
Calixto Acevedo 1
Cayetano J. St.urla. .. ► 1
Carlos Juan ico 1
Cayetano Regalía.... I
Cosme Cattá 1
Cario* Carballo 1
Cruz Benavidea 1
3S. D. Dionisio A del Sote. .. I
Doroteo Pérez. ...... 1
Diego NohJe y Ca.-.. 1
Dámaso Larra Daga.. . . 1
* Los nombres que van acompañados de tsla señ^l (*) indican
que di aceptároste volumen se han suscripto all*° y 2. °
Sra. Da. Emilia Ropende.
S3. D. Estevan Donado..
Eugenio Gmon. ..
Ensebio Gonzalo*.
Bjemp.
Sra. Da. Francisca Homero, .
SS. D. Florentino C'iKteJJoooa
F' r'irü O'non^z*
í'V.ivuino Pin.MIn
F «n cisco Muñoz, hjo.
Fernando Jirfepíaa . . . ,
Francisco Pardea. , ,
Francisco Arroyo. ...
Francisco Martines. . .
Felipe Matura na
Francisco Arauclm. .
Fabio J. M a juez
Francisco S. do AntuBa
Fernando Qu'jtino ,
Felipe Mprnrifs
Francisco Taborda
Francipr-o Juanicíi....
Felipe Pesio an
Pr. P. Francisco López... .
P, Francisco Ouar
53. D, Gabriel Aníernicra. . ,
Gaspar- Rt<it>eig
Gerónimo Surera
Gregorio Lecoq
Gregorio Pérez
SS. D. Hilario Pin
Iljüriquü Juuiicó. , .
SS. D. Ildefonso Correa
Isidoro (hondo
Ignacio Soria
SS, D. Juan A. La valle-ja. *.
José !tf« Revea.
José Montoro. ... ....
Jüfié E. ZiB
.Tuan B< JBidnco
Juan Br*UC-i e Irfgfoyen
Jueé Rielen dez
José Aguirre
Joaquín tíuorez
Josa Quijano *
José Coala
Juau Süübic!a
Ljetnp.
SS.D. Fsrevan Lombardo . . 1
Estanislao G. deZüoiga 1
Eulogio Mentaati 1
Eüst'uio Cabrai 1
l
SS. D. Ferro i n F^r reirá 1
Francisco K'isflig 1
Fíumencio Mudo» 1
Francisco Laáaia*,. . 1
Francisco Kodriguez,. 1
Frmci?co Tosanes , . » . 1
Francisco Pri rejas . ... i
Florencio Várela 1
Francisco Lebrón. ... 1
Francisco A£ruil«v ... 4
Francisco X. G. Zúniga 1
Francisco Lívida, podre 1
Francisco X La viña, h. 1
Francisco Furias.,... I
Félix Garzón I
Frai. cisco Córdoba ... 1
Fzderioo Ros^nde . , . . I
Francisco A. Figueroa. *«¿
Faustino Santos 1
:áS. D. Gabriel Pérez ,1
Gabriel A. Pereyra... 1
Gregorio Dañobeiiia . . 1
GuiJermc Moutier . ... I
SS. D. Hilario AecUBubi.,*. . I
¡SS. D. Isidoro Viv*« 1
Ignacio Echague ♦ Ü
Isidoro de María 2
¡3¿á. D, Jobc Ronden u 1
Juan Cordero ....... 1
Jopó Britos del Pino.. . 2
Joan P. G. Vallejo,... X
Juan A. Acoata- 1
Juan I*. tfn'vuñach. ... I
Juan Coala * 1
Juan Martínez 1
Juan Villarino.. « . ... 1
José B. Lamas. ....... 1
Juí-é Maria Muñoz. 1
Juan AL do la Sola... . I
SS. D, Juan Ja na n
Juaqum Requena
José Vidal ..
Juan Mari a Pe reí
Jo<e A. Vianqui
Juan C. Paez
José Monja i me
Joaquín Revi lío
José Mana Roo. ,. .
José del Poso
Juan García
Juan José Fernandez. .
José Julián Maciel.,.
Joaquín de VWia. ....
Jorge Linan
Joaquín Sagra y Períz.
Juan Corre»
Joaquín Chrpitea
Jaan G. García
José Pallares
Juan Kuüno Díaz . ...
Joaquín Campana
José María Platero». . .
Juan G Corta
Juan Gow'frnd
Juan I. Días
Juan Mario Prieto. ..
José Rodríguez Braga.
José Félix Antuña
José Ge«jtal
Juan Nin
JoecSoloona , P .
Juan Sevilot
fíS^D, Lorenzo J. Petez....
Luía B. Cavia f .
Luis Larrobia.
Luis Lerena
Lucas Moreno
Luh C. de ta Torre.. .
Laureano Anaya . .
Luis G. Vallejo
Sra. Da. María J, Je Olivera..
María A. Sanche^....
SS. D. Manuel Errazquiu ...
Matías Arooleya
Marce'ino Santurio. .
Miguel A Berro
Manuét Baillo
Manuel Mímica
Manuel Tejera
Miguel Molina
Ejemp.
SS.
SS,
Ejemp.
D, José Gereda .
Justo D. González. . . .
Juan G» Síenra
José A, Anavitarte
Juan José Ruzz. .....
Juan Carlos Blanco. . .
Joeé Marios
José Agustín Iturrisga.
Joeé G. Roqueña
Juan G. Wích
José María Esievez. . .
José Dobal
Juan B: Capurro.. -
Juan Piquiman.. .
José Esteran Caravaca
Jaime Estraauíae
José Toribio
Juan Correa Morale.s..
Juan Domínguez
Juan Zufrtategui
Jesé Alonso
Juan Pedro González..
Joeé Alvarez
Juan G. y Larmoni..*
Jorge Tornquist
JoséT. Mftílraeo
José Ell un
Juan Francisco Arrien.
Jaime Hernández» del
comercio de libros en
Montevideo 30
Joáé L. Loureiro
José Antuña. . ,
D. Luis Ferrando
León Pereda
JjUie Goddeffroy
Luía Arboleya
Lasaro Luis de Mana.,
Luis A. Pereyra
Leonardo Olivera . - . <
Miguel
Manuel
Manuel
Manuel
Manuel
Manuel
Manuel
Manuel
Manuel
Manuel
Brid.
Reiaaig
Ftgueroa
L de la Torre.,
Languerrein
Aviles
Mengano
More lio
F. Luna
Méndez «
^S. D. Miguel Echeverriarza.
Manuel Costa
Martin X míe no
Manuel A. Crtspo ....
Modeslo Sánchez
Máximo Ximenez. . . .
Ainnueí Igarzabal
Manuel del Carrillo..,.
Melilon González
Manuel H. y Oliva. . . .
Manuel X- Gómez
Manuel Correa
Manuel Gradi»
Manuel H. y Obcs
Manuel Baa . . . ......
SS. D. Narciso Ferrer
Narciso D. Tenorio . .
Nemecio del Soto
SS. D. Pedro Nieto
Pablo Olí omego
Pedro Someterá
PantaJeon Pérez
Pedro dft Nava
Pedro Vitlademoro? . . ,
Pedro Este vez
Pedro Feliciano Cavia .
Pedro P. de la Sierra. ,
Paulino G. Vailejo
Pedro Cachara vil bi . .
Pedro J. Otamenüi . . ;
Pablo Douoeneche
SS. D, Ramón Maaini
Román Ach;i , . r . . . .
Ruque Aviles
Roque Rivero
Rnmon Arta^aveitia . .
Rafael Zipiiria ......
Ramón Viaíllac
Román J. García
Ramón Rodríguez. . .
Sra. Da. Simona Montoro . . .
D. Santiago Vázquez • . *
Salvador Mandíá
Salvador Tort
Santiago González . . ,
SS. D. Teodoro M. Vilardebó.
Toribio Tutzo. :
Tomaa Casares .
BS. D, Valentín San Martin. .
Vicente Vázquez
SS. D. Manuel DoiojD£utfZ.
Marcos Rincón
Manuel N. Tapia. .
Manuel Ayala
Manuel Llamas
Manuel Araucho. .
Miguel Vacani, padi
Manuel Guerreros.,
Manuol Martinez - .
Mompié é Une, del
merejo do libros
Bueno? - Aires .
Manuel Pezzi . . . f
Miguel Sulsona . . *
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SS. D. Pedro A. de la Serna I
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Pedro G. Pérez I
Pablo Zufíriategui .... I
Pablo Duplessis I
Pascual Costa I
Pabto Ramón ....... I
Pedro Llatfibí I
Pedro Aguilar 2
Plácido Laguna G
Pedro A. Lombardini . I
PabJo Nin I
SS. D Rf.mon M. del Pclaez . I
Rafael Méndez I
Rosendo Rosendo .... I
Ricardo Al vareas I
Rafael Machado I
Ramón Liñan I
Ramón Aguirre * . . . . I
Rafael Ruano 1
Raimundo Ximenez. . . I
SS, D. Santiago Eatrazulas . . 2
Simón Miranda I
Santiago Gadca 2
Santiago O^er I
Saturnino Revuelta ... i
j SS.D. Tomas Cué I
1 Tomas Viana I
1 I SS. D. Vicente Lapido
2 Ventura Arzac !¿
FIN.